Este es el número mágico...
Decir que la cerveza es el tipo de alcohol más popular del mundo no sería una gran afirmación, sería un hecho: después del té y del agua, es la bebida más consumida en todo el mundo. En 2020, el consumo mundial de cerveza fue de 177,50 millones de kilolitros (aproximadamente 280.400 millones de botellas de 633 ml). También es muy probablemente la bebida alcohólica más antigua de la historia, la favorita de los poco bebedores por su bajo alcohol por volumen (que oscila entre el 4 y el 6%, y el 2% de algunas cervezas ligeras). Es la bebida perfecta para disfrutar de un buen rato sin que tu hígado se resienta, como lo haría con una bebida alcohólica más potente.
En España, de cervezas algo sabemos. Y es que somos el segundo país que más consume del mundo, solamente superados por los checos, que toman 468 cervezas por habitante al año, frente a las 417 anuales que tomamos aquí. Nos siguen de cerca lo alemanes (con 411 cervezas por habitante al año), que también son lo que más gastan en su consumo: unos 1.599 euros per cápita anuales. Nosotros contamos con un precio medio-bajo con respecto a la población mundial (el precio medio es de 2,27€) por lo que cada español se gasta unos 957€ de media al año en cervezas. Y mejor no hablemos de nuestra oferta: Cruzcampo, Mahou, Estrella Galicia, Alhambra… La competencia por el dominio nacional es encarnizada y atiende a aspectos emocionales y regionales muchas veces (aunque por ahora sigue ganando Estrella).
¿Cuánta cerveza se puede beber a diario sin que cause daño?
Pero en un mar de opciones ilimitadas y variantes tentadoras, ¿cuánto es demasiado para el ávido bebedor de cerveza? Decir que es mala para todos es simplificar un poco las cosas porque la cerveza tiene varios beneficios. Es más nutritiva que la mayoría de las bebidas alcohólicas. Contiene antioxidantes, proteínas, vitamina B, hierro, calcio, fosfatos y fibra. Los estudios también sugieren que beber cerveza puede ser bueno para el corazón y reducir el riesgo de infarto y de enfermedades cardíacas en pequeña medida, incluso más que el vino. También puede ayudar a prevenir los cálculos renales porque contiene lúpulo, que está repleto de fitoquímicos que favorecen la salud del riñón. Además, reduce el colesterol malo, puede fortalecer los huesos por su alto contenido en silicio e incluso mejora ligeramente la memoria y la función cognitiva. Aunque estas razones no pretenden ser una defensa del consumo de alcohol en grandes cantidades, sí ayudan a justificar el consumo de cerveza frente a otro tipo de alcohol y con moderación.
Y el exceso de cualquier cosa es malo, por lo que es importante recordar el punto ideal de consumo de cerveza. La dosis diaria —que no debe superarse— está entre 300 y 450 mililitros (dependiendo también, por supuesto, del peso y la edad de cada uno). Sin embargo, hay que tener en cuenta que, según los últimos estudios promovidos por importantes organizaciones internacionales, desde la OMS hasta la Asociación Americana de Oncología (por nombrar un par), lo ideal sería no consumir alcohol en absoluto.
¿Qué significa esto? Nada que no supiéramos ya: que el alcohol es para beberlo con moderación. Un poco puede ser bueno, y mucho —como ya sabemos— puede causar daños irreparables. Lo que significa que hay que elegir ciertas formas de alcohol en lugar de otras, beber con cuidado y de manera ocasional.
Fuente: GQ
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