La almendra o semilla de sarrapia es un rubro de exportación. / Foto: CORTESÍA
El árbol de sarrapia – un producto forestal no maderable- conocido también en el ámbito mundial como "cumaru", "kumaru", o "Brazilian teak" o por su nombre científico, Dypteryx odorata y Dypteryx punctata, puede llegar a medir unos 30 metros de altura, y la cosecha de su fruto se da todos los años a partir del mes de febrero.
Las áreas de cultivo más grandes mundialmente se encuentran principalmente en el sur de Venezuela, en el norte de Brasil, las Guyanas y en Trinidad y Tobago.
De la sarrapia algunos conocen muy poco y quienes la conocen transitan los caminos de la perfumería, lo gastronómico y la salud por sus propiedades curativas.
Desde el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), específicamente desde el Laboratorio de Procesos Etnopolíticos y Culturales del Centro de Antropología, se busca otro aspecto en la recolección del fruto de la sarrapia como una de las actividades de subsistencia tradicional; se trata a partir desde sus orígenes en el empoderamiento de los habitantes de la Parroquia de Aripao, municipio Sucre, estado Bolívar, del Bajo Río Caura, sobre la Sarrapia.
Bertha Pérez, jefa del Laboratorio de Procesos Etnopolíticos y Culturales del Centro de Antropología J.M. Cruxent del IVIC, comenta que los aripaeños han recolectado el fruto de sarrapia como parte de sus labores de manutención tradicional, “sin embargo, no fue sino a mediados del Siglo XIX cuando la almendra o semilla de sarrapia (conocida como tonka-bean) comenzó a ser un rubro de exportación-importación muy cotizado en el exterior por su componente químico, conocido como la cumarina, es decir, una sustancia aromática, similar a la vainilla, que por su propiedad adhesiva o fijadora es muy importante para la industria tabacalera, farmacéutica, de perfumería y últimamente, gastronómica”.
Desde ese momento hasta el presente, se pudo conocer, que las empresas internacionales no sólo han utilizado a los habitantes de la zona, es decir, a los conocedores de la recolección del fruto de sarrapia o conocidos como “sarrapieros”, con el fin de obtener y así exportar toneladas de almendras de sarrapia, sino también han sido a ellos a quienes les pagan el kilogramo de semillas de sarrapia en moneda nacional pero muy por debajo del valor establecido en el mercado internacional.
Entendiendo esto, desde el IVIC, y con el proyecto,“La Sarrapia (Dipteryx odorata [Aubl.] Willd.). El Poder Popular para los Habitantes de la Parroquia de Aripao en la Región del Caura”, se busca que los aripaeños se empoderen socio-económicamente, como empresarios, en el mercado nacional e internacional mediante la venta de almendras de sarrapia (o como opción, la cumarina) a aquellos compradores, es decir, emprendedores, artesanos y empresarios de este producto forestal no maderable para su utilización en la industria gastronómica y de perfumes particularmente.
Las áreas de cultuvo del árbol de sarrapia están extendidas por el sur de Venezuela. / Foto: CORTESÍA
El IVIC –manifiesta la doctora Pérez- a través de su proyecto, serviría de puente entre los habitantes de la parroquia y los compradores nacionales e internacionales, asumiendo el rol de asesor socio-económico, educativo y legal entre las partes interesadas.
“Posteriormente y dependiendo del éxito de este proyecto, se tiene como otra meta adicional en que sean los mismos habitantes de la Parroquia de Aripao los emprendedores en la creación y desarrollo nacional de la industria gastronómica y de perfumes, además de otros posibles derivados de la almendra o del fruto de sarrapia, así como de otros productos forestales no maderables”, señala.
¿Cuáles serían los aspectos importantes, desde el desarrollo de este proyecto, para Venezuela?
Diversos son los aspectos importantes en cuanto al avance de este proyecto, pero si ahondamos, desde el punto de vista humanístico, se quiere recalcar la participación de los habitantes de la Parroquia de Aripao, es decir, como empresarios en la venta de semillas de sarrapia (o la cumarina) desde el ámbito local hasta lo global.
Esta situación, “representa un impulso a la economía local, regional y nacional, apostando a su inserción directa en el mercado internacional (exportación-importación). Igualmente, la venta de semillas de sarrapia (o la cumarina) fortalecería el mercado nacional por ser tan buscado y apreciado en el ámbito gastronómico y artesanal, entre otros. Además, la comercialización de la semilla de sarrapia (o la cumarina) e inclusive la creación y desarrollo de industrias gastronómicas y de perfumes generarían fuentes de trabajo a nivel local”, recalca la antropóloga.
Asimismo, y en cuanto a los logros del estudio, se conoció que la intensión es diversificar el mercado internacional y nacional de la almendra de sarrapia (o cumarina) y disminuir la cadena de intermediarios; crear fuentes de trabajo; optimizar las obras públicas de las comunidades de la región; formar recursos humanos a través de becas o beneficios financieros y crear laboratorio(s) locales para la extracción de la cumarina, entre otros aspectos.
Resultados alcanzados
Hasta la fecha, entre los adelantos obtenidos, resaltan la interconexión con empresas transnacionales interesadas en compra de semillas de sarrapia (o la cumarina). Aunado a ello seguimos trabajando con el apoyo obtenido por parte de la Dirección del IVIC, “todavía faltan muchas cosas por concretar, recolectores (organizados) de la Parroquia de Aripao, personal del IVIC—Dirección, Consultoría Jurídica, Centro Tecnológico, Laboratorio de Procesos Etnopolíticos y Culturales, otros centros y departamentos, oficinas o enlaces pertinentes, estamos esperando retomarlo, ya que la Covid-19 le dio una pausa a este proyecto”, señala investigadora.
A pesar de la explotación de este producto forestal no maderable, los resultados de las investigaciones en esta temática han ayudado a entender y comprender la estrecha relación que los habitantes de la Parroquia de Aripao, particularmente los aripaeños, tienen con su entorno ecológico.
Fuente: El Sol de Margarita
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