Los monjes bautizaron a la cerveza como ‘pan líquido’. Foto: iStock |
Se acerca la Semana Santa y esta historia de unos monjes alemanes sorprende a los creyentes.
En la religión católica existe una práctica, bastante conocida, que se realiza durante la Cuaresma: el ayuno.
Durante 40 días los creyentes toman la decisión de abstenerse de consumir carne o cualquier otro alimento que la Conferencia Episcopal determine, con el objetivo de volverse más conscientes de su propio equilibrio y existencia.
Otra de las razones que fundamentan el ayuno es el alejarse del consumismo, entendido como la acumulación de productos que no son esenciales.
La Iglesia Católica fijó el ayuno como práctica obligatoria en el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. Sin embargo, aunque parezca contradictorio, las bebidas alcohólicas pueden ser consumidas y no lo rompen.
Según ‘ACI Prensa’, agencia de noticias católica, en el siglo XVII existió un grupo de monjes en Alemania que ayunó estrictamente con cerveza.
Martin Zuber, maestro cervecero de Paulaner, una de las compañías cerveceras más importantes del mundo, fundada en 1634, corroboró la historia.
Según él, como los sólidos están restringidos durante este periodo y el agua no es tan sustanciosa, los monjes decidieron fabricar su propia cerveza. La bebida contenía una gran cantidad de carbohidratos y nutrientes, los cuales satisfacían sus necesidades.
De hecho, los monjes ofrecían la cerveza como limosna a los más necesitados. Más tarde, la comercializaron y pasó a ser de la cervecería Paulaner.
La cerveza fue llamada ‘Salvator’, lo que significa ‘Santo Padre’. Al día de hoy esta historia sigue despertando la curiosidad de la gente.
En el 2011 un periodista de Iowa, Estados Unidos, hizo el ayuno de los monjes alemanes y contó su experiencia en un blog de ‘CNN’.
J. Wilson relató que fue motivado por la “poca documentación disponible sobre los detalles de sus ayunos”. De este modo, decidió comprobar si la historia era cierta él mismo.
El periodista consumió 4 cervezas por día entre semana, y 5 los fines de semana.
Como él mismo describió, sintió hambre durante los dos primeros días, pero luego su cuerpo alcanzó un nivel de concentración que nunca antes había experimentado.
A pesar de que perdió 12 kilos en el proceso, dice haber ganado mucho más mentalmente, pues pudo diferenciar sus deseos de sus necesidades reales.
Fuente: El Tiempo
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