Creo firmemente que algo debemos hacer como industria, tanto desde el productor y el intermediario como el comunicador. Tenemos que volver a llevar el vino al consumo cotidiano, a que sea un producto infaltable en la mesa argentina y sacarlo de la categoría "producto de ocasión".
Mucho de los grandes consumidores de vinos ya no están o están en una edad que deben reducir mucho el consumo por ocasión. Lo he vivido en mi familia materna y paterna. A mis tíos, abuelos y amigos de la familia grandes bebedores de vinos no les faltaba el vasito (o dos) diario y además del disfrute que les daba, mantenían una provincia.
Como le escribía un consumidor a Ángel Mendoza "...me vino a la memoria un grato recuerdo de mi infancia cuando nuestros padres no hacían probar el vino con un poquito de soda para que conociéramos las bondades y el buen gusto para que después de grande lo adoptamos como nuestro sentir y disfrutarlo ya en pleno a al vino nuestro de cada día"
Hay que alejar al vino del snobismo y del concepto "el saber te permite un mayor disfrute
Una de las cosas más lindas es cuando le recomiendas un vino a un cliente, amigo o familiar y lo beben (no lo huelen, ni lo miran) y te dicen "está rico este vino". El consumidor sabe lo que le gusta y lo que no y con eso debe bastarnos.
Ayer tuve la oportunidad de conversar con un diseñador de estrategias de comunicación, un profesional con la mente muy fresca y ágil y llegamos a la conclusión que si no cambiamos el lenguaje y modo de comunicar alejaremos más consumidores de los que acercaremos.
Necesitamos cautivar a la nueva generación, hablarles con sus códigos y darles el poder de dirigir el destino de la industria.
Navegando encontré un comentario que le hizo un consumidor a la Bodega Caelum. Gabriela B dice "Anoche degusté sus Malbec ... todo quedó resumido en un WOW ! No soy muy instruida en el arte del vino y mis conocimientos se agrupan en dos categorías bien definidas: me gusta y no me gusta; éstos entran en la primera. Mezcla de complejo, liviano y frutal con la particularidad de abrir corazones... Qué más pedirle a un vino?"
Este comentario no podría estar más alineado con lo que trato de expresar. La simpleza del consumidor, llevarlo tanto a lo gustativo pero también a lo emotivo. Se notó que no necesitó saber si el vino había pasado por maloláctica o no, si la barrica era de 225 lt o 300 lt de tostado medio o intenso o si había más piedras de canto rodado que arcilla donde crecieron los viñedos.
Al vino lo conocí en la mesa familiar, con los vasos, con la soda en la mesa, rica comida y mucha gente para compartirla. El vino es el pegamento de la sociedad, es lo que puede funcionar como nexo para el brindis, los festejos y los buenos augurios.
El vino no es más ni menos que un producto más en la mesa, así como el pan, la ensalada de tomate y las lentejas con chorizos colorados. Un producto para disfrutar con los sentidos y el alma más que con la cabeza. Así como amamos una rica frutilla, brillante, roja, aromática y turgente sin necesidad de interpretación más allá de "que rica frutilla". No se necesita ninguna maestría para saber que la frutilla le gustó y si desea puede emitir opinión sin sentirse un tonto, un creído o sentir miedo a equivocarse.
El vino es una de las bebidas más nobles, es el resultado de la simple transformación de los azúcares de la uva en alcohol. Se trata de alcohol de calidad con compuestos que colaboran en tu salud. Tomalo como quieras, pero tomalo todos los días, siempre en su medida saludable.
Vino con o sin soda, con o sin hielo, con gaseosa o como componente de un cóctel, vos elegís. Salud!
María Laura Ortiz
Fuente: mdzol
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