- Un estudio reciente desata el temor y la polémica en torno al consumo de eritritol. Explicamos cómo fue investigación y qué conclusiones pueden extraerse acerca de la seguridad de este edulcorante
- Adiós al azúcar: este es el endulzante natural que previene la diabetes
En los últimos días se habla mucho sobre los posibles riesgos de un edulcorante llamado eritritol porque un estudio reciente relaciona su consumo con accidentes cardiovasculares, como infartos o ictus. ¿Significa esto que debemos evitar su consumo? En este artículo lo explicamos con detalle. Para ello, definimos los tipos de edulcorantes que existen, ahondamos en el eritriol y analizamos la investigación en profundidad.
Eritritol, sustituto del azúcar
El eritritol es uno de los edulcorantes de moda debido, sobre todo, a las bondades que se le atribuyen por su origen natural y a que ha sido popularizado por varios personajes famosos. Muchas personas lo consumen como sustituto del azúcar, que en los últimos años se ha convertido en el enemigo público número uno por su enorme presencia en la dieta y por los riesgos que eso supone para la salud.
Para hacernos una idea, en España los niños y adolescentes ingieren unos 50 gramos de azúcares añadidos cada día, procedentes sobre todo de refrescos, chocolates, galletas, bollería y postres lácteos azucarados (ANIBES, 2017). Un consumo habitual o excesivo de azúcar se relaciona con problemas de salud como caries, obesidad, diabetes tipo 2 o enfermedades cardiovasculares, entre otros.
No obstante, el consumo de edulcorantes se remonta mucho tiempo atrás, cuando se popularizaron sobre todo por motivos estéticos, ya que se decía que “el azúcar engorda y los edulcorantes no”.
Tipos de edulcorantes y diferencias
Habitualmente se habla de los edulcorantes como si fuera un grupo de sustancias idénticas con las mismas características. Es cierto que comparten algunas: por lo general son acalóricos o aportan muy pocas calorías, no son cariogénicos y no provocan un aumento de la glucosa en sangre. Pero también debemos tener presente que son diferentes compuestos y cada uno de ellos tiene unas características particulares. Normalmente se clasifican en dos grupos:
🔸 Edulcorantes intensos
Se llaman así porque tienen un poder edulcorante muy superior al del azúcar. Por eso se necesita muy poca cantidad para endulzar los alimentos. Entre ellos se encuentran algunos muy conocidos, como el aspartamo, la sacarina, el acesulfamo potásico, los ciclamatos o los glucósidos de esteviol (coloquialmente conocidos como “estevia”). Para hacernos una idea, el poder edulcorante del aspartamo es 200 veces superior al del azúcar.
🔸 Polialcoholes
Entre ellos, se hallan algunos como sorbitol, maltitol, xilitol, manitol, maltitol, lactitol y también el eritritol que protagoniza este artículo. Estas sustancias se obtienen a partir de azúcares y, por lo general, tienen un bajo aporte calórico.
Imagen: iStock |
¿Qué es el eritritol?
El eritritol se encuentra de forma natural en algunas frutas, como uvas, melones o peras y en alimentos fermentados, como cerveza o queso, aunque para su uso industrial se obtiene a partir de la fermentación de azúcares llevado a cabo por levaduras.
Se emplea como edulcorante de mesa, para aportar sabor dulce, aunque su poder edulcorante es aproximadamente un 30 % menor que el del azúcar, por lo que se suele combinar con otros edulcorantes. También se usa como humectante, es decir, para retener agua.
Se clasifica con el código E-968 y se puede emplear en productos como helados, confituras, chicles, bollería, galletas, etc., siempre que se trate de versiones sin azúcares añadidos o de valor energético reducido.
Entre sus ventajas, comparte con otros polialcoholes que no provoca caries y que tiene un bajo aporte calórico (0,2 kcal/g) debido a que apenas se metaboliza y se expulsa a través de la orina. Pero también comparte un inconveniente, y es que una ingesta excesiva puede producir efectos laxantes. Más allá de eso, ¿su consumo es seguro?
Qué dice el nuevo estudio sobre el eritritol
El estudio que ha puesto el foco sobre el eritritol relaciona este edulcorante con un mayor riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares, como infartos e ictus. Para llegar a esa conclusión realiza diferentes análisis.
En primer lugar, se estudian datos de tres grupos de población a lo largo de tres años (unas 4.100 personas de Estados Unidos y Europa), encontrando que cuanto mayor es el nivel de eritritol en el plasma sanguíneo, mayor es también el riesgo de sufrir un evento cardiovascular.
Ahora bien, hay que señalar que correlación no implica causalidad. Podemos entenderlo fácilmente con un ejemplo. Cuando llueve, el suelo se moja, así que son dos eventos que están relacionados. Pero que el suelo esté mojado no implica que haya llovido. Puede haber ocurrido por otras causas; por ejemplo, porque haya pasado un camión regando las calles para limpiarlas.
Es importante tener esto siempre presente a la hora de interpretar un estudio en el campo de la nutrición porque la mayoría, como este, son observacionales, es decir, se limitan a observar datos para estudiar relaciones entre ellos. Así que a veces se encuentran correlaciones que no son causales.
👉 El eritritol que produce nuestro cuerpo
En este caso es aún más importante tenerlo en cuenta porque se estudiaron grupos de población formados por personas con especial riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares o que ya los habían sufrido en el pasado, de edad avanzada (la media de edad en los tres grupos estaba comprendida entre 63 y 75 años), elevado peso corporal, con alta incidencia de diabetes tipo 2, hipertensión, etc.
