Chocolate y corazón, ¿realmente son una combinación saludable?Lisa-Fotios / Pexels |
- Muchas voces afirman que el chocolate es bueno para la salud del corazón debido a los flavonoides que contiene. Pero, ¿es realmente cierto o se queda en un sueño imposible?
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Que el chocolate es un alimento delicioso está más allá de toda duda, aunque hay quienes van más allá y casi lo elevan al estatus de medicina. Hay páginas y páginas acerca de las bondades del chocolate, en concreto del negro (con al menos un 43% de materia seca total del cacao), para la salud del corazón, incluso animando a su consumo moderado. El sueño de mi vida: un par de onzas al día y un corazón fuerte como un roble. Pero, ¿es cierto o se queda en un sueño?
Para tomarnos un trozo de chocolate necesitamos un cacaotero. Theobroma cacao, cuyo nombre significa literalmente ‘alimento de los dioses’, necesita unas condiciones ambientales muy concretas. Solo crece en regiones próximas al Ecuador de Sudamérica o América Central, África occidental y algunas zonas de Asia. Cuando haya crecido lo suficiente, producirá unas bayas alargadas de color amarronado con cuyas semillas podremos obtener, finalmente, el chocolate.
Como todos los vegetales, las semillas de cacao contienen polifenoles, un grupo variado de sustancias que cumplen distintas funciones en la planta: pigmentación, defensa frente a patógenos, respuesta a estreses como la sequía… A los humanos los polifenoles nos gustan tanto o más como a la planta, ya que nos pueden servir como antioxidantes, antiinflamatorios y un largo etcétera de propiedades interesantes. Los polifenoles son, en parte, responsables de que las frutas y verduras sean buenas para nuestra salud. Los polifenoles más abundantes de la semilla de cacao son los flavonoides, que según muchos estudios en el laboratorio pueden tener muchos beneficios para la salud humana. ¡Genial!
De las semillas del cacaotero se obtiene, finalmente, el chocolate.Heraldo |
Cuidado. Para empezar, el contenido en flavonoides de la semilla de cacao no es el mismo que el del chocolate que nos comemos. Las semillas pasan por un largo proceso, que incluye fermentación, secado, limpieza, tostado, descascarillado y molienda, para reducir su amargor original y acercarse más a ese sabor que nos encanta. No obstante, en el proceso se pierden flavonoides, por lo que las posibles propiedades beneficiosas se reducirían. Además, para obtener chocolate, el polvo de las semillas del cacao se mezcla con otros ingredientes como azúcar o grasa, lo cual también afectará a las propiedades del alimento sobre nuestra salud. Por otro lado, nuestro cuerpo no puede absorber todos los flavonoides que ingerimos. Se estima que el intestino absorbe entre un 5 y un 10% de los polifenoles, y una vez absorbidos, algunos serán modificados o directamente excretados, así que la cantidad que llega realmente a la sangre será muy pequeña.
Por eso, muchos estudios con voluntarios humanos se han llevado a cabo con chocolates especiales con un aporte extra de flavonoides, para compensar los que se han ido perdiendo. Tras analizar muchos de estos estudios, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) concluyó que el consumo diario de 2,5 gramos de polvo de cacao enriquecido en flavonoides, o 10 gramos de chocolate negro enriquecido en flavonoides, podría ayudar a mantener la presión sanguínea dentro de valores normales. Con estos productos, que no son el chocolate que podemos encontrar en la tienda de la esquina, consumiríamos unos 200 mg de flavonoides al día.
Además de necesitar un chocolate especial, la EFSA es muy clara: el único efecto beneficioso que contemplan es sobre la presión sanguínea. No dicen nada del resto de los muchos parámetros que afectan a la salud del corazón. Esto es porque los estudios realizados hasta la fecha no son concluyentes. Por ejemplo, hay resultados controvertidos sobre la influencia del chocolate en el perfil lipídico. Además, otros factores como el resto de la dieta, el estilo de vida o la edad también podrían influir y deben ser tenidos en cuenta en los estudios.
Uno de los principales problemas a los que se enfrentan estas investigaciones es que no se llevan a cabo en las mismas condiciones. En cada una los voluntarios han tomado distintos tipos de cacao, cada uno con un perfil de flavonoides, los tiempos de consumo y seguimiento son diferentes… Esto dificulta mucho sacar conclusiones sobre la dosis necesaria para obtener beneficios y el tiempo para que se hagan patentes.
Por lo tanto, deberíamos ser cautos con la relación del chocolate y el corazón. Falta información. Los datos que tenemos hasta ahora sugieren que un chocolate de buena calidad, rico en flavonoides, podría ser interesante para la salud. Así que mientras esperamos a tener estudios concluyentes, podemos consumir buen chocolate de forma responsable teniendo claro que no es una medicina (por desgracia).
El origen de la creencia
¿Por qué se cree que el chocolate podría tener propiedades medicinales? Tenemos que remontarnos a las civilizaciones mesoamericanas para responder. De acuerdo con registros de la época maya, el cacao era un regalo de los dioses. Las semillas de cacao se machaban hasta hacer un polvo que se diluía en agua para beberlo, en ocasiones mezclado con especias e incluso maíz molido. El bebedizo resultante tenía propiedades estimulantes, que ahora sabemos son debidas principalmente a la teobromina, una prima hermana de la cafeína capaz de estimular nuestro sistema nervioso. No obstante, como entonces la biología molecular estaba menos avanzada, atribuían el efecto vigorizante a causas más esotéricas.
