En España se consume café de la variedad robusta que se considera de peor calidad, que la arábica, ya que tiene una alta concentración de cafeína y su sabor es más ácido y amargo. Además, se consume café torrefacto a cuyos granos se les añade azúcar en el proceso de tostado.
Somos cafeteros por naturaleza, por eso no es de extrañar que después del agua, el café es la bebida más consumida en el mundo. Sin embargo, el consumo de media en España se situó el año pasado en torno a unos 4,25kg al año, cifra bastante baja si la comparamos con otros países europeos como Finlandia con 10,35kg de café al año, según Statista Consumer Market.
Pero, ¿cómo es el café que consumimos en España? En España tomamos un café de baja calidad, incluso algunos expertos consideran que es de los peores consumidos en Europa. El hecho se debe a que en general la materia prima utilizada es de muy baja calidad y con una gran cantidad de defectos y como no, al consumo del café torrefacto.
El café torrefacto sólo se comercializa en unos pocos países del mundo, entre los que destacan España y Portugal, en los que todavía no está prohibido. Este café se elabora añadiendo azúcar a los granos de café durante el proceso de tostado, utilizando los tostadores para ello materias primas de baja calidad y poco digestivas, como la variedad robusta.
La variedad robusta proviene de África, Brasil y de algunas zonas de Asia. Esta variedad se suele considerar de peor calidad, ya que tiene una alta concentración de cafeína y su sabor es más ácido y amargo. El café robusto tiene el doble de cafeína que el arábico.
¿Cómo debe ser un buen café? Por supuesto, arábico
Existe una amplia variedad de sabores y sensaciones dentro de una buena taza de café, pero deberíamos apostar por el café arábica de tueste 100% natural, lo que significa que los granos de café han sido tostados simplemente mediante calor. El café natural al no estar adulterado con ningún añadido posee intactas todas sus cualidades sensoriales y organolépticas.
Los cafés arábicos provienen del continente americano, aunque también se pueden encontrar en Asia y en algunas zonas de África. Su característica principal es que tienen gran cantidad de matices en sabor y aroma, además de un gusto exquisito y sin acidez. El arábico es, sin duda, el preferido de los más cafeteros.
Los cafés muestran una gran variedad de matices tanto en aroma como en el paladar, por ello es erróneo asociar al café sabores amargos, ya que podemos encontrar desde sabores dulces o florales hasta cítricos; el sabor siempre tiene que ser a nuestro gusto pero con atributos agradables.
Además, podríamos decir que una de las características más deseables a la hora de evaluar un café es su limpieza en taza, es decir un café cuyos granos no sean defectuosos y donde se pueda ver claramente su perfil sensorial.
El mundo del café está cambiando, y desde hace unos años hemos visto una clara evolución que está derivando en un aumento del consumo de cafés de especialidad, que se distinguen por su sabor, su aroma y por la ausencia de defectos, así como una trazabilidad perfecta, otorgándole al café el valor que se merece.
Fuente: Sabor Mediterráneo
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