Y llegó la oportunidad para dedicar una nota a los varones…
El mes pasado, colgándome de la celebración del día de la madre, les escribí sobre la presencia e importancia de las mujeres en la industria del vino chileno. No es que haya cambiado de opinión, pero debo admitir que hay también famosos y grandes profesionales de sexo masculino que trabajan comprometidamente en esta industria, y sobretodo muchísimos consumidores que disfrutan de una copa de vino chileno en nuestro país y en el mundo entero.
Sirvámonos una copa.
Estos párrafos van especialmente inspirados en los tres hombres más importantes de mi vida; Mi padre, mi marido y mi hijo, los que me ayudarán a graficar algunas situaciones que se generan en torno a este noble producto…, ¿muy cursi no?..., mejor, simplemente, digo en torno al vino.
Mi padre, es un viejo lindo de más de 70 años. Pasó gran parte de sus vacaciones de infancia en Santa Cruz, donde tenía familiares. Hoy, Santa Cruz, su hotel, museo, recorrido en el Tren del Vino y múltiples viñas son referencia obligada para todo quien visita el Valle de Colchagua, 6ª región de Chile. Entre sus recuerdos de infancia y juventud, además de algunas travesuras, siempre hay mucha comida chilena (en el campo se les suele atender muy bien a los invitados, y una muestra de cariño son platos muy abundantes), una parra y una botella de vino.
Pese a lo anterior, debo reconocer, aunque mi viejito se enoje al leer estas líneas, que su paladar no era muy refinado…, la razón es bastante simple: él aprendió a tomar vino como la gran mayoría de los chilenos de su generación, con un producto bastante menos refinado que el que tenemos hoy en nuestro país; en general eran vinos muy gruesos, ásperos, nada sofisticados. Por otra parte, en términos de cultura para guarda o consumo, tampoco hablamos de que la gente supiera mucho al respecto. Hoy hay información por todos lados, pero en esos tiempos…
Entre algunos vicios que recuerdo de mi papá, están el “chambrear” el vino durante los asados, esto era poner la botella de vino tinto junto a la parrilla para que tomara mayor temperatura; y la otra, la de creer que todos los vinos eran de guarda. Aquí sí que entramos en conflicto porque habían en guarda vinos blancos de muchos años, los que al ser descorchados mostraban claros signos de oxidación y defectos propios del envejecimiento; sin embargo, para él estaban “ajerezados” y, contra mi cátedra, lo degustaba feliz (aunque no estoy muy segura de si los disfrutaba por placer o por orgullo, jajaja). Hoy me encanta ver su cara de asombro cuando se deja impresionar al abrir y compartir una botella de una marca o variedad nueva.
Lección de mi padre: Del vino se puede aprender y el paladar se entrena.
Mi marido tiene una historia que lo acerca al vino a través de la gastronomía. Ambos somos aficionados a la cocina. Un menú con el que se luce desde siempre es la “carne al vino tinto”. Resulta que, para nuestro matrimonio, mis amigos de viña De Martino me regalaron un baúl con sus mejores vinos, los que evidentemente se descorchaban para ocasiones especiales, hasta que un día me esperaba para almorzar con un delicioso aroma que impregnaba la casa, una carne al vino tinto preparada con uno mis regalones reservados para ocasiones especiales. ¡Uff!, ha sido la carne al vino tinto más costosa que me he comido en mi vida, pero también la más deliciosa, mejor aún porque estaba maridada con el mismo vino, mezcla digna del mejor restaurante.
Poco a poco hemos ido trabajando en su conocimiento del vino, aunque a la fecha todavía prefiere preguntar antes de descorchar un vino apropiado para cada ocasión.
Lección de mi marido: ¡Olvídense del vino barato que venden para cocinar! Si van a cocinar con vino que sea con un buen vino, de la misma buena calidad que buscan en los otros ingredientes que forman parte de su plato.
Mi hijo es aún menor de edad y por lo tanto no consume vino; sin embargo, por razones obvias de mi trabajo ha visto botellas y escuchado la palabra vino en casa desde que tiene memoria. La historia con él tiene que ver con el respeto a un producto que ha llenado de orgullo a nuestro país y que recorre el mundo llevando Chile a millones de mesas. El tema con él también tiene que ver con la educación de ver a sus padres tomando vinos con un consumo responsable y en instancias de compartir con la familia y amigos. Si bien aún dice que el aroma del vino es “guacala” -una forma clara de dar a conocer que el producto no es de su agrado-, fue maravilloso verlo corriendo en una viña que visitamos para las vacaciones, ahí entre parras, cubas, barricas y botellas comprendió en qué trabaja su mamá, y al parecer le gustó.
Lección de mi hijo: La educación y la familia son los pilares fundamentales para un consumo responsable y para la vida en general.
Para mi padre, el padre de mis hijos, mi hijo que será un futuro padre y todos los padres que leen esta nota va mi saludo y mis felicitaciones ¡Feliz día del padre!
¡Salud!, y hasta la próxima…
Paola Vásquez
Coordinadora Nacional de Vinos
Prochile - Chile
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