Barricas donde maduran las cervezas de Cantillon. L. B. |
Para demostrar que en Bélgica la cerveza es casi una religión no hace escudarse en la centenaria tradición del país o en sus abadías cerveceras. Ni siquiera hay que esgrimir que este país tenga un estilo autóctono, como las cervezas lámbicas de la región de Pajottenland.
El dato definitivo para sostener esta afirmación es que en el sitio más insospechado, como puede ser la cafetería del magnífico Museo del Cómic de Bruselas, puedes encontrar varios, y variados, grifos de cerveza. Puede parecer algo nimio, pero Bélgica, y su capital, viven por y para la cerveza.
Intentar hacer una selección de las mejores cervecerías de Bruselas es como elegir las mejores pizzerías de Roma o las mejores hamburguesas de Nueva York. Misión imposible y una tarea en la que siempre habrá enmiendas. Sin embargo, esta selección de VIAJES puede servir para disfrutar, en una docena de templos y en cuanto se pueda, de una de las bebidas que ha definido este país.
LA GRAND PLACE
La capital del país es un hervidero de cervecerías y lugares míticos donde degustar esta bebida. El epicentro político de Europa tiene fábricas, tiendas, cerveceras especializadas y restaurantes donde esta bebida es la protagonista absoluta.
En la hermosísima, y turística, Grand Place, se puede disfrutar de varias. Sin embargo, la más llamativa se encuentra 'escondida' detrás de la Plaza. Es la Cervecería-Teatro de Marionetas Toone (Rue du Marché aux Herbes 66), uno de los teatros de muñecos más antiguos del mundo. Tomarse una cerveza aquí va más allá de echar un trago. Se puede disfrutar de un espectáculo casi perdido al que en su momento asistió, por ejemplo, la Reina Fabiola de Bélgica.
Si se quiere 'huir' del epicentro turístico, basta con coger la adoquinada Rue de l'Etuve para llegar en pocos minutos a Poechenellekelder (Rue du Chêne 5). De nombre impronunciable, esta cervecería, que celebra en 2021 su 30 aniversario, tiene un catálogo abundante de cervezas que se pueden acompañar con embutidos y quesos del norte de Europa.
Desde su terraza se puede disfrutar una de sus incontables cervezas Belgas, con especial atención a las ácidas, mientras se ven 'hordas' de turistas fotografiarse compulsivamente con el Manekken Pis. En su interior, mesas de madera, en un ambiente cargado de marionetas, parafernalia de teatro y memorabilia de distintas marcas cerveceras.
Muy cerca de esta cervecería se encuentra una de las dos direcciones Moeder Lambic (Place Fontainas 8), uno de los templos imprescindibles donde se mezclan estilos 'modernos' con cervezas de fermentación espontánea. Una veintena de grifos, varios de ellos dedicados a estilos belgas, para maridar con sus tablas de quesos y embutidos belgas. De tapa, un poco de malta tostada para masticar, casi literalmente, cerveza. En su terraza se puede disfrutar, cuando el tiempo lo permite, de cervezas hecha a apenas unos kilómetros como las de Cantillon.
La zona de degustación de Nanobrasserie L'ErmitageL. B.
Si no se quiere salir de la zona más turística, escoltando a las Galeries Royales Saint Hubert está uno de los locales clásicos, y típicos, de la capital. A la mort subite (Rue Montagne con Herbes Potagères 7) es un emblema cervecero de la capital, con una amplia selección, tanto en grifo como en botella. El local coge su nombre de un modo de juego que empleaban los oficinistas del Banco Nacional Belga para terminar la partida y volver al trabajo. La "muerte súbita" a la que jugaban sirvió a Theophile Vossen para nombrar el local cuando se trasladó a esta localización en 1928.
Cerca de la Grand Place también está otro de los lugares más visitados por los amantes de la cerveza. Delirium Café (Impasse de la Fidélité 4) es reconocible por su elefante rosa y su puerta azul. Dentro del local, mesas de madera y una barra de la que cuelgan, literalmente, decenas de grifos de cerveza de toda clase. Si no sabes qué tomar siempre se puede optar por una de sus propias y potentes cervezas. Casi frente a la puerta de la cervecería, se puede ver a Jeanneke Pis, la alter-ego femenina del famoso Manneken Pis.
A cinco minutos, y callejeando por las calles del centro, se encuentra la plaza de la Bolsa con el imponente edificio del mercado de valores, mandado construir por Napoleón en 1801 aunque no se erigió hasta finales del siglo XIX. A un costado del edificio está Café Le Cirio (Rue de la Bourse 18), un establecimiento decorado al más puro estilo Art Nouveau fundado en 1886 por Francesco Cirio. Ahí se puede tomar una cerveza belga entre sus mesas de madera, grandes lámparas, una vetusta máquina registradora y camareros con levita.
MÁS ALLÁ DE LA GRAND PLACE
Saliendo del centro de la ciudad, la actividad cervecera también es efervescente. En el norte de la ciudad, muy próximos al río Senne, se encuentra Brussels Beer Project (Rue Antoine Dansaert 188), una de las cerveceras artesanas de más proyección de Bélgica y que nació gracias a un proyecto de crowfunding. Sus cervezas, que combinan el espíritu tradicional belga con recetas más modernas, se pueden encontrar en multitud de bares y restaurantes de la ciudad.
Interior del Poechenellekelder.L. B.
Bajando en la estación Bruselas-Midi se puede visitar Brasserie Cantillon (Rue Gheude 56, 1070 Anderlecht), el templo bruseliense de las cervezas de fermentación espontánea. En esta fábrica-museo, que lleva más de un siglo instalada aquí, hacen algunas de las cervezas lámbicas más aclamadas por los expertos y los consumidores. La fábrica se puede visitar tanto por libre como con un guía que te explicará el proceso 100% natural con el que se elaboran estas cervezas de fermentación espontánea. Después, se pueden catar varias de sus referencias, que han pasado largo tiempo en enormes barricas.
A un paso de Cantillon está está la Nanobrasseire L'Ermitage (Rue Lambert Crickx 26, 1070 Anderlecht). El adjetivo 'nano' hace referencia al tamaño de su fábrica y su producción, bastante pequeña, no a la calidad de sus cervezas, admirada por los entendidos en la materia. El maestro cervecero de Cantillon, Jean van Roy, visita esta cervecera con frecuencia, lo que da idea de la calidad de sus bebidas.
Si ha llegado a Bruselas por tren desde otra ciudad, puede tomar la última antes de marcharse en dos cervecerías que comparten la misma manzana. Brasserie 28 (Boulevard de l'Impératrice 3) es una cervecera enfocada en cervezas de bajo contenido alcohólico. Si se quiere optar por algo más 'popular', BrewDog (Putterie 20) tiene un local a un paso de la estación Gare Central.
Para los que apuesten por la combinación de alta gastronomía y cerveza, Bruselas también ofrece varias opciones. Una de las más aclamadas es Les Brigittines (Place de la Chapelle 5), una antigua oficina de correos reconvertida en restaurante. Su cocina franco-belga usa productos de temporada para ofrecer una cuidada selección de la cocina del país. Y sí, por supuesto, tiene mejillones en la carta.
LUIS BLASCO
Fuente: El Mundo
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