Cada vez es mayor el número de personas que optan por consumir té o infusiones, elaborados con plantas y hierbas con cualidades medicinales, utilizadas y consumidas en función de la afección que se tenga, o del objetivo que busquemos respecto a sus diferentes propiedades. Por ejemplo, es habitual es uso de la infusión de manzanilla como digestivo, mientras que la infusión de valeriana destaca por sus interesantes cualidades relajantes y ansiolíticas.
En cualquier casi, también somos una sociedad en la que el consumo de café es igualmente elevado. Tanto, que se estima que en nuestro país cada persona consume por año alrededor de 4,5 kilos de café. Aunque nos ganan los países nórdicos (donde más se consume), de manera que por ejemplo en Finlandia se alcanza la increíble cifra de 12 kilos de café por persona al año.
Respecto al consumo de té e infusiones, nuestro país ha aumentado su consumo en los últimos años, al convertirse en opciones interesantes para quienes desean reducir el consumo de café, o para quienes desean disfrutar de las distintas cualidades que nos ofrecen una vez conocemos las virtudes que nos aporta su consumo regular. También es cierto que el incremento en el consumo de té se debe a la introducción de la cultura asiática en nuestro país.
Pero a pesar de optar por bebidas naturales saludables, también tendemos a azucarar nuestras bebidas en exceso. Es decir, en lugar de disfrutar el sabor -diferente- que nos aporta cada una de estas bebidas, enmascaramos su sabor utilizando abundantes cantidades de azúcar.
¿El resultado? Sin duda alguna, el uso tan ingente de grandes cantidades de azúcar está detrás del incremento del sobrepeso y la obesidad en nuestro país (unido, claro está, también a otros factores relacionados, como puede ser el sedentarismo y el seguimiento de una dieta además poco saludable).
Sea como fuere, somos una sociedad tremendamente azucarada, en la que se nos ha vendido que el problema de los alimentos era su grasa y no el azúcar que nos aportaban (en la mayor parte convertidos en hidratos de carbono simples y calorías vacías). Y pongamos un solo ejemplo: una única bebida azucarada nos aporta el azúcar que nuestro organismo necesita en todo un día.
Dicho de otra forma, tendemos a excedernos en el consumo de azúcar blanco, no solo el que usamos para endulzar nuestras comidas o bebidas, sino el que ya está incluido en los productos alimenticios que compramos.
De hecho, hace algún tiempo la propia Organización Mundial de la Salud afirmó que tomar una gran cantidad de azúcares simples al día no solo aumenta el riesgo de obesidad, sino que amenaza la calidad nutritiva de nuestra propia alimentación, aconsejando restringir su consumo a no más del 10% de nuestra ingesta calórica.
Por tanto, si deseamos disfrutar de una maravillosa taza de café, té o infusión, saludables y adecuadas siempre y cuando no exista ningún tipo de contraindicación y no las consumamos en cantidades excesivas, ¿qué opción podemos escoger para endulzarla? Te hablamos solo de las opciones más recomendadas.
Las opciones más saludables para endulzar nuestra bebida
Lo más adecuado: tomarla solo, sin endulzar
Es algo que ya te comentábamos en una ocasión anterior, concretamente en nuestro artículo sobre los beneficios del café solo: no hay nada mejor que disfrutar de nuestra bebida favorita sin añadir azúcar. Es la opción más saludable, y evidentemente, la más aconsejable.
Fundamentalmente porque de esta manera no aportamos calorías vacías a nuestro organismo, que forman parte de aquellos alimentos que no nos aportan ningún tipo de nutriente, y solo contienen calorías. Además, en la mayoría de las ocasiones esas calorías suelen ser muy elevadas.
Es más, ¿sabías que el consumo de azúcar en exceso, incluso en cantidades que aparentemente podríamos considerar como pequeñas, se aumenta de manera peligrosa el riesgo de sufrir diabetes tipo 2, así como otras enfermedades relacionadas?. Esto ocurre especialmente con los conocidos como azúcares libres añadidos a los alimentos o bebidas, entre los que precisamente se encuentra el azúcar de mesa (o la sacarosa).
Los peores: el azúcar blanco y los edulcorantes químicos
Si a pesar de lo indicado queremos seguir endulzando nuestra bebida, especialmente si el sabor del té o del café nos resulta algo fuerte, lo más adecuado es evitar siempre el azúcar blanco, un tipo de endulzante refinado muy común en la mayoría de casas de medio mundo, y que al ser un producto tan calórico -que solo aporta calorías vacías- puede producir sobrepeso y obesidad, sobre todo cuando su consumo es regular y/o excesivo.
