Muchas veces al escribir nos quedamos cortos en las ideas. También puede pasarnos que al tratar de plasmar nuestras palabras en papel sea tanto lo que queramos decir que las ideas se entremezclan unas con otras y el sentido de lo que quisimos decir en un principio no llegue a concretarse. En mi caso, al no ser escritora, muchas de las técnicas -que me supongo- deben ser consideradas al momento de redacción, son obviadas por desconocimiento y pido disculpas a todos mis lectores, compañeros en este viaje, por mis posibles carencias.
La industria del café me apasiona inmensamente y es tanto lo que deseo escribir que muchas veces debo reeditar mis post porque se hacen muy largos, lo que, siguiendo el consejo de personas con mucha experiencia escribiendo para blogs, supuestamente no es correcto. Otra vez mis disculpas.
Creo haber dicho en uno de mis Post anteriores que todas las comparaciones son odiosas, y al escribir no trato de resaltar lo que otros países tienen y de lo cual nosotros adolecemos. Simplemente considero que en nuestro país no existe lo que se denomina “a Specialty Coffee Industry” o Industria del Café Especial. Eso no nos hace mejores o peores que nadie. Y no somos los únicos por cierto. Es una realidad y punto. Creo no equivocarme al decir que los tres columnistas que escribimos para este Blog en tema de Café estamos es precisamente tratando de generar ese cambio en nuestros lectores del punto de vista de cómo suelen ver a una bebida tan habitual para nosotros los venezolanos como lo es el café. Todos los cambios a veces generan resistencia, pero una vez alcanzados, al mirar atrás solemos pensar: ¿Cómo es posible que antes no lo hubiéramos hecho así?
Tener un negocio de café, desde el punto de vista de la specialty industry, es bastante complicado. No solo se trata de 1) disponer de una considerable variedad de cafés de origen de diversos países con sus respectivas varietales; 2) de contar con un personal altamente calificado y “entrenado” para satisfacer las necesidades de todos los clientes por muy atípicas que nos puedan parecer; 3) sino también mantener altos estándares de excelencia y calidad en el manejo del negocio en si mismo. De allí el porque las mejores escuelas de café del mundo tienen entre sus cursos o asignaturas el Montaje de Negocios de Café, cómo hacer de ellos empresas exitosas y cómo hacerlas permanentes durante el paso del tiempo.
Siempre se ha dicho que el Recurso Humano de una empresa es su principal activo. Hablemos claro: en las empresas de café venezolanas no es así. Solemos contratar a una persona y le enseñamos a manejar el equipo y máquinas del café, le damos un entrenamiento básico y lo soltamos a un mundo desconocido para él/ella donde tiene que dar la cara a multiplicidad de personas con gustos completamente diferentes. Es quizás, en la cadena de empleados de la empresa de servicio, a quién menos le damos importancia. Total: solo prepara café. ¡Gran cosa!
Sin embargo, hoy día, en nuestro país, esto gracias a Dios ha ido cambiando en positivo y me refiero específicamente a que muchas personas están interesadas en hacer del CAFÉ su negocio principal. Y es allí donde quiero hacer hincapié. Para tener como objetivo central a esta bebida NUESTRO APOYO FUNDAMENTAL DEBE SER EL PERSONAL. Es allí donde debemos volcar gran parte de nuestros esfuerzos. Buscar, contratar, entrenar y mantener actualizados a ese personal. Imprescindible.
Se que hay personas que se han entrenado en los cursos que imparte Pietro Carbone (@carbonespresso) en Caracas y lo han hecho a título personal, como parte del interés en hacer de su negocio un lugar diferente al tener una NOCIÓN distinta del café. Eso es un paso. Ellos a su vez deben convertirse en facilitadores para sus empleados al transmitir los conocimientos adquiridos. Pero sobre todo VELAR porque los mismos sean sostenidos.
