Era una uva completamente desconocida hasta hace un par de años, cuando comenzó su avance. Qué vinos probar para conocer la nueva estrella.
Primero se destacó en vinos varietales y ahora forma parte de importantes duplas y cortes que alardean de su presencia.
Para los sociólogos, que invierten años enteros pensando en fenómenos sociales, la moda es un capricho súbito de las mayorías, que siempre parte de un puñado de preclaros cuyo capricho súbito llegó un poco antes. Con los vinos la cosa no es diferente.
El ejemplo perfecto es el varietal que hoy brilla con luz propia en la góndola nacional. Mientras que las mayorías tienen clara conciencia de pertenecer al mundo porque hay un Malbec entre sus vinos favoritos, para las minorías entendidas, que están metidas hasta la garganta en el vino, el Malbec ya fue. Y ya fue también el Pinot Noir, la Bonarda y hasta cierto punto el Cabernet Sauvignon. Para un bebedor “in” la cosa pasa hoy por tener en su ABC al menos uno o dos Cabernet Franc en la punta de la lengua, por si acaso alguien lo pilla desprevenido y tiene que responder cuál es su vino favorito. Y la razón es sencilla: es tan escaso (y por ello caro) que sólo los entendidos pueden reparar en él con sana vanidad y sin pudores de billetera.
Claro que hasta aquí es la materialista explicación de los sociólogos. Porque el Franc tiene más cosas para ofrecer a los bebedores de vino y comienza a seducir, rápidamente, a todos los consumidores. Basta probarlo para hacerse una idea. A diferencia del Malbec, el Cabernet Franc es una variedad lineal, nada de texturas carnosas o de pasos gordos, todo lo contrario, es paso ágil y textura delgada. A lo que hay que sumarle una dosis de aromas frutales definidos, que perfilan un vino intenso, perfecto para comer y, sobre todo, exótico en el panorama local.
La hora del blend
Pero precisamente porque los varietales de Cabernet Fran son caros, las bodegas comenzaron a apostar en la gama media a cortes con porcentajes crecientes del varietal de moda. Y así, en los últimos tres años aparecieron algunos ensambles raros (y no tanto) a ponerle color y sabor a la góndola local.
Entre las variedades que mejor maridan con el Cabernet Franc está su hijo biológico, el Cabernet Sauvignon. Juntas se complementan especialmente en aromas, ya que en materia de textura y profundidad son variedades muy cercanas. Pero así como el Sauvignon es parco en expresión, aunque complejo, el Franc le levanta los decibeles, como si le subiera el volumen aromático.
Sin embargo, donde ha demostrado mayor utilidad a la hora de renovar la góndola es en los cortes con Malbec. Cada vez se vuelve más evidente que el Malbec necesita de una renovación gustativa. Más aún, si entendemos que es la variedad tinta más cultivada y, a su vez, más explotada. De ahí que a un Malbec una porción creciente de Cabernet Franc lo potencia por partida doble: mientras que le adelgaza la boca y estira su persistencia, completa sus aromas con trazos frutales de alta intensidad.
Hay además otros ensambles menos evidentes. Con Merlot, por ejemplo y una pequeña dosis de Petit Verdot.
Por JOAQUÍN HIDALGO
Fuente: lmneuquen.com.ar
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