El Gourmet Urbano: Una alternativa ante la crisis, manteniendo la salud: Pastelería integral con valor nutricional y deliciosa

miércoles, 5 de agosto de 2015

Una alternativa ante la crisis, manteniendo la salud: Pastelería integral con valor nutricional y deliciosa

Las cualidades de la pastelería integral no se reducen sólo a su aspecto nutricional, también puede resultar deliciosa, porque tiene un sabor más intenso, consecuencia del uso de alimentos completos; pero tiene fama de ser complicada por las supuestas limitaciones en cuanto a ingredientes, con relación a la tradicional, donde abundan la manteca, los huevos, las harinas refinadas y el azúcar blanca. Lo concreto es que se pueden incorporar nuevos sabores, con más energía.


La pastelería integral tiene fama de complicada por las supuestas limitaciones en cuanto a ingredientes en relación a la pastelería tradicional, donde abundan la manteca, los huevos, las harinas refinadas y el azúcar blanca. "Me resultó muy pesado", podemos llegar a escuchar de alguien que probó algún producto dulce integral. Seguramente, quien diga esto no haya tenido la posibilidad de probar un producto de pastelería integral bien hecho. Muchas veces, los intentos de convertir recetas clásicas a una versión integral se frustran en el proceso por no tener en cuenta algunas características que presentan los ingredientes.


Por ejemplo, es fundamental elegir una buena harina integral (extra fina). Muchas veces, la harina integral suele venir gruesa y es más cercana a un pan rallado que a una harina. Por eso, hay que elegir las más finas posibles. Es cuestión de probar en distintas dietéticas hasta conseguir la que nos resulte mejor. La harina integral orgánica que se consigue en el mercado es la mejor.

El azúcar integral es otro tema a tener en cuenta. Suele venir con muchos gránulos duros, por eso hay que disolverlos bien para que no queden luego en la preparación. Se recomienda batirla con el resto de los ingredientes líquidos, si es posible a baño María, para favorecer la disolución de los grumos. Otra opción es procesarlos o licuarlos para asegurarnos de que quede una pasta lisa, sin grumos.

En cuanto a la estética, el color de las preparaciones integrales es siempre más oscuro que el color de un budín o de una torta común y, por lo tanto, menos delicado. Pero son muchos los beneficios que lo contrarrestan: tienen más propiedades nutritivas, activan el tránsito intestinal por su alta presencia de fibras, y mejoran el funcionamiento del sistema circulatorio.

Pero las cualidades de la pastelería integral no se reducen sólo a su aspecto nutricional. También puede resultar deliciosa, porque tiene un sabor más intenso, consecuencia del uso de alimentos completos. La cocina integral recibe su nombre debido a que se realiza con harinas de granos enteros y no de granos refinados. Normalmente, el grano de trigo está formado por tres partes: el germen, donde se encuentran las vitaminas y ácidos grasos esenciales; el salvado (la capa exterior), que aporta fibra y minerales; y el almidón. En las harinas refinadas sólo se utiliza el almidón. De ahí que el pan blanco tenga menos valor nutritivo que el pan integral.

Para muchos, haber adoptado la comida integral a sus dietas se debe una elección de vida que tiene que ver con incorporar ingredientes más saludables y naturales a la comida de todos los días. Cuanto menos procesos químicos o industriales tengan, mucho mejor. De esta manera, se conservan propiedades que no están presentes en sus versiones refinadas.

También se suele decir, erróneamente, que la cocina integral es insulsa. Nada más alejado de la realidad. Es una cocina que suma sabores a la cocina clásica y que sorprende con sus propuestas.

La propuesta integral se convierte así en un desafío para los amantes de la cocina y abre un abanico de posibilidades nuevas. Incita a probar combinaciones con semillas y con frutas -frescas o secas-, y a jugar con insumos naturales en pos de una cocina sin conservantes ni tratamientos industriales.

Al ser sinónimo de cocina saludable, sus recetas tienen menos cantidad de materia grasa que las tradicionales. Se reduce la proporción de huevos o de manteca. Algunas veces, se prescinde de los mismos y se reemplazan por aceites de origen vegetal y otros elementos con poder ligante como pueden ser la fécula de maíz o la avena.

El resultado: comemos mucho mejor, nos aporta más energía, incorporamos nuevos sabores, ampliamos nuestras posibilidades culinarias y es un terreno que promueve la creatividad y la experimentación.

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