Debemos hacer que la inversión se nos revierta, no en dinero –que es obvio el fin lucrativo de toda empresa-, sino en más y asiduos clientes satisfechos.
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Lo ideal sería que nuestros empleados pudieran tener acceso a ese tipo de formación. Acepto el hecho cierto que es un poco difícil llevarlos a formarse en el extranjero (ojo: difícil, mas no imposible) por el tema de las divisas y los altos costos de los mismos, pero les pregunto: si tuvieran en su mano la posibilidad real de hacerlo, ¿lo harían? Muchas personas temen al tratarse del tema de formación de su personal que eso podría significar cuchillo para su propio cuello porque es posible que al ver todo el espectro de posibilidades que existen, esa persona decida retirarse y abrirse camino por si misma. Y piensan: ¿ves? ¡Dinero mal gastado!
Yo no lo creo así. Sí considero que eventualmente las personas, en su camino al progreso personal, aspiren a ser sus propios empleadores; sin embargo, cuando las bases de la confianza, el respeto, la consideración al trabajo bien realizado, salarios acordes y beneficios justos se producen, la lealtad viene como uno de los regalos más preciados.
Tengo dos amigos comerciantes que se dedican a dos rubros completamente distintos: uno a los libros, el otro a la tecnología celular. Ambos tienen empleados que han estado con ellos por períodos superiores a los 20 años. Sus casas y carros han sido adquiridos gracias a la ayuda que ellos, como patronos, les han brindado. Y valga destacar que estas personas comenzaron sus negocios de cero, poco a poco y con mucho sacrificio. No les digo nada nuevo, ¿verdad? Así somos los verdaderos venezolanos, trabajadores incansables.
El mundo del café no es la excepción. Debemos dejar de verlos como los muchachos que preparan el café. Son mucho más que eso. Son las personas que hacen de la vida de otra un día mejor, alentador, aromático, caliente y sabroso. En resumidas, que llevan felicidad a los consumidores, porque para nosotros, los amantes del café, el momento de dar el primer sorbo es un instante de éxtasis, sobre todo si estamos pasando por un momento en el cual no tenemos ese grano negro en nuestras propias casas, como es mi caso, y añoramos ese minuto en el cual seremos atendidos para poder degustar nuestra bebida preferida.
Tratémoslos con respeto, con admiración, démosles su importancia dentro de nuestro negocio y hagámosles ver y sentir ese lugar. Pero sobre todo, cambiemos nuestra mentalidad al respecto. Seamos los primeros en dar el ejemplo en nuestro trato con ellos para que ellos puedan volcar ese sentimiento hacia nuestros clientes. Es cuestión de reciprocidad. Un empleado contento implica por regla segura un cliente satisfecho.
Soy una persona que cree profundamente en que estos cambios son posibles. Amo, como lo he dicho reiteradamente, todo lo relacionado con la industria del café. Admiro profundamente a esos productores y caficultores que están hoy día dejando su vida en el campo tras la búsqueda de un sueño de que las cosas van a mejorar para ellos y sus cosechas. Es por ello que sigo buscando la excelencia en mi preparación, porque una certificación y una credencial se lo inventa cualquiera, pero los conocimientos no.
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Amigos, formemos a nuestros “cafeteros/as” con vocación de servicio y hagámosles entender que atender bien a un cliente no significa servilismo, sino todo lo contrario: significa que eres lo suficientemente humilde como para poner tus conocimientos al alcance de todos. Sé que podemos lograrlo.
En mi próxima entrega hablaremos acerca de las nuevas modalidades en negocios de café. ¿Acaso son viables en Venezuela? Deseo me sigan acompañando en esta aventura llamada café. Mi Mundo. Mi pasión.
Porque detrás de cada taza de café…hay mucho más que granos…
María Esther López Cásares
[1] Barista en Entrenamiento. Los Ángeles. Foto propiedad de María Esther López Cásares.
[2] Barista en los Ángeles calibrando la máquina. Foto Propiedad de María Esther López Cásares.
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