Las bebidas que peor despertar desencadenan son, por este orden, el brandy o coñac, los vinos tintos y el ron. La relación, según distintos estudios, se completaría con whisky, vino blanco, ginebra y vodka. La razón que explica esta 'lista negra' de la resaca es la presencia en todas estas bebidas de una serie de sustancias «ponzoñosas» que se generan al descomponerse otros compuestos que están indefectiblemente presentes en el alcohol, en especial el metanol, la histamina, el acetaldehído y diversos polifenoles, que son en realidad, estos últimos micronutrientes con actividad antioxidante.
El vino tinto, mucho más que el claro y el blanco, ha demostrado en multitud de investigaciones sus bondades tanto como antioxidante, es decir como escudo para frenar el envejecimiento, como vasodilatador. Bebido con moderación -y este matiz es importante- se sabe que es cardiosaludable, porque la piel de la uva contiene resveratrol, que aumenta el colesterol 'bueno' (HDL) y protege contra la formación de trombos. Evita, por tanto, infartos, ictus y trombosis.
Menos de 14 grados
Los de mejor calidad resultan más saludables, porque son más naturales y, por tanto, en su proceso de elaboración han sido expuestos a menos químicos. Ahora bien, la medida sana del vino, en personas acostumbradas a beberlo, es de un máximo de dos copas al día, con las comidas para los hombres y una para las mujeres. Nada más. Esa diferente medida obedece por una parte al menor peso de ellas y por otra a que su organismo metaboliza peor el alcohol. Por razones de salud, debería evitarse toda bebida con una graduación mayor de 14 grados, la máxima recomendada para el vino.
El problema suele ser, según destacan los especialistas consultados, que muchos bebedores utilizan este argumento para tomarse algún vasito más. A partir de entonces, no sólo se pierde posible el efecto cardiosaludable, sino que la toma de alcohol se convierte en un riesgo para la salud en general. Esto explica porque muchos médicos prefieran desaconsejar toda ingesta de bebidas alcohólicas, incluida el vino
FERMÍN APEZTEGUIA
Fuente: El Correo
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