En la prestigiosa Guía Michelín -que este año ha presentado en Santiago de Compostela su famosa Guía Roja 2016 donde se recoge en función del lugar, presupuesto y saber cocinar a los mejores restaurantes de España y Portugal-, se confirma la buena racha de la cocina canaria en general y de la tinerfeña en particular; ya que, si bien recomienda nada menos que 69 locales en toda Canarias: dos en el Hierro y en La Gomera; cuatro en La Palma; cinco en Lanzarote; 14 en Fuerteventura; 16 en Gran Canaria y 26 en Tenerife; es en esta última isla donde recaen las codiciadas estrellas Michelin.
Nada menos que cinco estrellas; una más que en la edición anterior; ya que, si bien es importante obtener una nueva estrella, casi lo es más, mantener las que se han venido consiguiendo a lo largo de las distintas ediciones. Este año en Tenerife las cinco estrellas se reparten entre cuatro restaurantes: dos para el MB ubicado en el hotel Abama y una más para su otro restaurante, el japonés Kabuki, ambos situados en el municipio sureño de Guía de Isora; una estrella para el santacrucero restaurante Kazan, también especializado en cocina japonesa y, por último, y como novedad este año, el Rincón de Juan Carlos, emblemático restaurante situado en el municipio turístico de Los Acantilados de los Gigantes que pertenece al municipio de Santiago del Teide.
Estos galardones y estas recomendaciones vienen a premiar el esfuerzo, el trabajo y la perseverancia de cuantos se dedican a la cocina, y viene a demostrar la calidad y el nivel de nuestra gastronomía que, sin abandonar las tradiciones, han optado por una cocina creativa, utilizando nuestros mejores productos; y que tiene mucho más mérito porque dicha apuesta gastronómica tiene que luchar contra la lejanía de la metrópoli y contra una tradición secular de grandes chefs que acaparan desde hace muchos años todos los grandes premios.
Nuestra cocina viene demostrando que puede convertirse en un elemento más de la identidad canaria, además de apostar por constituirse en un importante recurso económico y turístico de primer orden; ya que la cocina forma parte de nuestro pasado y, por tanto, es algo que nos condiciona y nos conforma tal y como somos en la actualidad; por ello, vale la pena conservar y preservar – introduciendo las mejoras e innovaciones que fueran necesarias -, nuestras tradiciones gastronómicas y convertirlas en un poderoso atractivo turístico.
Dicho atractivo turístico puede demostrar que la importancia de nuestra diversidad culinaria– cada isla tiene su propia gastronomía-, puede y debe ser utilizado como un mecanismo diferenciador y, a la vez, como un elemento atrayente, basados en los distintos aspectos históricos y culturales de cada isla. Por ello es tan importante recibir estos premios; porque vienen a recordarnos que debemos seguir siendo fieles a nuestros productos y a nuestra tierra, viviendo en armonía con ella y sacando de sus entrañas y de su mar lo mejor que tienen y que nos pueda servir para seguir confeccionando platos que nos recuerden, a través de sus sabores y olores, a nuestras islas y a nuestros antepasados.
Fuente: ABC - España
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