Calor no puede ser combatido con cerveza, por desilusionante que sea. En la fotografía, la Expo Michelada de 2016. (AP Photo/Rebecca Blackwell) |
Cerveza después de hacer deporte: ¿beneficiosa o perjudicial?
El calor goza de su momento cumbre en este momento del año en México. En este mes han sido 24 los Estados de la República que han rebasado los 30 grados, y cuatro los que han superado la barrera de los 40. Lo peor, para quienes no siente afecto por este clima, es que todavía falta mucho más: de hecho abril está pronosticado como el mes en el que se romperán récords históricos de temperaturas elevadas en el país. Así que lo mejor es hacerse la idea de que no esto no va a parar pronto.
Y dentro de los métodos para sobrellevar el calor y sus embates pocos son tan recurridos como una buena cerveza. Cualquier motivo parece bueno para destapar unas 'frías' y más con el contexto actual. Pero hay una realidad que resulta triste y decepcionante: la cerveza, en realidad, no sirve para combatir ni el calor ni la deshidratación. Sí, esa imagen de una chela servida con su respectivo hielo para paliar el infierno no es para nada precisa.
Todo tiene que ver con el efecto diurético que posee la cerveza, ese que provoca unas ganas constantes de orinar a los pocos minutos de haberla ingerido. “No puede ser buena para hidratarnos porque el alcohol tiene un efecto diurético que conlleva una alta deshidratación. Por idéntica razón, la cerveza tampoco ayuda a que el organismo se recupere después de un deporte intenso”, explicó el académico Miguel Herrero, del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación de Madrid, a The Conversation en declaraciones recuperadas por El Financiero.
Además de provocar una micción constante, el consumo de cerveza inhibe la producción de la hormona vasopresina u hormona antidiurética, la cual se genera en el cerebro y su ausencia profundiza en que se elimine una cantidad excesiva de agua, según explicó el médico Elmer Huerta, especialista en salud pública, a CNN.
Mesero lleva una orden de cervezas en un bar de Ciudad Juárez, Chihuahua, en 2017. (REUTERS/Jose Luis Gonzalez) |
Pero eso sí, hay algo "optimista", si se le puede ver de ese modo: una cerveza en pequeñas dosis sí puede servir para combatir el calor —aunque, claro está, a nadie le gusta hablar de dosis pequeñas cuando se habla de cerveza—: "La idea sería que la persona, si quiere tomar alcohol, que no se pase de una cerveza por cada dos horas, que es el tiempo que el hígado necesita para metabolizar el alcohol que está en una botella de cerveza o en una copa de vino. Es decir, una cantidad muy leve, muy moderada", explicó Huerta.
Abelardo Ávila, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ), también alertó en 2017, en entrevista con El Universal, que el consumo de cerveza eleva la temperatura corporal. A los dos factores de deshidratación en boga, es decir, el calor y el consumo de cerveza, se añade otro factor: la proliferación de infecciones estomacales durante esta época. Y Ávila explica que ninguna otra bebida, que no sea el agua, puede ser tan efectiva para hacer frente a la deshidratación por calor (los sueros sólo funcionan cuando se ha contraído una infección, pero no como método "preventivo").
Es triste, pero es la realidad: la cerveza no tiene utilidad para combatir ni el calor ni la deshidratación. Su consumo en estas épocas es contraproducente, por más ilusión que genere acudir a las chelas con el calor de la época como pretexto. Es mito se suma a otros como aquel de que los mexicanos tenemos un estómago más fuerte que los extranjeros por comer mucho en la calle. Al final, son eso: mitos y toca desmontarlos, aceptar la realidad, aunque duela. Ya habrá tiempo para tomar revancha en otros momentos del año, cuando el calor no sea un impedimento y cuando tomar una cerveza cada dos horas no sea una opción.
Omar Peralta
Fuente: Yahoo
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