Además, como se menciona en el estudio, el eritritol es un compuesto que no solo procede de la dieta, sino que también se produce de forma endógena, es decir, nuestro cuerpo puede producirlo a partir de glucosa. De hecho, algunos estudios indican que se produce en mayor cantidad en personas con diabetes tipo 2, obesidad u otros problemas metabólicos, así que podría tomarse como marcador para predecir el riesgo de enfermedad cardiovascular. Es decir, esos estudios nos dicen que es posible que el suelo esté mojado porque lo han regado.
En el estudio que protagoniza este artículo se mantiene la hipótesis de que el suelo está mojado por la lluvia, es decir, que el consumo de eritritol es el que provoca esos eventos cardiovasculares, pero solo se tiene en cuenta el nivel de esa sustancia en el plasma de las personas estudiadas, sin considerar si procede de una producción endógena o de la dieta, ni la cantidad consumida a través de los alimentos.
👉 Estudios in vitro, con ratones de laboratorio y con ocho personas sanas
Los investigadores no se limitan solo a realizar esos análisis observacionales. Plantean la hipótesis de que la correlación que acabamos de comentar se debe a que el eritritol afecta a la función de las plaquetas, que son células implicadas en la formación de trombos, así que realizan también estudios in vitro, in vivo y de intervención para saber si es así.
Tanto en los ensayos in vitro, con muestras de plasma y sangre humanas, como en los ensayos in vivo, con ratones de laboratorio, se observa una agregación de las plaquetas con el aumento de eritritol. Sin embargo, hay que interpretar estos resultados con mucha cautela, especialmente los de los estudios in vitro, porque son difíciles de extrapolar a humanos.
En cuanto al estudio de intervención, se realizó con ocho personas sanas a las que se administró una bebida con 30 g de eritritol. Se observó que el nivel de esta sustancia en el plasma se mantuvo alto durante dos días, así que se concluyó que eso podría afectar a la función plaquetaria.
El tiempo de permanencia del edulcorante en el organismo tras la ingesta fue interpretado por los investigadores como una confirmación de que los niveles de eritritol de las personas que participaron en los estudios observacionales comentados anteriormente podrían proceder de la dieta.
Imagen: Clayton Majona |
Algunas limitaciones del estudio
A la hora de leer un artículo científico hay que considerar algunos aspectos para poder interpretarlo adecuadamente. Entre ellos, el diseño del estudio, las limitaciones o las interpretaciones y conclusiones a las que llegan los autores.
Muchas de las limitaciones de este estudio ya son señaladas por los propios autores. Además de algunas que hemos mencionado, como que correlación no implica causalidad, no se tuvieron en cuenta otros factores importantes, como la dieta, ni se consideraron otros factores más allá de la agregación plaquetaria, que también están relacionados con los eventos cardiovasculares.
También hay que considerar que el estudio de intervención se realizó durante muy poco tiempo, con tan solo ocho personas y sin grupo de control ni aleatorización, es decir, los sujetos no se dividieron en grupos separados al azar para comparar, por ejemplo, los niveles de eritritol en personas que no habían ingerido la bebida con el edulcorante.
Además, la cantidad de eritritol y la forma de consumo no fue realista, al menos si nos situamos en el contexto europeo, donde ese edulcorante no está permitido en bebidas, sobre todo para no superar la dosis que podría causar efectos laxantes (esta advertencia debe indicarse en el etiquetado de los alimentos cuando contienen más de un 10 % de polialcoholes en su formulación).
La última vez que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) evaluó la seguridad de este edulcorante fue en el año 2015, precisamente para valorar su uso en bebidas, llegando a la conclusión de que un contenido máximo del 1,6 % no tendría efectos laxantes. Eso supondría un máximo de unos 5,3 g en una lata de 33 cl., una cantidad muy alejada de los 30 g que se administraron en el estudio.
¿A qué conclusión nos lleva todo esto?
En este artículo hemos hecho un análisis crítico del estudio, destacando sus carencias y limitaciones, pero eso no significa que debamos descartarlo. Los resultados han de ser tenidos en cuenta y pueden ser un punto de partida para evaluar la seguridad de este edulcorante a largo plazo. Pero no permite extraer conclusiones contundentes. Por lo que hoy sabemos, los edulcorantes son seguros. Eso es independiente además de que su origen sea sintético o natural, como en este caso.
Por otra parte, cada vez existen más estudios que muestran que, si bien el uso de edulcorantes es seguro, algunos de ellos no son inocuos, dado que su consumo podría estar relacionado con algunos inconvenientes, como la alteración de la microbiota intestinal o de la percepción del sabor dulce, aumentando nuestra apetencia por este sabor y alejándonos de una dieta saludable. Además, su consumo no parece una solución efectiva para combatir la obesidad.
En definitiva, la conclusión es la que ya sabíamos: la solución pasa por reducir o evitar en la medida de lo posible los alimentos con azúcares añadidos y con edulcorantes, pero no solo por la presencia de estas sustancias, sino más bien porque son productos insanos y que no aportan nutrientes de interés. Esto debería hacerse además desde edades tempranas porque, una vez habituados a consumir esos productos intensamente dulces, es difícil volver atrás. Aunque la tarea no es imposible. Se puede hacer de forma paulatina o incluso acudir a un profesional sanitario en caso de ser necesario.
Miguel Ángel Lurueña Martínez
Fuente: Eroski Consumer
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