Lo cierto es que siempre será mejor una buena cerveza que un vino regular.
Caí en la cuenta en estos días de que hay muchos momentos que relaciono con una cerveza fría... lo más fría posible; “bien muerta”, como la describió recientemente el mesero de un restaurante en la península de Yucatán.
Pero estoy convencido de que una cerveza fría acompaña muy bien un ceviche, por ejemplo Foto: istock
Me gusta tener una cerveza al lado mientras cocino. Al menos durante los primeros pasos, porque muchas veces –sobre todo si se trata de una cocina abierta, y los invitados están al lado– una copa de tinto empieza a pedir pista muy pronto.
En todo caso, adoro la cerveza como preámbulo del vino. Creo que adquirí la costumbre en un restaurante madrileño cuando el dueño me preguntó como lo más natural del mundo si prefería una cerveza o una copa de jerez mientras ponía a respirar un Rioja inspirador.
Y es cierto que lo antecede bien, pero también lo es que muchas veces, la cerveza constituye el maridaje perfecto de algunos platos, hecha la aclaración de que no creo, en todo caso, en esos matrimonios indisolubles entre determinados platos y determinadas bebidas.
Pero estoy convencido de que una cerveza fría acompaña muy bien un ceviche, por ejemplo. Un ceviche con una leche de tigre en su punto, con el toque justo de picante y el toque justo de limón.
Y, por extensión, una cerveza también suele acompañar bien platos picantes y platos cuyas salsas tienen un innegable acento cítrico. De hecho, recomiendan una cerveza del tipo indian pale ale para ciertos curris.
Una cerveza es probablemente lo mejor que uno puede beber si cae en la tentación de una fritanga. Eso sí, que esté fría, porque en algunos piqueteaderos de la sabana tienen el desatino de ofrecerla sin refrigerar –eso que llaman “al clima”– y así acostumbraron a beberla a tanta gente que hace largas filas de domingo para probar un trozo de longaniza con papas criollas o un bocado de chinchulines crujientes con yuca frita.
Dirán que cada quien se toma la cerveza como le dé la gana, y yo en el fondo pienso que así debe ser. Pero lo que de verdad me gusta es la cerveza, y no esos disfraces líquidos que pretenden ocultar su sabor y sus características, como el refajo, por ejemplo.
Y, aunque soy consciente de que la mayoría de platos se disfruta mejor con vino, lo cierto es que siempre será mejor una buena cerveza que un vino regular.
SANCHO
CRÍTICO GASTRONÓMICO
Fuente: El Tiempo
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