lunes, 14 de febrero de 2011
Anabella Barrios (@psicocina): ¿Cómo se come esa mezcla de psicología y cocina llamado psi-cocina? Parte I
Han transcurrido un par de semanas desde que se abrió esta oportunidad de encontrarnos en estas líneas. Desde entonces he intuido que quizá los lectores, los cocineros, la gente como tú y como yo, se pregunten ¿qué es psi-cocina?, ¿cómo se come eso de psi-cocina?, ¿qué podemos esperar cuando entramos a leer un artículo escrito por Anabella Barrios Matthies, que se llama así misma, psicóloga de profesión y pastelera de corazón y usa un twitter llamado @psicocina?.
No puedo más que estar agradecida de tener esta posibilidad de intercambio con ustedes y creo justo que es el momento de comenzar a develar qué es psi-cocina, para qué nos sirve, cómo nos puede nutrir llegar aquí e invertir nuestro tiempo en leer lo que esta curiosa escritora nos ha de ofrecer.
Y es así como comienzo a explicar que lo que aquí encuentran es una mezcla de psicología con cocina. Y como mezcla no es sólo la psicología, lo humano detrás de la experiencia del comer, es la psicología, lo humano detrás de la experiencia del cocinar, y después, la experiencia del sentarnos a comer. No se imaginan todo lo que nos da para hablar en estas cortas líneas. La forma más bonita que he encontrado para comenzar a develar y compartir todo lo que ellas contienen es comenzar a contarles cómo nace psi-cocina.
Surge de una experiencia muy linda: después de hacer mi carrera, estudiar dos postgrados, enamorada de mi carrera y trabajando en mi consulta privada, comencé a hacer un curso de cocina, luego otro y así me fue cautivando la cocina cada vez más; incluso hice unas pasantías de pastelería donde trabajaba 8 horas diarias, de pie, trabajando duro, lavando platos, limpiando baños y aprendiendo a cocinar, sin que me pagaran un centavo.
Estando ahí, como psicóloga me preguntaba ¿cuál es esa magia de la cocina que a algunos relaja y a otros estresa?, ¿qué es lo que cautiva y arrebata en el cocinar?. En el camino comencé a darme cuenta que en la cocina profesional estaban presentes destrezas y habilidades que eran necesarias en otros oficios y en la vida. Al ver eso, fue inevitable también tener presente la inquietud de los padres por querer que sus hijos estén preparados para la vida.
Comencé a observar de dónde venían esas destrezas y dónde se utilizaban; lo hice como quien degusta el mejor manjar, fui degustando la experiencia de la cocina, viendo los ingredientes psicológicos de qué estaba hecha y cómo esos mismos ingredientes podían usarse para hacer otras cosas.
Psi-cocina es entonces el conocimiento producto de investigar por qué es que la cocina para algunos tiene ese efecto relajante o terapéutico y para otros un efecto estresante, cuáles son las destrezas que en ella se pueden desarrollar para preparar a la gente en el afrontamiento de las demandas de su cotidianidad y prepararla para su vida.
En este camino de experiencia e investigación comencé a entender algo que es evidente, pero que, sin darnos cuenta, pasamos de largo. El acto de cocinar refleja la cualidad humana que nos diferencia del resto de los seres vivos, de no sólo actuar por instinto, necesidad o reacción, sino por decisión, voluntad y deseo. Si bien todos los seres vivos se alimentan, únicamente el humano posee la capacidad de cocinar, de transformar conscientemente su alimento previo a su ingestión, de crearlo y recrearlo, de acceder a él, no sólo por necesidad biológica de supervivencia, sino por gusto o disfrute.
En este sentido, la experiencia de cocinar se enraiza, halla su origen en lo que los psicólogos llamamos el YO o el gerente interno, que se encarga de mediar entre nuestras necesidades internas, impulsos, deseos, las normas y la realidad externa. Es nuestro YO desde donde cocinamos, el que nos da la voluntad y el que ejercitamos al cocinar.
Hoy abordaremos una de las formas en las que ejercitamos y fortalecemos nuestro YO. Aquí abro un paréntesis, recordando el comentario acertado de un alumno que me decía: “... pero mi perro se pone celoso cuando saludo a otro”. Sí, los animales sienten y “piensan”, lo que nos diferencia es este YO, el darnos cuenta de que sentimos, de que pensamos y escogemos.
Retomando esto de nuestro YO y de cómo la experiencia de cocinar lo fortalece, lo hace en parte porque nos ofrece un espacio tipo laboratorio o maqueta, que nos conecta como personas con la posibilidad de incidir, de no conformarnos o “calarnos” lo que nos viene dado sino de transformarlo en algo distinto.
En este sentido, no comemos la grama así no más, o el berro. El berro lo colocamos en una ensalada, lo tempurizamos, o nos lo comemos al natural porque decidimos hacerlo. Mi fiel y cariñoso amigo el perro come o no come, y come esto y no aquello, pero no mezcla voluntariamente la purina con grama y leche, la deja al sol un rato y luego vuelve a ver que tal. Y aquí se nos asoma el ego.
Sin irnos por el lado del ego -hoy al menos-, el cocinar nos pone a ejercitar nuestra voluntad, y además nos ofrece un espacio de ensayo y error en el que, inconscientemente, nos permite transformar el alimento, nos conecta con la posibilidad de incidir sobre nuestro ambiente, nuestras condiciones, posibilidades, de no conformarnos con las cosas como vienen dadas sino que nos motiva a hacer algo al respecto para lograrlo, con posibilidades de éxito (recetas).
La cocina es un espacio en la vida en el que hay recetas para el éxito, en el que se describe paso a paso cómo lograr algo, lo que permite que encontremos mayor placer al cocinar. Es un tema delicioso que merece su tiempo, lo abordaremos la próxima semana.
Quizá ya comiencen a sentir que hay mucha tela que cortar en esto de lo humano detrás del cocinar como lo hice yo cuando comencé. La cocina, nos ofrece tantos nutrientes psicológicos como ingredientes alimenticios hay contenidos en ella. También, mal usada, puede desnutrirnos, dañarnos (aspecto que también llegaremos a abordar más adelante). Aprendiendo de los aportes de la experiencia del cocinar, poco a poco iremos transfiriendo ese conocimiento a la experiencia de vivir.
Eso es psi-cocina y apenas comenzamos a psi-cocinar, a usar deliberadamente la experiencia del cocinar para un mejor vivir.
Bienvenidos y gracias por estar ahí.
Se les quiere.
Anabella Barrios
Psicóloga y pastelera
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Comentarios de la entrada
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1 comentario :
Anabella interesante punto de vista, me encanta la idea de develar todos los procesos que se desarrollan en nuestra mente cunado experimentamos en la cocina o cuando simplemente nos sentamos a degustarla....creo que voy a disfrutar muuuucho estas entradas del Blog....
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