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China y Oriente Próximo parecen estar en el origen del consumo de estas bebidas estimulantes hoy omnipresentes en todo el mundo.
Los chinos han consumido té durante miles de años. La primera prueba física conocida, registrada en 2016, proviene del mausoleo del emperador Jing de Han en Xi’an, mundialmente conocida porque allí se encontraron los famosos guerreros de terracota. Los restos de té que aparecieron pertenecían al género Camellia (no se pudo determinar la especie) e indica que los emperadores de la dinastía Han bebían esta infusión en el siglo II a. C. Aunque probablemente se tomara desde mucho antes: hay indicios que retrotraen el consumo de té al siglo X a. C. Se sabe que usaban la bebida como medicina, pero no conocemos cuándo empezó a emplearse como estimulante.
Trazar la historia del té resulta complicado. Dejando a un lado las pruebas arqueológicas, solo quedan los registros, y aquí nos encontramos con un problema: la palabra actual china para llamar al té apareció en el siglo VIII, y no está claro si otras voces más antiguas empleadas para designar plantas cuyo uso era similar realmente se refrían a esta planta. Por ejemplo, hay un término que aparece en textos antiguos y que significa ‘verdura amarga’. ¿Se refiere al té o a otras plantas distintas también amargas, como ocurre con la achicoria?
El origen del café es aún más oscuro. Sabemos que la planta es originaria del sur de la península arábiga –el cafeto (Coffea arabica) es un arbusto de hoja perenne autóctono de Etiopía y Yemen–, pero no existen pruebas directas del cultivo y consumo de café anteriores al siglo XV. Lo que sí tenemos son leyendas, como la de Kaldi, el cabrero etíope del siglo IX que descubrió este producto cuando notó lo excitadas que estaban sus cabras después de comer los granos de una planta. O la del jeque Omar, famoso por curar a los enfermos a través de la oración, que descubrió el café al exiliarse a Yemen, a una cueva del desierto cerca de Wusab. Para comer solo encontró unas bayas amargas. Lo intentó todo para cocinarlas, hasta que un día se le ocurrió hervirlas.
Algunos historiadores sospecha que la primera mención a la planta puede ser una pequeña referencia a las semillas en las obras del médico persa del siglo IX al-Razi, pero no es hasta 1587 cuando Abd al-Qadir al-Jazairi compiló un trabajo sobre la historia y las controversias legales de este producto titulado Umdat al safwa fî hill al-qahwa (Defensa de la quintaesencia del café). Al-Qadir cuenta que el jeque Jamal-al-Din al-Dhabhani fue el primero en adoptar la costumbre de tomar café hacia 1454, que después se extendió entre los místicos islámicos, los sufíes, por su capacidad para “alejar el sueño”.
Los líderes religiosos musulmanes pronto desaprobaron su consumo, porque las nuevas cafeterías eran lugares donde los hombres se reunían para cantar, bailar y tocar música. Para algunos, el café era similar al vino y, por lo tanto, tenía que prohibirse. De hecho, en 1524 esta bebida fue suprimida por un tiempo en La Meca, y en El Cairo hubo disturbios religiosos contra las cafeterías en 1534. El primer establecimiento para tomar café en Estambul se abrió en 1554 y, como en El Cairo, se produjeron estallidos de celo religioso contra su consumo entre 1570 y 1580. Es en este momento cuando empiezan a aparecer las primeras referencia europeas sobre tan peligroso bebedizo.
Miguel Ángel Sabadell
Fuente: Muy Interesante
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