El Gourmet Urbano: #vino Marcelo Retamal: “No me asustan las pepas verdes”

sábado, 23 de junio de 2012

#vino Marcelo Retamal: “No me asustan las pepas verdes”

 

Por Harriet Nahrwold

 

Es lo que afirma Marcelo Retamal, enólogo de Viña De Martino, mientras inspeccionamos algunos granos de las uvas que se cosechaban en los viñedos de Isla de Maipo al momento de mi visita. En su interior las semillas efectivamente estaban aún verdes, y Retamal aprovecha de enfatizar que es en una vendimia más temprana donde radica una de las claves para obtener esos vinos frescos, verticales y jugosos que tanto le apasionan.

Pero no se trata de cosechar más temprano porque sí, o porque este fuese un año excepcionalmente caluroso. Explica que, junto al equipo vitícola de De Martino, ya hace un tiempo que vienen haciendo un trabajo intenso en el viñedo y en la bodega para tomar distancia de esos vinos “pechugones”, ampulosos y maderizados que a la larga resultan todos iguales.

 

 

En el viñedo las labores incluyen un manejo violento de la canopia y una precisa de limitación por sectores dentro de los cuarteles. Y por cierto que las parras de carmenère que visitamos se ven bastante peladas, solo con hojas suficientes para entregarles una suave sombra a los racimos. Según Retamal, con ello evitan que estos se quemen al sol y entreguen esos poco apetecibles aromas y sabores de compota de frutilla. Luego afirma que una parra sin tanta hoja logra completar antes su ciclo vegetativo, lo que permitiría que desaparezcan las notas piracínicas características de la variedad sin perder la acidez de la fruta.

 

 

En la bodega realizan un trabajo gentil, con remontajes suaves y muy poco extractivos. Y en relación a la madera, propician un uso cada vez más discreto. Tanto así que desde el año pasado todos los vinos de la línea Single Vineyard de De Martino tienen su guarda en fudres de suave tostado, de 5.000 litros,importados de Austria, en los que pasarán dos inviernos. Retamal indica que piensa reutilizarlos por muchos años, y así paulatinamente influirán menos en los vinos.

 

 

Curiosa por ver en qué iba el otro experimento notable de Retamal, el de la vinificación en viejas tinajas, visitamos la bodega en que están depositadas. Y me sorprendió saber que de las 14 tinajas originales ¡este año pasaron a 80! Y en ellas no solo están vinificando cinsault, que resultó tan exitosa (la producción del2011 ya está toda vendida), sino también otras variedades, como la moscatel y la carignan. Se trata de vinos completamente naturales, por lo que para hacerlos Retamal debe contar con uvas que tenga una elevada acidez.

 

 

La cepa cinsault (también conocida en Chile como “cargadora” debido a que entrega racimos grandes, pero de poca concentración si está plantada en vegas o recibe mucho riego) es originalmente de pH elevado y poca acidez. Por eso el enólogo buscó viñedos que estuvieran cerca del mar. Y los encontró en Guarilihue, comuna de Coelemu, en el secano interior del valle del Itata. Además, la cosechó temprano, al punto de que los lugareños consideraban que era una locura sacarla tan verde de la planta. De los dos ensayos hechos el año pasado –uno con racimos completos y otro con granos sueltos–, el que dio el mejor resultado fue este último, que permitió que la uva, sin escobajos, mediante una suave maceración carbónica se transformara solita en vino dentro de las tinajas.

 

 

Para terminar, teníamos programada una degustación completa de los Single Vineyard 2011. Considerando que eran muestras de fudre, que algunos estaban un poco cerrados y que aún les falta al menos medio año de evolución, queda clarísimo después de probarlos que en Chile se pueden hacer vinos con sentido de origen, verticales y jugosos, sin concesión a los dulzores de la sobre madurez o a los excesos de madera. Es cosa de quererlo no más, y de pensar que en los vinos, como en muchas cosas, menos es más.

 

 

De los vinos probados, entre los blancos escojo el Chardonnay Quebrada Seca 2011. Aparte del Sauvignon Blanc Parcela 5 (cuya única relación con la madera fueron unos barriles viejos en los que hizo su fermentación), es el único de la serie que ya fue embotellado. Pasó un año en fudre y muestra una nariz finísima, con notas saladas que anticipan su mineralidad. En boca difiere bastante de la mayoría de los chardonnay de Chile. Por su elegancia y peso recuerda a algunos ejemplares de Borgoña. Ya está listo para beberse, pero con la guarda irá ganando toda esa fascinante complejidad que la variedad puede desarrollar.

 

 

Y entre los tintos, destaco el Carignan La Aguada 2011 como mi favorito. Tiene un frescor que no se encuentra en el otro carignan de la serie, El León. Y ello debido a los diferentes orígenes de cada uno. Mientras La Aguada viene de un viñedo que se ubica en un sector fresco de la cordillera de la costa del Maule, El León proviene de uno más caluroso. Y consecuentemente, el vino es más goloso. Pero también me parecieron buenísimos los demás Single Vineyards de esta añada, cada uno en su estilo y con sus propias características. ¡Ya harán noticia!

(Fotografías de Enrique Rivera)

 

Fuente: apuntesdesobremesa.cl

 

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