El Gourmet Urbano: #VINOS #RESTAURANTES 🍷 | Cómo acertar con el vino en un restaurante

jueves, 11 de febrero de 2021

#VINOS #RESTAURANTES 🍷 | Cómo acertar con el vino en un restaurante

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Una lista de sugerencias y errores a evitar a la hora de elegir uno de los elementos fundamentales en un almuerzo o una cena
 
Acertar a la hora de elegir el vino en un almuerzo o una cena en un restaurante puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso de los mismos. Si es usted el encargado de hacerlo, nos permitimos sugerirle algunos trucos que no fallan y prevenirle ante algunos errores muy comunes a evitar.

-Antes de lanzarse a por la carta, es conveniente estimar un presupuesto. No es lo mismo pedir cuando se va "a calzón quitado" que cuando se quiere pagar, por ejemplo, 20 euros en bebida por persona. Una vez decidido, toca plantearse el número de botellas que se calcula que caerán y, en función de ello, decantarse por vinos de gama media o alta.

-Ni el vino más barato es el peor ni el más caro es el mejor. Unos euros de diferencia, arriba o abajo, pueden marcar diferencias estratosféricas.

-Siempre hay que preguntar al resto de comensales por sus gustos. Si a alguien no le gusta el vino blanco o el vino tinto, por mucho que sea el que mejor va con los platos ordenados, no tiene sentido pedirlo. La solución es alcanzar un consenso o, salomónicamente, que cada uno tome el que prefiera.

-No hay que obsesionarse con las armonías. Lo de blanco con pescado y tinto con carne es cosa de otros tiempos. Como de lo que se trata es de disfrutar, hay que decantarse por lo que de verdad apetezca en cada momento.

-En los menús degustación largos, el propio restaurante suele sugerir opciones de maridaje, con tantas copas diferentes como platos que, a veces, puede llegar a hacerse muy pesado. Salvo en determinadas casas donde la selección de vinos es casi tan importante como el menú en sí, nuestra recomendación en estos casos es optar por un vino base que acompañe la comida (un espumoso, un blanco con cuerpo, un tinto ligero) y, puntualmente, acompañar determinados platos con un vino específico (unas alcachofas con un amontillado, un foie con un madeira o un sauternes...).

-Que los tintos se toman a temperatura ambiente es una leyenda urbana trasnochada. Si un tinto está demasiado caliente (lo que provoca que sobresalga el alcohol y se desequilibre) no hay que tener reparo en demandar que nos los pongan a enfriar en un cubitera. Del mismo modo, un blanco excesivamente frío prácticamente no sabe a nada.

-Ojo con las copas. Una copa equivocada puede estropear un gran vino. Niéguese a que le sirvan en catavinos, flautas, pompadour y aberraciones similares.

-No hay que tener miedo en hablar de precios. Si el sumiller nos propone un "estupendo vino fuera de carta", hay que preguntar cuánto cuesta. Que luego llegan los sustos a última hora...

-Solicite que le dejen la botella a mano para poder regular el consumo. Si no pudiera ser por cuestiones de protocolo del local, al menos que esté siempre a la vista, para saber cuánto queda y no llevarse la sorpresa de que se ha terminado a mitad de un plato.

-Los experimentos se hacen en casa y con gaseosa. A lo mejor a usted le apetece probar un vino exótico que no conoce y del que ni siquiera ha oído hablar, pero igual sus acompañantes (salvo que también sean enópatas irreductibles), para un día que salen, prefieren ir sobre seguro.

-Y lo más importante: disfrutar, disfrutar y disfrutar.

Fuente: El mundo

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