Por décadas, este tipo de envase clásico gustaba por su firmeza y elegancia, y se consideraba ecológico. “Lejos de ello”, dice Resnick. Foto: Cortesía |
El ensayo, titulado “Can luxury wine live without glass bottles” (¿Puede el vino de lujo vivir sin botellas de vidrio?), abre los ojos sobre tres presunciones asociadas al segmento: diseño muy atractivo a la vista y promesa de valor gratificante y aspiracional para el comprador.
Si el uso del tapón sintético, el corcho aglomerado o el cierre con rosca les pone los pelos de punta a los tradicionalistas, aguarden a lo que se trae un grupo de reconocidos y centenarios productores de la mismísima Francia. El sujeto de sus cavilaciones es la botella de vidrio, que se creía a salvo. Hace un par de semanas se diseminó un escrito de la historiadora y escritora Evelyne Resnick, Ph. D., publicado por el portal de la crítica británica Jane Anson; la especialista en vinos de Burdeos más informada.
El ensayo, titulado “Can luxury wine live without glass bottles” (¿Puede el vino de lujo vivir sin botellas de vidrio?), abre los ojos sobre tres presunciones asociadas al segmento: diseño muy atractivo a la vista y promesa de valor gratificante y aspiracional para el comprador. Y, claro, una pesada botella de vidrio como parte esencial de la experiencia (entre 1.100 y 1.500 gramos de peso, sin vino adentro).
Por décadas, este tipo de envase clásico gustaba por su firmeza y elegancia, y se consideraba ecológico. “Lejos de ello”, dice Resnick.
La materia prima del vidrio es la arena, cuya extracción avanza más rápido que su capacidad de regenerarse. Es más pesada que el aluminio y el plástico, y requiere mayor cantidad de energía para transportarla. Peor aún, su reciclaje global apenas fluctúa del 13 % al 40 %. Y a esto se deben añadir otros componentes, como etiqueta, capuchón, corcho y despacho a clientes. Si se juntan todos, la huella de carbono se puede situar del 20 % al 40 %.
Innovadores productores de Burdeos, consultados por Resnick, han decidido actuar frente al bajo grado de sustentabilidad, y avanzan en varios frentes:
- Reutilización segura de envases hasta siete veces por unidad.
- Vidrio reciclado y pulverizado para fabricar nuevas botellas.
- Reducción del calibre del vidrio e incorporación de cápsulas de aluminio reciclables y de tinturas naturales para las etiquetas.
- Envasado en latas reciclables. En EE. UU. esta categoría ha crecido un 3.800 %.
- Adopción del PET, tipo de plástico resistente y reutilizable. La marca bordelesa 225 Bordeaux Supérieur envía su vino a granel a Londres y allí se envasa en botellas de PET, con etiquetas hechas a partir de residuos de caña de azúcar.
- Ampliación del radio de acción del Prevented Ocean Plastic (POP), elaborado a partir de material recogido en playas contaminadas. Château Galoupet, en Provenza, propiedad del grupo de lujo Louis Vuitton Möet Hennessy, lanzó el rosé Galoupet Nomade, envasado en botella chata de POP, que pesa 63 gramos.
Remata Resnick: “Tomará tiempo aceptar los cambios, pero la crisis de la cadena de valor, sumada a la crisis energética, puede acelerar las decisiones, en parte por la necesidad de ahorrar gastos de producción y transporte, y por la dificultad de comprar envases de vidrio”.
Hugo Sabogal
Fuente: El Espectador
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