Hemos enfocado de varias maneras esta situación: termina la comida, llega el momento del postre y el servicio de los vinos parece ceder ante otras alternativas porque puede complicarse la armonía con un postre.
Sin embargo, ver la receta de la Mousse de turrón nos invitó de nuevo a la reflexión y nos hizo concluir lo siguiente. Aparte de que por sabor consiguen afinidad con diversos postres, los vinos espumosos al final de la comida traen felicidad. El hecho de ver desbordarse las burbujas en la copa cuando ya parecía que lo mejor había ocurrido es como un pequeño milagro en la comida.
Así que nos decidimos por el Bianchi extra brut un espumoso interesante, con todo el peso de esta tradicional bodega mendocina que con su carácter seco hace buen contrapunto con el dulzor del postre.
No hay dudas, las sabores se acompañan bien pero, sobre todo, hay esa alegría sin igual de descorchar un espumoso para tener un cierre con broche de oro de la comida.
¡Buen apetito y salud!
Fernando Franz
Chef
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