Cada día, la lonja recibe las capturas que consiguen las barcas de la cofradía. El sector pesquero aporta la materia prima de una cocina tradicional marinera
El pasado de Peñíscola está ligado de manera especial al mar. La pesca sigue siendo una de las principales actividades económicas del municipio, algo que se combina con la labor del turismo. La combinación de los mejores productos del mar y la labor en los fogones, por parte de familias y profesionales de la restauración, ha dado como resultado una carta atractiva, en la que se combinan especialidades de toda la vida con platos más vanguardistas.
Los platos marineros están en las cartas de los restaurantes. - ROIG
El caragol punxent supone uno de los emblemas de la gastronomía local. Un producto que diferencia la cocina de Peñíscola con respecto a otras localidades marineras, y que en los últimos años se ha ido dando a conocer en diferentes eventos, como ferias de turismo. Precisamente es este producto el que encabeza los menús de las jornadas gastronómicas más veteranas de la ciudad, que se celebran cada mes de junio.
Tradicionalmente, el caracol de mar se ha preparado de forma sencilla, al vapor, aunque en los últimos tiempos se ha combinado con salsas como el romesco, e incluso como parte fundamental de una sorprendente hamburguesa que incluye también langostinos y una mayonesa de alcachofa. Las propuestas de estas jornadas gastronómicas también cuentan con platos que se han transmitido entre generaciones, como los arroces marineros o los suquets.
El alcalde de Peñíscola, Andrés Martínez, destaca que en la ciudad “está muy presente la relación entre la pesca y la gastronomía. Muchos restaurantes y bares del municipio apuestan por comprar producto en la misma lonja, dando a conocer el pescado local y aportando frescura a los miles de clientes que reciben estos establecimientos cada año”, concreta. El ciclo anual de jornadas culinarias también cuenta con el protagonismo del pulpo y el pescado de lonja de temporada.
MARISCO DE INVIERNO
Uno de los productos que ha ido sumando adeptos en los últimos años ha sido la galera. Considerada en el pasado como el ‘langostino de pobre’, su delicado sabor era conocido en las cocinas de las casas, pero tenía una menor presencia en los restaurantes, debido a su dura cáscara. En el mes de febrero se desarrollan unas jornadas en las que se da a conocer una amplia cantidad de platos con la galera como protagonista.
A estos elementos llegados desde el mar gracias al trabajo de las barcas peñiscolanas hay que sumar otras muchas variedades, como el langostino, y diferentes especies de pescado blanco y azul. Algo que se traslada a platos como los all-i-pebre de rape, pulpo o sepia. El campo local también aporta sabor a la cocina, con la alcachofa, las hortalizas o las verduras que se van recolectando en cada temporada. H
Fuente: elperiodicomediterraneo.com
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