El Gourmet Urbano: Ana Gutiérrez (@medianagg): Tres son multitud.

jueves, 16 de junio de 2011

Ana Gutiérrez (@medianagg): Tres son multitud.

 

¿Se preguntarán los que invitan a cenar a una mujer si a ella le parece importante la presencia del vino como un tercer acompañante en la cita?
 
Aproximadamente un 68% de una población de 10.500 mujeres, según varias encuestas electrónicas realizadas en países con culturas de una diferencia significativa (Francia y China a través de la revista “Elle”, “Decanter” se encargó en Inglaterra,”Konsum Göttinen” en Alemania y “Wine Expectator” en USA), piensan que es indispensable la presencia de una botella de vino en la mesa para que una cena romántica sea perfecta. Las francesas le dieron una importancia vital, mientras que las inglesas y chinas lo consideraron menos imprescindible. Sólo un 20% expresó que no tenía importancia que se le cortejara sin la presencia de una copa de vino.
 
Hoy en día cualquier mujer, que considere que tiene por lo menos un pequeño conocimiento del mundo del vino, se siente en total capacidad de elegir una buena botella, mejor o igual que los hombres. Prefieren el tinto y el rosado aunque la costumbre nos haga pensar que es el blanco el que preferirían por ser más “ligero” o “suave”. Aproximadamente el 44% también acostumbra a beber por lo menos una botella a la semana, lo que hace que sean un mercado en pleno desarrollo y que está vigilado muy de cerca por las empresas vitivinícolas.
 
Como todo lo femenino, las percepciones que tiene una mujer frente al vino son muy variables y llenas de pasión, dependen de su origen, su cultura y la utilidad que vean en el consumo del vino. Algunas toman vino para mejorar su imagen, otras para satisfacer su curiosidad, para explorar un mundo fantástico y variado, o hacer de una velada un momento especial y diferente. Algunas le dan más importancia a la cepa, otras al precio , y otras tantas (sobre todo las francesas) a la región de origen del vino.
Lo importante de todo esto, es que comencemos a cambiar la idea de que las mujeres se comportan de una manera sumisa frente al reto de beber vino. No se ha perdido (en todo caso se ha potenciado) la preferencia por vinos suaves, frescos, con aromas florales o aires marinos; sin embargo, a la hora de acompañar una cena más elaborada o en una ocasión que amerite algo más estructurado, no veremos a una mujer dudar en pedir un buen vino tinto.
 
El vino va a ser visto por una mujer como un estado emociona; depende de su humor, ese día elegirá la cepa que pueda calmar lo que siente y ayudarla a sentirse cómoda consigo misma. Si el día está soleado elegirá algo diferente que si es una noche fría y melancólica. No hay dudas que la evaluación sensorial de la mujer supera a la de muchos hombres, así que no está mal que algunos confíen en el “sexto sentido” de su pareja a la hora de elegir el vino para armonizar con la comida del momento.
 
Espero que estas reflexiones muevan las fibras de las pocas mujeres que todavía no se atreven a elegir un vino en el supermercado o en un restaurante, y que éste sea la perfecta excusa para explorarse y compartir un momento especial.
 
¡Hasta una próxima oportunidad!
 
Ana Gutiérrez
Médico-Sommelier
 
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