Sommelier./EFE
Pero, ¿son realmente tan distintos? Desde el punto de vista vitivinícola son primos hermanos ya que comparten dos características muy importantes como son la variedad de uva (ambas denominaciones utilizan mayoritariamente la tempranillo) y el tipo de suelo (las dos denominaciones cuentan con suelos arcillosos y calcáreos). Podría parecer que se trata de condiciones idénticas, pero existe una diferencia muy importante, el clima.
Las viñas de Rioja disfrutan de un clima atlántico, más suave durante todo el año que el clima mediterráneo de sus primas de la Ribera del Duero, que registran inviernos fríos y veranos calurosos. Estas diferencias extremas de temperatura aportan a la uva de Ribera una mayor concentración de azúcar, taninos y antocianos.
Los vinos de Ribera tienen más alcohol, cuerpo, color y astrigencia que los vinos de rioja que son más suaves y ácidos
¿Y esto que quiere decir? Pues que la mayor concentración de azúcar en la uva se transforma en una mayor concentración de alcohol durante la fermentación, que la mayor presencia de antocianos confiere al vino un color más vivo y que el mayor contenido de taninos aporta mayor cuerpo y astringencia. Por lo tanto los vinos de Ribera tienen más alcohol, cuerpo, color y astrigencia que los vinos de rioja que son más suaves y ácidos.
Entonces definitivamente existen diferencias y éstas se hacen patentes cuando catamos vinos jóvenes, pero cuando comparamos vinos con cierta crianza es otra historia. Cuando los caldos han envejecido durante un tiempo en barrica, ambas denominaciones empiezan a parecerse bastante y es que el paso por barrica suaviza y aporta texturas y aromas a los vinos.
Resumiendo, existen diferencias entre las dos denominaciones por antonomasia, pero estas diferencias disminuyen cuando hablamos de crianzas o reservas
DANIEL ESCANCIANO
Fuente: Intereconomia
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