La misteriosa cepa debe su nombre a la palabra francesa “carmín”, que hace referencia al color de sus hojas en otoño antes de que se caigan. Se trata de una de las varietales más antiguas de Europa, donde actualmente se encuentra casi extinta debido a que a fines del siglo XIX una extraña epidemia de un insecto llamado filoxera, que afecta las hojas y raíces de las plantas, golpeó y arrasó con viñedos europeos en distintas regiones, sobre todo en la región de Bordeaux, Francia, de donde es originaria esta uva.
Aunque algunas plantas lograron sobrevivir, pero no las de esta varietal, pues sus cultivos eran débiles y siempre terminaban invadidos por plagas, por lo que los viticultores terminaron por rendirse con esta uva que casi desapareció de la faz de la tierra.
Lo que se desconocía es que antes de la plaga que devastó los viñedos en Europa, algunas variedades de uvas francesas habían sido llevadas a Chile para experimentar en los suelos americanos la producción de vino, entre ellas se encontraba la uva Carmenère (aunque nadie lo sabía), que logró adaptarse a la perfección al clima y el suelo de Sudamérica como si fuera una planta nativa, pues la varietal es propensa a plagas en climas húmedos. La geografía de la región, entre desiertos, mares y cordilleras, ayudó a que las plantas estuvieran libres de plagas y otras enfermedades.
Al ver el potencial de la uva, los enólogos chilenos lo aprovecharon y aunque no fue fçacil entender cómo plantarla, crecerla, cosecharla para que tuviera buenos resultados, fue tal el éxito de esta cepa en la región que comenzaron a llamarle Merlot chileno o Merlot tardío porque maduraba en otoño, lo que la convirtió en una de las uvas más emblemáticas del país, una uva que ahora tiene doble nacionalidad, la francesa y la chilena.
El curioso descubrimiento de la uva Carmenère
En la década de los 90, un enólogo francés llamado Jean-Michel Boursiquot, visitó diversos viñedos chilenos y probó el llamado Merlot chileno, al notar que era distinto a otros vinos Merlot que había probado en distintas regiones del mundo, se decidió hacer estudios más especializados en el ADN de la uva para conocer sus orígenes y la varietal de la que provenía; los científicos se llevaron una gran sorpresa al descubrir que se trataba de la extinta Carmenère, por ello también le llamaron la uva “Jurassica” que sobrevivió a todas las pestes y que es parte de la familia de la Cabernet Sauvignon.
Esta uva también se ha encontrado en viñedos de Estados Unidos (en California y Washington), Nueva Zelanda y Australia, por lo que se puede adaptar aunque no es fácil trabajarla.
¿A qué sabe la uva Carmenère?
Chile ahora es el mayor productor de vinos hechos a base de esta uva en el mundo. Algunas de las características de esta bebida son su color rojo carmesí oscuro de tonos violáceos intensos. En nariz tiene aromas a especias, frutos rojos, vainilla y pimienta negra; de aromas secundarios canela, clavo, café y cuero. En boca tiene sabores suaves de ciruelas negras, grosellas maduras y otros frutos rojos como la frambuesa, zarzamora o la fresa, con un final largo y agradable al paladar. La cepa produce por lo general vinos de alta expresión con taninos de intensidad media – alta, pero más ligeros que un Merlot o un Cabernet Sauvignon.
Los vinos de esta uva se pueden maridar perfectamente con cerdo, pato, aves de caza, quesos, comida mexicana, tailandesa y china.
El cultivo de esta varietal debe ser mui vigilado, pues si no se monitorea de cerca puede llegar a producir vinos ásperos, con pocas notas frutales o muy herbáceos. Su proceso de maduración es más lento que el de otras uvas tradicionales.
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