No, no es un restaurante para una cita romántica. FOTO: MEZLI
Se inaugura esta semana en San Francisco y su menú tiene más de 64.500 posibilidades.
Vale la pena aclararlo primero: es cierto que no es el primer restaurante robótico. Ya hay algunos en los que los responsables de llevar la comida a la mesa son robots. Y otros en los que los robots se encargan de las bebidas. Pero lo que hace diferente a Mezli es que es el primero en eliminar a los humanos por completo de la operación en el propio restaurante.
La idea es de tres estudiantes de California, Alex Kolchinski, Alex Gruebele y Max Perham (experto en software e inteligencia artificial, un prodigio en robótica y un ingeniero aeroespacial respectivamente) que decidieron que comer fuera y sano era muy caro para quienes deben pagarse los estudios. Y crearon un robot para que les haga la comida y todo a partir de 6 euros el plato. Dos años después de esta decisión, el 28 de agosto abrirá las puertas Mezli… bueno no abrirá las puertas, sino sus pantallas táctiles.
Sus creadores construyeron lo que es esencialmente un gran contenedor refrigerado y lo llenaron con máquinas capaces de dividir los ingredientes en porciones, poner esos ingredientes en cuencos, calentar la comida y luego llevarla a un lugar donde los comensales puedan recibirla. Los ingredientes son preparads por Eric Minnich (una estrella Michelín) en un almacén y luego se llevan a Mezli. De toda esta preparación se encargan apenas 3 personas. En el interior del restaurante hay varios hornos que calientan o completan la cocción y la entregan al comensal. Hay un menú fijo (pollo za’atar con limón con arroz con cúrcuma, coliflor asada y camote con arroz rojo, cordero desmenuzado y tzatziki con champiñones asados y tomates…) o también es posible elaborar nuestro propio plato combinando los ingredientes… lo que da como resultados unas 64.800 opciones posibles combinaciones.
En el lado positivo está el precio de sus platos, la amplia variedad, que no requieren conexiones de gas, extractores ni conexión a servicio de agua, lo que permite que se instale prácticamente en cualquier sitio. El problema es que el punto de cocción será universal, no habrá posbilidad de queja y perdemos el elemento humano. Pero para gustos...
JUAN SCALITER
Fuente: La Razón
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