En nuestro país también es costumbre disfrutar de los ricos buñuelos de yuca durante la Semana Santa.
En mi caso particular, los asocio a la prima de mi papá, Evelia, que tenía una casa en El Junquito, la cual disfrutábamos mucho cuando era pequeña. Invariablemente, luego de la parrilla venía la parte que más me divertía y era la de hacer los buñuelos de yuca, me encantaba ayudar a moler la yuca sancochada y, por supuesto, al final bañarlos en el almíbar. Sin duda que la etapa de freírlos era la que veía con temor por el “súper” caldero donde los hacían.
Para su preparación necesitamos:
- 1,5 kg. de yuca sancochada.
- 3 huevos.
- 2 tazas de queso blanco rayado.
- 500 grs. de papelón.
- Clavos de olor.
- 2 tazas de agua.
- Aceite para freír.
- Sal.
Una vez conseguido el puré de yuca, procedemos a mezclarlo con el queso y le agregamos los huevos hasta conseguir una masa más suave.
Con la ayuda de dos cucharas le damos forma a los buñuelos, también podemos hacerlo con las manos húmedas cuidando de no dejar caer agua en el aceite. Una vez hechos los buñuelos, los freímos en abundante aceite bien caliente. Si el aceite no está bien caliente los buñuelos se “deshacen”, por ello es muy importante lograr la elevada temperatura en el mismo sin quemarlo; además, éste es el secreto para conseguir que queden por fuera doraditos y crujientes, y por dentro suaves.
Aparte, preparamos un almíbar con el papelón, las dos tazas de agua y los clavitos de olor. El almíbar debe quedar espeso de manera que al moverlo con una cuchara de madera y dejarlo caer, el hilo caiga de forma continua.
Cuando tengamos los buñuelos fritos los pasamos por el almíbar de manera que queden bien cubiertos. También al servirlos podemos volverlos a bañar con el almíbar.
¡Feliz horneado! (aunque los buñuelos son fritos)
Susana Rivas
Maestra Pastelera
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