Dos de los grandes vinos blancos de denominación de origen de Galicia son, sin duda, el Ribeiro y Albariño. Son dos vinos muy diferentes, cada uno con sus particularidades, si bien es cierto que ambos pertenecen a la variedad de los vinos blancos (aunque el Ribeiro también puede ser tinto).
El Albariño y el Ribeiro son los vinos blancos por excelencia de Galicia.
Estos dos vinos blancos de origen gallego presentan grandes diferencias
El Albariño
Es la Denominación de Origen de las Rías Baixas y es un vino que se obtiene de la uva blanca del mismo nombre. Esta uva se caracteriza por su distintivo aroma botánico, muy similar al de las uvas francesas Viognier y Petit Manseng y a la alemana Gewurztraminer.
El Albariño es un vino de sabor floral y afrutado, y sus aires balsámicos y especiados se hacen sentir en su particular olor. Los vinos derivados de la uva Albariño son excelentes, y cuentan con reconocimiento internacional, ya que posee cualidades que los han catalogado como uno de los vinos blancos más finos que se pueden tomar.
El Albariño es de color amarillo pálido acompañado de algunos destellos verdosos, los cuales le dan un carácter brillante y llamativo que hacen que sea un vino muy apetecible. Su grado alcohólico oscila entre los 11,5º y los 12,5º. Esto permite un perfecto equilibrio entre la acidez y el alcohol, que lo hacen especialmente agradable al paladar. Aún así, debido al grosor de la piel de la uva además de su gran cantidad de pepitas, pueden causar un ligero amargor en su sabor.
Esta uva también se produce en varias regiones de California, incluidos los Valles de Santa Ynez, Clarksburg, Napa, Edna Valley y Los Carneros y en los estados Oregon y Washington.
El Ribeiro, fresco, seco y ligero
Concedida en 1932, la Denominación de Origen Ribeiro (o 'ribera del río') es la más antigua de Galicia. La variedad de uva por excelencia del Ribeiro es la uva Treixadura, aunque se empleen igualmente otras como Torrontés o Palomino. El vino blanco representa aproximadamente el 93% del vino Ribeiro producido. Este vino destaca por su frescura, ligereza y por su condición de seco, y tiene un sabor afrutado, un color pajizo pálido y mucho cuerpo. Posee una acidez fija elevada, y su graduación alterna entre los 9,5 y los 13º.
Los vinos de la variedad Treixadura son elegantes y aromáticos en boca, y frutales y florales en nariz. Su contenido alcohólico equilibra la acidez, por lo que resultan frescos, untuosos y sabrosos. Una de las características positivas de los vinos con alto porcentaje de Treixadura es que evolucionan positivamente, al menos hasta dos años después de la vendimia.
En cualquier caso, las bodegas personales no pueden estar completas sin las mejores botellas de vino blanco gallego, como son el Albariño y el Ribeiro.
Fuente: Diario Vasco
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