Las nuevas tecnologías, la obvia mejoría de las calidades de los vinos en todas las DOs y una gran demanda de envases alternativos a nivel internacional, han significado el resurgir de, en este caso, el bag-in-box. Literalmente traducido como ‘bolsa en una caja’, este tipo de envase consiste en una bolsa de polietileno, con un grifo, que se encuentra en una caja de cartón de distintos formatos (desde 1,5 hasta 20 litros). Así, se pueden encontrar vinos jóvenes muy buenos, y muy frescos.
Pero ¿cuáles son sus ventajas?: Conserva el vino en condiciones óptimas
Sin duda, esta es la principal ventaja, especialmente para los amantes del vino. El vino está totalmente protegido, sin recibir la luz exterior, por lo que no se oxida. Además, el sistema de grifo hace que el envase permanezca perfectamente cerrado, y la bolsa se contrae a medida que se vacía de vino, impidiendo la entrada de oxígeno. Esto que el vino se conserva en óptimas condiciones durante varias semanas después de haberse abierto, con el mismo color y claridad, aromas y sabores.
Fácilmente apilable y transportable
Al ser un envase –normalmente– tipo caja, es decir, con todas sus caras planas, es fácil de transportar, aprovechando todo el espacio de la caja de agrupación. Lo cual es útil también en casa ya que cabe en la nevera sin los problemas que suele dar una botella de cristal. Es mucho más ligero que las botellas y muy robusto; las posibilidades de rotura se minimizan.
Más barato y versátil
Este tipo de envase suele contener de 1,5 a 5 litros para consumo doméstico, y hasta 20 litros para hostelería, por tanto, se producen eficiencias y economías de escala en la cadena de producción y envasado, que se trasladarán al precio final al consumidor, por lo que la relación calidad precio es excelente. Ojo, más barato no significa que sea malo. El mismo vino en botella y en bag in box es… el mismo vino.
I'm Your Organic es la gama de vinos ecológicos y eco-friendly de Hammeken Cellars y se alzó con el premioPalme D'or Des Designers. |
Sostenibilidad
Nás ligero, más fácil de transportar, economías de escala en el proceso de producción… Todos estos factores influyen en que la huella de carbono de este tipo de envases sea muy inferior a la de los envases alternativos. Asimismo, tanto el cartón como la bolsa son totalmente reciclables, con lo cual el aprovechamiento es máximo.
Más visibilidad de marca
Desde el punto de vista estrictamente de marketing y packaging, los bag-in-box permiten exponer la marca y sus valores en toda la superficie del packaging y permite expandir la creatividad, haciéndolo más bonito y atractivo (¡hay quién los colecciona!).
También es cierto que los bag-in-box no son ideales para todos los vinos ni para todas las ocasiones. Por ejemplo, no es el packaging ideal para madurar el vino, porque con el tiempo pierden su frescura, por lo que sólo es recomendable para vinos jóvenes. Por otro lado, es un buen envase para fiestas, picnics o simplemente para tomar a diario; quizá no es tan aparente para ocasiones más formales.
En una industria con tradiciones tan arraigadas como es la vitivinícola es comprensible que haya cierta resistencia a nuevas técnicas que se pueden percibir invasivas o que no cumplen con los códigos establecidos. Pero no se deben ignorar avances que suponen una mejora clara para todo el sector y para los consumidores.
En otros países lo tienen muy claro: Suecia es el mayor importador del mundo de BiB, y el 60% de las ventas es en este formato; le siguen EE UU, Noruega, Eslovaquia y Alemania por ese orden. Incluso en Francia se han apuntado a la tendencia. En otros países productores como Australia (donde se inventó este tipo de envase) o Nueva Zelanda, hace ya más de 50 años que los BiBs están en el mercado.
Hammeken Cellars
Fuente: interempresas
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