Irene Paiva |
Y esa mente que crea, juega y se compenetra con los viñedos es la del enólogo, o mejor dicho, ya que hablamos de esta viña, de la enóloga Irene Paiva, reconocida en el medio vinícola por ser una de las 100 mujeres más influyentes en Chile en el mundo del vino y por su reconocimiento como la Enóloga del Año 2009, reconocimiento dado a una trayectoria con un interesante comienzo que nos contó y les transmitimos.
Irene y su encuentro con el vino
Es indudable que los primeros contactos que realizamos en nuestra infancia, de una u otra manera influyen en lo que nos destacaremos en la adultez. No es una regla per se, pero sí influye en nuestras inclinaciones. Esto mismo pudiéramos decirlo de Irene quien nació y creció en el campo y sus vacaciones transcurrían en los viñedos de su abuelo, productor de vino artesanal. Es probable que toda esa experiencia, aromas y sabores quedarán en su subconsciente, hasta ya entrada en el mundo universitario donde decide estudiar Agronomía; pero entre libros y pasillos, la enología la encontró -o ella reencontró a la enología-, la encantó y no la soltó más.
Su carrera y su experiencia en el mundo vitivinícola
En la época en que Irene inicia sus estudios, la enología era una carrera de pocos y percibida como una carrera de hombres, lo cual despertaba sorpresa cuando en la carrera se veía a una mujer. Después de varios años, Irene siente que su misión para aquel momento fue romper paradigmas y abrir las puertas a las nuevas generaciones femeninas que se sintieran atraídas por esta carrera. Reconoce que no fue fácil, pero en la actualidad ya es claro que la carrera se adapta perfectamente al hombre y a la mujer, y que de hecho, esta última, gracias a su sensible agudeza natural, aporta otros elementos que los hombres agradecen.
Luego de graduada, trabajó en varias viñas, como Caliterra y San Pedro, y en ellas obtuvo experiencias enriquecedoras que fueron puliendo en la práctica lo aprendido en la teoría.
El enólogo y las cepas
Es natural que los enólogos tiendan a especializarse en la preparación de ciertas cepas, pero para Irene todo depende de la experiencia. Si se trabaja en su mayoría en valles fríos, se perfecciona el método con uvas como el Pinot Noir y Chardonnay. En su caso, la experiencia le permitió trabajar en valles fríos y cálidos, permitiéndole descubrir cómo preparar sus vinos preferidos, pero igualmente está capacitada para hacer otro tipo de cepas diferente a sus gustos personales.
Su aporte como enóloga
Irene defiende los vinos honestos, de frutas, nada extra maquillados, naturales, de detalles, por eso se siente orgullosa de tener la libertad de hacerlos como le gusta y con cariño. El mundo del vino no se puede codificar de una vendimia a otra, todo depende del clima, el tiempo, la naturaleza. Es un trabajo que va a la par con la realidad de la uva de ese año, por eso son vinos únicos e irrepetibles.
Bernardita Cruz e Irene Paiva |
Pero el mayor de sus aportes es que, buscando esos vinos honestos, los vinos Vistamar evolucionan, en su mayoría, en botella, lo que les brinda un vino muy frutal, muy limpios. Los aromas que gana en la botella no se adquieren de otra manera, es un bouquet muy particular.
A modo personal, le gustan los tintos de concentración que juegan con la madera y la fruta, pero no es limitante. El Sauvignon Blanc le encanta porque es capaz de hablar de la bodega: si ésta es limpia, si la fermentación fue buena, etc. El Chardonnay juega entre la fruta, el toque de madera y su punto de maduración, es un trabajo muy lúdico en el que aprendes a medir los tiempos.
Los vinos de Chile hacia el mundo
La labor que ha hecho chile en esta última década sentó las bases de una plataforma de valles y profesionales sólida, tanto así que ya se dan el lujo de experimentar, de hacer cosas nuevas, correr riesgos, descubrir nuevos valles dentro de los mismos valles. Saben que mundialmente ya son un país serio en la producción de vinos, con un clima envidiable para preparar vinos únicos y que su tendencia se inclina más hacia la producción de tintos que de blancos.
Viña Vistamar
Los vinos de esta viña son entretenidos, alegres, lúdicos, expresivos en frutas, vinos limpios, vinos para disfrutar todos los días, simples y elegantes. Invitan a disfrutar la simpleza de la fruta. También mantienen la tendencia a producir más tintos que blancos; se puede decir que la producción va en un 60% Carmenere y Cabernet Sauvignon y 40% Sauvignon Blanc. Irene nos comenta que estos vinos son fáciles de entender, son amistosos, no bombardean al consumidor. La idea es que disfrute de algo simple pero bien hecho.
Vistamar y el mercado venezolano
A pesar de tener poco tiempo en el mercado, Irene pudo constatar que la receptividad fue más que satisfactoria. Todos los vinos presentados fueron bien acogidos, en especial el sauvignon blanc por ser un vino blanco que tiene ese sabor tropical que nos caracteriza, y Gran Reserva Cabernet Sauvignon-Syrah. Ante este éxito, Irene se siente satisfecha de que su producto haya creado tan perfecta alianza con el paladar venezolano.
Proyectos a futuro
En la actualidad trabajan en un vino nuevo: carmenere (más suave, más goloso) con carignan (mayor acidez) para elaborar un vino de alta gama. Como enóloga seguirá inventando, arriesgando y aprendiendo. “Cosechas antes y después, y creas, y nunca dejas de aprender, aprendes a jugar con los tiempos”, nos comentó Irene. Y para finalizar la entrevista, nos dijo: “Venezuela está en un momento muy interesante donde hay un desarrollo alrededor del vino, donde se busca romper paradigmas y Vistamar invita a eso. Son vinos amables y con frutas que invitan a compartir”
1 comentario :
Qué increíble haber encontrado esta entrevista por aquí en estos tiempos.
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