Además, tiende a provocar una deficiencia de nutrientes, ya que además de estar completamente vacío (es decir, no nos aporta nada de nutrientes), ocasiona deficiencia de calcio y de vitamina B1.
Lo mismo ocurre con los edulcorantes químicos; esto es, la sacarina o el aspartamo, habitualmente utilizados por diabéticos y también por parte de la industria alimentaria. Aunque es cierto que son endulzantes con un contenido calórico nulo y un índice glucémico de 0, un estudio científico publicado en la revista especializada ‘Nature‘ hace algunos años asoció su consumo a alteraciones metabólicas.
Según este estudio, tanto la sacarina como otros edulcorantes artificiales son capaces de modificar la flora intestinal y facilitar el aumento de peso, lo que se traduce a su vez en que dificulta el control de los niveles de azúcar en la sangre por parte de nuestro organismo, aumentando el riesgo de diabetes tipo 2.
Estevia (o E-960)
En los últimos años se ha incrementado el uso y consumo de la estevia, un edulcorante que procede del extracto de la Stevia rebaudiana, con un aporte calórico prácticamente insignificante y cuyo sabor dulce equivale a unas 300 veces el que aporta el azúcar común de mesa.
No obstante, a diferencia de lo que se dice, la estevia no es un edulcorante natural. Al contrario, se elabora en el laboratorio a partir de la extracción -eso sí- de los glucósidos de esteviol de la citada planta.
Además, como indica Julio Basulto en un artículo publicado en el año 2015 en Eroski Consumer sobre si la estevia es o no saludable, “existen dudas sobre la seguridad de un alto consumo de estevia”, además de que “ningún estudio riguroso avala supuestas propiedades terapéuticas, preventivas y mucho menos curativas de la estevia”.
En cualquier caso, se trata de una opción endulzante evidentemente más adecuada que el azúcar refinado de mesa, de manera que su consumo es habitual por parte de personas con diabetes, dado que a pesar de contener glucosa no eleva el índice glucémico en sangre. No obstante, la recomendación es evidente: se debe controlar su consumo, y nunca excederse.
Pero al contrario de lo que también se dice, como comentan desde Dimetilsulfuro, la estevia no cura la diabetes (simplemente es apto para diabéticos), y tampoco cura el cáncer (solo se ha probado que no existe relación causa-efecto entre su consumo y la incidencia de esta enfermedad).
Panela: una opción más adecuada (pero sin excesos)
Llegados a este punto nos encontramos con la panela, que en los últimos años ha visto aumentar su consumo a medida que se incrementaba su conocimiento y popularidad. Se trata de un tipo de endulzante conocido como más “natural”, porque consiste en el jugo extraído de la caña de azúcar.
Es muy común en Colombia, de donde procede, aunque habitualmente se consume en prácticamente toda América Latina.
Posee un efecto endulzante mayor que el azúcar blanco, y su particularidad desde un punto de vista nutritivo es que posee su sabor natural y también todos sus nutrientes, al ser obtenido de manera natural y no haber sido refinado. Por tanto, al ser más pura no posee aditivos químicos, y sí contiene nutrientes que encontramos en el jugo de la caña de azúcar, como es el caso de vitaminas del grupo B, minerales (magnesio, calcio, fósforo, hierro, potasio, zinc, cobre, flúor, selenio y manganeso) y aminoácidos.
Por tanto, se trata de una opción endulzante más adecuado, aunque posee un poco menos de calorías que el azúcar blanco. De hecho, 100 gramos de panela aportan alrededor de 350 kcal, mientras que el azúcar refinado alcanza los 400 kcal. Sin embargo, la gran diferencia la encontramos en que se trata de un endulzante que no posee calorías vacías. Al contrario, aporta cantidades interesantes de nutrientes esenciales.
Miel: otra opción natural pero que debe ser consumida con moderación
La miel es un producto natural procedente de las abejas, que posee también un interesante poder endulzante, unido igualmente a los distintos nutrientes que aporta.
Se trata, igualmente, de otra opción natural más adecuada que el resto de edulcorantes, ya que aunque su aporte calórico continúa siendo alto es menor que el de cualquier otro edulcorante. Además, aunque su aporte en vitaminas y minerales sea pequeña, es bastante más en comparación con la cantidad de estas sustancias que encontramos en el resto de edulcorantes.
Destaca en este sentido la miel de caña, que aporta sobre todo fructosa, el cual se absorbe más lentamente y es también adecuada para personas con diabetes. No obstante, siempre y cuando sea consumida en pequeñas cantidades, ya que como advierte la Asociación Americana de Diabetes, el abuso de fructosa aumenta los niveles de colesterol y de triglicéridos.
Christian Pérez
Fuente: Natursan
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