SANTI M. AMIL |
En la terraza de Amarelo es posible degustar comida mexicana, italiana, venezolana o gallega
Isabel Lapioli abrió el gastrobar Amarelo en Celanova a finales del 2019. Su padre, emigrante retornado, se enamoró de la casa, que data de 1791, en la que está ubicado hoy en día el restaurante y la animó a venirse de Venezuela y emprender su propia aventura.
Cuando Isabel vio el espacio no tuvo ninguna duda. La conquistaron los muros de piedra, las ventanas y balcones de madera, la luz que tiene el salón y la joya de Amarelo, su terraza. «Creo que es un lugar con muchísimo encanto. La terraza es lo más especial porque mantiene la esencia rural de lo que fue la casa, se preservó en todo momento la estructura original, pero está salpicada con toques de color y tendencia moderna», explica Isabel.
La gastronomía para ella era pan comido y de hecho en su restaurante se combinan cuatro diferentes. La de Venezuela, donde nació Isabel; la de Italia, de donde es natural parte de su familia; la de México, donde vivió durante doce años; y la de Galicia, donde está su origen, su presente y su futuro.
La gastronomía para ella era pan comido y de hecho en su restaurante se combinan cuatro diferentes. La de Venezuela, donde nació Isabel; la de Italia, de donde es natural parte de su familia; la de México, donde vivió durante doce años; y la de Galicia, donde está su origen, su presente y su futuro.
Así en su local lo que más salen son los tequeños, que ponen con una salsa de panela dulce, pero también los nachos completos, los risottos o las hamburguesas gourmet. Hay arepas, tacos, pastas y pulpo á feira. «Desde el principio supe que quería proponer algo diferente y lo hice fusionando gastronomías», dice.
Y de hecho sus propuestas culinarias cambian según la temporada y según las preferencias del cliente también. «Nos gusta que Amarelo sea un lugar para quedarse y disfrutar a gusto. Ya sea del desayuno, del vermú, de la comida o de la cena», explica Isabel. Con el covid ha implementado además el servicio a domicilio. El nombre fue ocurrencia de su hijo, José Daniel: «Por el tono amarillo de la piedra que es muy característico». Y se ve que les ha dado suerte porque en su terraza siempre hay gente, ya sea que sale un rayo de sol o con la estufa puesta.
MARÍA DOALLO
Fuente: La Voz de Galicia
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