Los españoles pronto se enamoraron del cacao. Hernán Cortés y sus acompañantes lo trajeron de sus viajes y pronto se popularizó en toda España. Uno de los compañeros de viaje de Cortés, Fray Jerónimo de Aguilar, podría ser el responsable de que el cacao llegase a Aragón. Este monje vivía en el Monasterio de Piedra, que además de ser un paraje idílico podría haber sido el primer lugar en el que se preparó un chocolate a la taza. Según registros de la época, los monjes consumían la bebida endulzada con azúcar, canela y vainilla para contrarrestar el amargor del cacao. Esta bebida reconfortante era ofrecida también a quienes estaban de paso en el monasterio por sus propiedades estimulantes. Un buen motivo para una peregrinación.
No solo España sería seducida por el cacao: toda Europa se apuntó a la moda. Por su alto coste, pasó a ser una bebida propia de la alta sociedad (lo cual no hacía sino incrementar las ganas del resto de ciudadanos de tomarse una tacita). Sin embargo, la Iglesia no lo veía con buenos ojos. Eso de que fuese vigorizante, sumado a los rumores acerca de que Moctezuma lo usaba como un potente afrodisíaco, no les gustaba nada. Creían que esa bebida podría conducir a los hombres buenos por el camino del pecado. No sería hasta el siglo XVII cuando relajarían su postura respecto a esta bebida (que por aquel entonces ya recibía el nombre de chocolate).
Sin embargo, el veto de la Iglesia no frenó la euforia chocolatera en Europa. Había razones de sobra para tomarlo, como su estupendo sabor o su poder estimulante y reconfortante. Quién sabe, puede que la prohibición lo hiciese incluso más atractivo para los consumidores. Además, el cacao despertó el interés de los médicos y estudiosos de la época. La rumorología afirmaba que los mayas no solo lo usaban como afrodisíaco, sino que podía aliviar distintas afecciones. Su efecto vigorizante era innegable, así que, ¿por qué no iba a ser cierto lo demás?
Así comenzó a investigarse el uso del cacao con fines no gastronómicos, sino médicos. Se concluyó que, dependiendo de las cantidades que se tomase, el chocolate podría aliviar dolencias del pecho y el estómago. Estas afirmaciones del siglo XVII, cuando la investigación médica distaba mucho de los rigurosos protocolos y controles de la actualidad, fueron resonando a lo largo de los años y son las responsables de que a día de hoy sigamos investigando el efecto del cacao y el chocolate en la salud. El científico moderno pone a prueba la veracidad de los antiguos tratados médicos.
¡Cuidado! Alimentos disfrazados de medicinas
Desde hace un tiempo nos bombardean productos que nos van a hacer invencibles. Desde los que prometen mejorar tu sistema inmunitario hasta los que reducen la fatiga, el envejecimiento, la osteoporosis y de paso te planchan la ropa con agua de rosas. Algunos de estos alimentos han sido suplementados para mejorar sus propiedades, lo que se conoce como alimentos funcionales, mientras que otros por sí solos ya tienen muchas características que los convierten en buenos para nuestra salud. Estos últimos son los llamados superalimentos, un término que cada vez se escucha con más fuerza. La cúrcuma, el kale o el açaí son algunos de los superalimentos que han estado de moda durante los últimos años.
Si bien es cierto que todos estos alimentos pueden tener un efecto beneficioso para nuestro cuerpo, debemos ser críticos y cautos. Una buena alimentación es importante, sí, pero no sustituye a un médico. Especialmente cuando ya tenemos alguna clase de enfermedad, ya sea un sarpullido en la espalda o algo mucho más grave. Mucho cuidado con reemplazar las visitas al médico y los tratamientos que nos receta por infusiones y yogures. El poder de la alimentación llega hasta donde llega y, hoy por hoy, no sustituye a una medicina.
Frutas y verduras Si nos gusta su sabor y nuestro bolsillo nos lo permite (porque muchas veces son sospechosamente más caros que el resto), no hay problema en consumir estos alimentos. Pero lo cierto es que, con una dieta rica en frutas y verduras frescas, beber agua, evitar el sedentarismo, el tabaco y el alcohol y acudir al médico cuando sea necesario, ya estaremos manteniendo nuestro cuerpo bien cuidado. Los únicos ‘súpers’, por ahora, son los que aparecen en la pantalla del cine y entre las páginas de un cómic.
Bacterias golosas
Como estudiar el efecto sobre la salud cardiovascular del chocolate es bastante complicado, las últimas investigaciones estudian cómo responde nuestra microbiota a este alimento. El papel de la microbiota, la comunidad de bacterias, virus y hongos que habitan en nuestro cuerpo, cada vez cobra más interés en estudios relacionados con la salud. Seguimos en proceso de entender del todo esta simbiosis, pero sí sabemos que lo que comemos afecta mucho a estas poblaciones y esto puede repercutir en nuestro bienestar.
Los polifenoles que no absorbe el intestino llegan a las bacterias que viven allí, las cuales los reciben con gran alegría. Según estudios preliminares, los polifenoles del cacao podrían tener una influencia positiva sobre la microbiota: promoverían el crecimiento de bacterias beneficiosas, como Lactobacillus o Bifidobacterium, y causarían un descenso de patógenos como Clostridium perfringens.
Pero, de nuevo, toca ser cautelosos con estos resultados. La mayoría de estos estudios se han realizado en modelos animales, así que es necesario validar estos datos en voluntarios humanos y esperar las conclusiones. Además, la composición de la microbiota se ve afectada por otros factores al margen de la dieta, que también deberían ser considerados en estos estudios. Una tarea nada fácil. De momento, sigamos a la espera de nuevos datos que arrojen luz sobre lo que todavía desconocemos.
INÉS MÁRMOL PEGUERO / TERCER MILENIONOTICIA
Fuente: heraldo.es
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