En mi paso por Brasil hace 3 años, tuve la gran oportunidad de asistir a una conferencia de Andrea Illy junto a otras personalidades brasileñas asociadas al café. Allí hablaron sobre los efectos climáticos reales y actuales sobre los cultivos de café en Etiopía, para resumirles un poco, según el consumo per cápita del café en Noruega, por cada habitante de este país se requieren 48 plantas del arábico debido a que cada planta bajó su producción de café a solo 250gr. El impacto climático sobre el café y las conclusiones fueron bastante preocupantes.
Los amigos de Costa Rica, específicamente en Dota, tomaron cartas en el asunto ya que comenzaron a sentir los impactos del cambio climático. Desbordamiento de ríos e inundaciones, sequías que generó floración y maduración desiguales, agrietamiento de los suelos nunca antes visto en muchas de las fincas, fueron algunos de los efectos causados por el descontrol del clima.
Comprometidos con el planeta, en Coopedota (Cooperativa de Caficultores de Dota) se apegaron a los acuerdos internacionales como el Protocolo de Kioto, Paz con la Naturaleza, la Cumbre de Copenhague y la Cumbre de Cancún. A mediados de 1998, un año después del Protocolo de Kioto, comenzaron la reducción de emisiones energéticas asociadas a la producción de café. En el 2007 lograron la reducción de residuos sólidos. Para el 2009 disminuyeron las emisiones de aguas residuales y todos esto llevó a que en el 2011 lograran la primera certificación de Carbono Cero para un café.
El café es uno de los pocos productos agrícolas que son tan generosos con el medio ambiente. En una Manzana (0.6988 hectáreas) de café, con aproximadamente 3000 plantas junto a 100 árboles de sombra, se estima que la liberación diaria de oxígeno al medio ambiente es de 10 a 13 toneladas de oxígeno por día. El ecosistema del café arábico (bajo sombra) constituye un sistema agroforestal que protege las fuentes de agua, favorece la condensación de agua sobre el área floreal del café y los árboles de sombra contribuyendo a alimentar las fuentes subterráneas.
En el caso de Venezuela estamos muy lejos de construir con el medio ambiente. Hay que tomar en cuentas las emisiones de Carbono asociadas a las grandes importaciones de cafés que estamos realizando además de las grandes deforestaciones que están sucediendo en zonas cafetaleras debido al cambio de rubro por el desestimulo a nuestros caficultores. No solamente estamos perdiendo nuestra identidad como país caficultor, además estamos dejando de producir oxígeno y agua mientras estimulamos la gran liberación de gases invernaderos asociadas a las toneladas de café importado.
Hay un dicho que dice, “Cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo”. ¿Cómo debería decirse cuando el vecino tiene una barba abundante y de buen aspecto? Creo que es el momento de que en Venezuela tomemos medidas y al menos analizar los casos de éxitos de nuestros países vecinos y comenzar a hacer algo por nuestra barba.
Muchas gracias por tomar el café en serio.
Paramaconi Acosta
Director/Instructor de la Escuela Venezolana del Café.
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