Y es que no se puede confiar en el vino tinto. Beberlo te hace sentir elegante y está riquísimo, sí, después te relaja y te hace sentirte segura de ti misma, pero acaba apuñalándote por la espalda. Bueno, mejor dicho, después te apuñala justamente en la parte posterior de la cabeza, con un dolor que te hace arrepentirte de todas las copas que vinieron tras la segunda.
Hay una razón que explica la especificidad de los dolores de cabeza del vino. Vinepair explica que esa sensación de golpecitos en la cabeza se debe a los taninos (los compuestos naturales que se dan en las pieles de algunas frutas como la uva, así como en las semillas), el azúcar y las histaminas.
Mientras que sólo algunas personas son susceptibles de sufrir dolor de cabeza debido a los taninos (se puede comprobar si al beber té negro se sienten los mismos efectos), la mayoría de la gente sí que percibe las consecuencias de consumir demasiado azúcar e histaminas: deshidratación y dolores de cabeza.
¿La solución a esta pesadilla?
Deberás conocer bien los tipos de vino que estás consumiendo. Si eres sensible a los taninos, deberás evitar el vino tinto y decantarte por el blanco. Evita también vinos demasiado azucarados, como los vinos dulces del postre y los tintos demasiado baratos.
¿Y el truco más sencillo de todos? Beber más agua. La regla es la siguiente: por cada vaso de bebida que consumes, te tomas un vaso de agua. Un truco que te salvará de ese insoportable dolor de cabeza al día siguiente.
Fuente: Noticia al día
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