El Gourmet Urbano: Gran vino: el que mejora envejeciendo

jueves, 15 de mayo de 2014

Gran vino: el que mejora envejeciendo

MUCHA NOVEDAD Y CONCLUSIONES PRECIPITADAS


Hace unos días, los catadores –siempre a ciegas- de elmundovino se sorprendían al descubrir que ese tinto redondo, vivo, elegante tenía ya 11 años: resulta que el Caus Lubis de Can Ràfols dels Caus actualmente en el mercado es el 2003. Esta semana, en una cata de Grandes Pagos de España en Basilea se celebraba que un syrah de siete años, el Allegro 2007 de Calzadilla, estuviese joven y vigoroso dentro de su sutileza.

 

 

Vinos de 11, de siete años: no es una gran vejez, desde luego, pero no son frecuentes en las catas al uso, que suelen centrarse en vinos recién salidos al mercado, y para los tintos de alguna crianza eso significa normalmente, ahora mismo, de entre 2009 y 2012 en España. Hay algunos Reservas y Grandes Reservas en zonas como Rioja o Ribera del Duero, y están esas casas de gran prestigio que sacan sus mejores vinos con una edad mucho mayor, cosa que ya no se ve en el resto del mundo: las añadas actualmente en el mercado de Vega Sicilia Único, La Rioja Alta 890 Gran Reserva y Viña Tondonia Gran Reserva son, respectivamente, 2004, 1998 y 1994.

 

Lo que, por tanto, tenemos pocas ocasiones de catar con una edad suficiente como para determinar cuál ha sido su evolución desde su temprana salida al mercado son la gran mayoría de los vinos de regiones de menos raigambre y prestigio que Rioja y Ribera del Duero.

 

Y, de éstas, tampoco solemos seguir la pista de los Crianza, 'roble' y demás vinos de menos nivel en el escalafón. Las catas verticales son inhabituales, y la prensa del vino en España prodiga poco sus versiones de los 'What about now?' (¿Qué tal ahora?), esas revisiones de anteriores apreciaciones al cabo de diez años o más que Robert Parker popularizó en su 'Wine Advocate'.


Es de lamentar este estado de cosas porque la tradición del vino, de los grandes vinos, está íntimamente relacionada con su capacidad, no sólo de resistir el paso del tiempo, sino de mejorar durante años en la botella, que es donde los vinos de armonizan y van adquiriendo más y más capas de aromas, de sabores: de complejidad, en una palabra. La primera Ley de las Appellations d'Origine Contrôlée (AOC) francesa, la de 1935, decía que sólo los vinos capaces de envejecer al menos 10 años podían tener denominación de origen. Y eso incluía por igual a blancos y a tintos.

¿Cuántos de los vinos españoles de ahora podrían tener denominación de estar en vigor, aquí y ahora, aquella Ley? Ni en Francia serían muchos, claro: por algo se suprimió aquella exigencia. Las actuales reglamentaciones son mucho más tolerantes, y todo el mundo parece haberse resignado a esa verdad comprobada por estudios de mercado en países como Estados Unidos: un 90% del vino que se compra en las tiendas es consumido menos de hora y media después de su adquisición. Muy pocas personas, y siempre muy aficionadas al vino, disponen hoy de bodegas o de armarios frigoríficos adecuados, y también muy pocas son las que dejan envejecer los vinos en botella para seguir esa esperada evolución.

Sin embargo, la 'prueba del algodón' del que aspire a ser un gran vino sigue siendo, según todos los expertos, su capacidad de envejecimiento positivo. Y, sea cual sea la realidad de la reglamentación y del mercado actuales, las valoraciones independientes seguirán basándose en ese dato. Las catas verticales como las que de cuando en cuando podemos presentar en elmundovino ayudan a conocer esa capacidad, a establecer si un determinado vino debe ser considerado grande o no, y, dentro de su calidad, a fijar cuáles han sido sus añadas verdaderamente más grandes, que no siempre coinciden con el vaticinio que se suele hacer en sus primeros pasos. Ahí están esos riojas de 1982, que acabaron siendo menos longevos que los de 1981, o esos borgoñas de 1990 que iban a ser legendarios pero que en general están ya muertos y enterrados...

En España tenemos actualmente una categoría de vinos en la que la falta de seguimiento adquiere particular relevancia: se trata de los muchísimos vinos ambiciosos de nuevo cuño cuyas primeras añadas son posteriores al año 2000 o incluso al 2010. La explosión de nuevos proyectos, a menudo muy pequeños pero con mucho interés -porque se adentran en zonas vitícolas nuevas, olvidadas o sin prestigio anterior, y por ello con un seguimiento mediático quizá un tanto desmedido-, lleva a una profusión de proclamaciones de grandeza, en algunos casos prematuras.

Algunas experiencias que vamos teniendo de esos vinos al cabo de cinco, ocho, 10, 12 años de vida ya nos van dando pistas: algunos van claramente por el camino clásico de la mejora con los años, pero otros nos suscitan más dudas. Algunos, elaborados para ser explosivamente aromáticos en su lanzamiento, se caen con prontitud; algunos otros, de los elaborados con muy bajos niveles de sulfuroso, sufren procesos de oxidación...

Estamos en medio de un rico escenario de nuevas propuestas, que contribuyen a mantener viva la llama del interés por el vino. Pero también será interesante el juicio del tiempo, que irá –si esas catas 'revisionistas' y sus resultados se generalizan más que hasta la fecha- colocando a cada uno en su lugar.

 

VÍCTOR DE LA SERNA

 

Fuente: elmundovino.elmundo.es

 

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