Hay tintos o rojos, como el Cabernet Sauvignon; hay blancos, como el Chardonnay; hay rosados, elaborados con uvas tintas, o como en los viejos tiempos, mezcla de tintas y blancas; y hay un cuarto, que amplía la gama de colores, y que no es el Vinho verde portugués, cuya apariencia no tiene relación con su nombre: es el vino gris.
Todavía hay que buscarlo con lupa en nuestro mercado, más dado a lo bueno conocido, al Malbec, el Syrah o el Sauvignon Blanc, pero el gris tiene gran potencial para conquistarnos, y que lo digan en Estados Unidos, donde es líder entre los consumidores.
Proviene de la uva tinta Pinot Noir, que se hizo famosa por la cinta Entre copas, Sideways, de 1994 (si la vuelven a ver, amarán más el vino), y que por diversas mutaciones de centenares de años derivó en Pinot meunier, también tinta, en Pinot blanc y en Pinot gris, o grey, si la etiqueta la ponen en California, y grigio, si es italiana. En un escalafón, sería la uva intermedia entre la Chardonnay, por su estructura, y la Sauvignon Blanc, por fresca.
Pero, ¿puede ser gris un vino? ¿quién ha descorchado una de sus botellas y no ha visto que su contenido es realmente de color blanco a dorado? Por lo menos yo, sí.
Andrea Ferreyra, de Finca La Celia - Argentina, me explicó que en efecto es un vino blanco, que a nivel comercial es etiquetado como de otro color porque sus uvas presentan tonos del rosado al amarillo y, por supuesto, al gris. Por su parte, la sommelier Vanessa Barradas, toda una mujer del vino disponible en Twitter en su @vanesommelier, me escribió desde Venezuela que “la variedad es de color azul grisáceo, pero en la botella veremos que puede ir desde el amarillo dorado intenso hasta el cobrizo”
Tantos matices, no sólo en apariencia, resultan del efecto que ejerce la mezcla de suelos, clima, exposición solar, altura sobre el nivel del mar y vientos, conocida como terruño, y que hace que difícilmente una región produzca plantas que den uvas parecidas en aromas, color y gusto a otra, incluso tratándose de un mismo país.
Entonces el Pinot gris de Mendoza, Argentina, ofrece aromas a duraznos blancos con notas de flores blancas; si es italiano, de Venezia, resulta simple, seco, brillante, y si es francés será especiado, siempre y cuando tenga origen en Alsacia. Ahora, si viene de Borgoña, estaremos descorchando un top mundial. Incluso, también son de prestigio el alemán, donde su nombre cambia por Grauburgunder o Ruländer, y los de Oregon y de California, en Estados Unidos.
Ideas para maridar el gris
Cuenta Andrea Ferreyra que en La Celia, la Pinot Gris ha dado mucho juego y gana cada vez más puntos por versátil entre las blancas. Según el manejo del viñedo, la están utilizando para elaborar espumantes, vinos jóvenes y de reserva junto al Chardonnay, y cosecha tardía o late harvest.
Andrea se hace agua la boca imaginando el maridaje para Pinot gris, según el tipo de elaboración: “Sushi para un espumante; ensalada de hojas verdes con salmón para el vino, y tabla de quesos varios, y que el azul sea infaltable, para el cosecha tardía”.
No menos deliciosa es la propuesta de Vanessa: “Podrá acompañarlo con comidas del mar como crustáceos en salsas blancas, también armoniza con risotto, especialmente si es aromático y cremoso, y con carnes blancas y pescados grasosos”.
Como para ir buscando la lupa y hallar un gris o grigio entre las buenas y conocidas botellas de Sauvignon blanc y Chardonnay ¿cierto?
¡Hasta la próxima!
Juan Felipe Quintero
Periodista de Vinos
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