Sí, sí: existe vida más allá del salamín y del queso Mar del Plata. En esta nota te ofrecemos algunas buenas ideas para que puedas darle un twist gourmet a tu entrada preferida.
Para un argentino promedio, una buena picada empieza y termina en un salame picado grueso bien acomodado sobre una tabla redonda. Los más osados, a lo sumo, compran dos tipos de quesos (por lo general fymbo y Mar del Plata), que cortan esmeradamente en dados uniformes. Y con eso ya está: creen que así son los reyes de la picada. Pero se equivocan. Porque una buena picada, una picada gourmet (o casi), requiere algún grado de preparación; cierto expertise en la combinación de los ingredientes, pero sobre todo, imaginación para inventar sabores nuevos.
Ahí es cuando un buen aceite de oliva saborizado, como los que elabora La Toscana con productos naturales plantados en sus olivares –es decir, con albahaca, orégano, ají, ajo y orégano de verdad– , son un aliado perfecto para la imaginación. Sino, piensa nomás en un queso regado con un hilo de oliva a la albahaca, o bien en un dip de berenjenas asadas con un hilo de oliva al ajo. En esa simplicidad convertida en algo nuevo se esconde el secreto de una picada gourmet. No en comprar foie gras o jamón de Parma, cosa que sumaría, pero que, por su alto precio, es prohibitivo.
Así es que si estás entre los que se contentan con poco pero bueno, a la hora de armar una picada supera la frontera del salamín y tiene a mano alguno de estos aceites milagrosos. Con unas pocas gotas conseguirás renovar el sabor. Y si no se te ocurren buenas ideas para reinventar la mesa, anótate alguna de estas cinco que te pasamos a continuación. Se destacan por su simpleza y porque basta con un twist de oliva saborizado La Toscana para convertir un sabor clásico en otra cosa.
Dados de provolone con oliva al romero
Los cocineros de países mediterráneos se cansaron de inventarle usos al romero, precisamente porque su aroma entre medicinal y refrescante hace que maride bien con casi cualquier cosa. Y entre las combinaciones perfectas, el queso provolone sobresale. El punto está en la consistencia (entre firme y granulosa) y el sabor (entre cremoso y picante) de este queso, que pareciera dejar vacante el lugar para el romero, que lo completa con gracia divina. Claro que no da ponerse a cortar hojitas y luego picarlas. De ahí que unos daditos de provolone, regados con un buen chorro de aceite de oliva extra virgen La Toscana saborizado al romero y un poco de pimienta recién molida conformen el dip perfecto para una picada. Mejor incluso si lo preparas con algunas horas de anticipación y dejas que el queso se embeba del aceite.
Dip de ricota con aceite al ají
En nuestro país la ricota parece estar destinada exclusivamente al relleno de los ravioles. Pero no es el único plato en el que se luce. El punto es que tiene una textura que la hace rara: cremosa pero con grumos. Prueba esta receta: pon una taza de ricota en un bowl, súmale un chorrito de leche para licuarla un poco, una cebollita de verdeo picada muy fina y luego una cucharada de aceite de oliva extra virgen La Toscana saborizado con ají. Con eso, haces una crema que se puede comer a cucharadas, pero que untada en una tostada hace que cualquier picada tenga un ingrediente potente, que se terminará primero y que, por su simpleza, podrás preparar tantas veces como sea necesario. Sirve para sumarle consistencia suave a una galleta, para acompañar una lámina de bondiola o incluso para echarle luego a un plato de pastas recién hecho.
Burrata con pimienta y oliva al ajo
En los últimos dos años habrás escuchado hablar de la burrata, que se puso de moda en los restaurantes italianos. ¿Qué es? Un pañuelito de mozzarella que adentro tiene una pasta cremosa e hilada, untable y suave en sabor. Lo concreto es que cada vez que se la sirve, se lleva un buen puñado de onomatopeyas laudatorias. Pero ojo: hay que condimentarla bien para que dé lo mejor de sí. Y un condimento perfecto es el aceite de oliva extra virgen saborizado con ajo La Toscana, del que precisas una cucharada por pieza. Luego le sumas hojas de rúcula y pimienta recién molida y lo que te queda es un plato fuera de serie. Es así: la burrata no falla.
Bastones de queso fymbo con oliva al orégano
El queso fymbo está injustamente relegado en la góndola de los quesos ricos, ya que no tiene un carácter fuerte, ni una textura especial, ni un aspecto distintivo más allá de unos pocos ojos pequeños. Es más bien un queso neutro, cuyo sabor a crema y leche lo convierte en el favorito solapado de toda picada. Nomás poner un plato con daditos o bastones de fymbo para que la gente lo liquide sin siquiera reparar en ello. Ahora, si lo que buscas es que los comensales le presten atención, conviene darle un look vistoso. Y para eso nada mejor que servir en un platito los bastones del queso y regarlos copiosamente con La Toscana oliva extra virgen saborizado al orégano, para rociarlo luego (apenas, eso sí) con ají molido y darle así un toque de color y gusto, como si se tratara de un chimichurri.
Bondiola con una gota de oliva a la albahaca
La bondiola es un fiambre de sabor moderado y fundente. Similar al jamón crudo, tiene la virtud de que no suele ser seca, ni salada, ni grasosa, lo cual no es poco. Para sacarle buen provecho, entonces, lo ideal es servirla junto con unas tostaditas que le sumen una textura crocante y con una gota de La Toscana oliva extra virgen saborizado con albahaca, para que le de un tono abierto y realce el sabor con un fondo intenso que aparecerá recién en la boca. No más de una gota, eso sí, porque el aceite es bien aromático.
Fuente: Planeta Joy
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