La exposición temprana al azúcar aumenta en los niños la apetencia por lo dulce, así como la preferencia por los alimentos endulzados en exceso
Los niños hacen lo que ven en casa. Este axioma se cumple en todos los hogares del mundo. Y en la cuestión alimentaria, también. Los estudios demuestran que los niños imitan el estilo alimentario de sus progenitores: si mamá picotea galletas dulces, papá termina la comida con un chocolate o la abuela siembre comparte algún caramelo, los niños estarán expuestos de manera habitual a "alimentos-capricho", a excepciones constantes y querrán hacer lo mismo que los adultos.
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Y es que los hijos heredan los caprichos alimentarios de sus padres. El presente artículo recoge seis malos hábitos azucarados que se trasmiten de generación en generación. Y que podrían evitarse.
Caprichos dulces: seis elecciones adultas que influyen en los niños
La preferencia de las personas por el sabor dulce es universal; no distingue edades ni culturas. Sin embargo, la ciencia ha encontrado que existen diferentes grados de preferencia según la edad: los bebés y los niños pequeños tienen una mayor predilección por el sabor dulce que la que tienen las personas adultas. Por esta razón, resulta tan importante que evitemos dar los siguientes malos ejemplos dietéticos. En todos ellos, el niño no tiene la posibilidad de probar el sabor natural de los alimentos, y decidir, tras sucesivas pruebas si le gustan más o menos.
- Demasiado chocolate durante el embarazo. Los constantes y exagerados deseos de un niño de comer chocolate, chucherías o galletas pueden estar determinados por sus primeras experiencias con los sabores que recibió durante la gestación y en los primeros meses después de nacer. La investigación sobre el desarrollo de las preferencias por el sabor dulce sugiere que estas son innatas y se expresan incluso antes del nacimiento. Entre los factores que influyen en el desarrollo de las preferencias alimentarias de los niños está la experiencia intrauterina con los sabores de la dieta materna. Esto significa que abusar de los chocolates y los dulces durante el embarazo, con la excusa de los "antojo", no resulta gratuito. Después del nacimiento, las primeras experiencias de los bebés con los sabores llegan a través de la leche materna. Tanto esta como el líquido amniótico contienen moléculas derivadas de la dieta de la madre.
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Ofrecer un dulce a un bebé de meses. ¿Qué necesidad tiene un bebé de meses de chupar una chocolatina o un helado? La razón no es tanto porque lo que coma de dulce ?va a ser insignificante- le perjudique a la salud, sino porque se le pone en contacto sin necesidad con un gusto dulce artificial y exagerado. La investigación ha revelado que la exposición temprana al azúcar o a alimentos azucarados o endulzados conduce a un aumento en la apetencia por productos azucarados y una mayor preferencia por los niveles altos de azúcar en los alimentos.
- Elegir el yogur azucarado o edulcorado. "¡Pobre nene, mira que darle el yogur natural, sin azúcar!" El efecto de las experiencias tempranas de los niños con el dulce se confirma en el ensayo realizado por el Monell Chemical Senses Center de Philadelphia, que constata cómo el nivel de dulzor preferido en los zumos que se ofrecían a los niños estaba relacionado con el contenido de azúcar del cereal favorito del niño y de si los progenitores añaden de manera habitual azúcar a sus alimentos. Permitirle probar el particular sabor acidulado del yogur natural es, contrario a lo se pueda pensar, un pequeño gesto de buena educación alimentaria.
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La fruta, con azúcar. Algunos ejemplos de esta mala costumbre que convendría cambiar son los siguientes: añadir azúcar al zumo de naranja, ofrecerle al niño las fresas espolvoreadas de azúcar o con nata, y elaborar polos o sorbetes de fruta a los que se añade azúcar. Estas y otras recetas en las que la fruta es la protagonista indiscutible, deberían promover su dulzor natural como elemento diferenciador, sin artificios.
- Los cereales del desayuno siempre azucarados, con miel o chocolateados. La elección de los alimentos más consumidos por los niños, aquellos de presencia diaria o casi diaria en su dieta, es clave para modelar y modular su apetito, así como para educar sus gustos y preferencias hacia los alimentos más sanos y naturales. ¿Por qué no elaborar un muesli casero según gustos personales?
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Bebidas para deportistas a niños pequeños. Por mucho deporte que haga un niño, en la mayoría de las ocasiones no estará justificado que tome bebidas especiales después de la actividad física para reponer los líquidos perdidos. El agua es suficiente. Este consejo también sería extrapolable a muchos padres y madres aficionadas al deporte; a correr, jugar a padel, tennis, fútbol, baloncesto, andar en bicicleta, o que van al gimnasio. Las bebidas para deportistas suponen una carga exagerada de azúcares en la dieta infantil, y además de calorías vacías, maleducan el gusto de los niños al elevar su umbral del dulzor.
Educación alimentaria: la asignatura pendiente
La educación alimentaria de los más pequeños es una tarea de hábitos que a los niños se les ha de enseñar y han de aprender por repetición, perseverancia, constancia y convencimiento de los progenitores. El colegio es otro espacio de continuación y refuerzo de los buenos hábitos dietéticos que se materializan en distintas iniciativas; desde asignaturas que explican la base de una "alimentación sana", a propuestas de "almuerzos o meriendas saludables" u oferta de menús escolares sanos y equilibrados.
Una buena educación alimentaria, iniciada desde los primeros meses de vida, tendrá buenos resultados en la salud posterior de los niños y les permitirá disfrutar del placer de comer, de una buena mesa. Una mala educación alimentaria y una permisividad excesiva con los alimentos menos sanos (chucherías, refrescos, todo tipo de bollería y dulces, snacks, etc.) aumenta las probabilidades de obesidad infantil, entre otros males típicos de adultos y cada vez más frecuentes en la infancia.
Fuente: Eroski Consumer
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