Desde la Quebrada de Humauaca hasta el corazón del Valle Chubutense, el tinto argentino por excelencia no parece encontrar límites a su expansión.
El Malbec es una bendición para este país. Se da como en ningún otro lado del mundo y ofrece una serie de vinos que enamoran. Por eso, el 17 de abril pasado se celebró el día mundial del malbec y, en conmemoración, ofrecemos algunos cosas que quizás no se saben mucho sobre el vino que distingue a nuestro país en el mundo.
Están los que dicen que deriva de "Mal Pico" en francés antiguo y los que dicen que en rigor es el apellido de un viticultor húngaro radicado en Burdeos durante el siglo XIX, cuyas vides llegaron a ser legendarias. Esta familia se apellidaba Malbeck, con ck final, algo que le da más veracidad, dado que en nuestro país se lo etiquetaba así hasta la década de 1990. Sin embargo, cómo y por qué llegó con ese nombre a este país, sigue siendo un misterio. La variedad conoce, sin embargo, otros sinónimos: Côt es el más usado en Francia, donde también antiguamente se lo llama Auxerrois.
La superficie cultivada. Argentina es el país que más hectáreas de Malbec tiene plantadas en el mundo. Actualmente alcanza las 44 mil, pero no siempre fue así. En la década de 1960 había cerca de 60 mil, mientras que en 1990 había descendido hasta unas 9 mil.
En plena recuperación hoy, el dato a recordar es que en el mundo nuestro viñedo representa el 77% del total plantado; nos sigue Francia con un 14%, luego Chile con 4% y USA con 3%; Australia y Sudáfrica, cada una con 1%, que es también lo que le queda al resto del mundo.
El día mundial. Ninguna variedad de uva tenía día declarado hasta la invención del Día Mundial del Malbec. Hoy hay varias, desde el Cabernet al Pinot Noir. Este hallazgo nacional consolidó aún más el vínculo con la cepa. Y se celebra el 17/4 porque en esa fecha, pero en 1853, se establecía la primera escuela normal, conocida como Quinta Agronómica. Desde allí se multiplicaron las vides, entre las que destacó por lejos el Malbec.
3111 Es la altura en metros en la cual se ha cultivado el malbec en la Argentina.
Dato extra: todo el Malbec multiplicado en argentina es un material masal, es decir, son poblaciones de plantas con un patrimonio genético diverso y a la vez único, ya que desapareció de Francia con la crisis de la filoxera hacia fines del siglo XIX. Eso es precisamente un patrimonio.
Plasticidad de terroir. Si el Malbec se lo puede cultivar hoy desde la Quebrada de Humahuaca hasta el corazón de Chubut se debe pura y exclusivamente a que se trata de una variedad plástica y adaptable a muchas condiciones. Lo mismo sucede si se observa que el viñedo más bajo está plantado a 7 metros y el más alto a 3111 sobre el nivel del mar. En todos esas geografías el Malbec da un vino bien diferente y a la vez con identidad. Una proeza para una variedad en manos de una cultura del vino como la nuestra.
Diversidad de sabores. Esa diversidad de escenarios hace que en nuestro país haya vinos blancos de Malbec, tintos profundos como los norteños, o ligeros y frescos como los de zonas frías y altas, a tintos frutados y especiados, tintos herbales y florales. Esa gran cantidad de sabores, además, gana profundidad en la interpretación de los productores, quiénes pueden elaborarlo con madera o sin y así, cambiando protocolos, conseguir expresar muchas singularidades. Por todo eso, en nuestro medio decir Malbec es decir poco. Siempre hace falta la aclaración del terroir, el estilo y el productor, por lo menos.
¿A qué se parece? Lo difícil del Malbec es que comparte aromas con variedades como Cabernet Sauvignon, Syrah y Merlot, por mencionar tres tintas importantes. También comparte en cierta medida el cuerpo y la frescura con ellas. Pero consigue singularidad en los taninos, sobre todo cuando se trata de esos mullidos y gorditos que lo hacen tan amable en la mayoría de los casos.
¿A qué no se parece? En materia de tintos, no se le parece en nada al Pinot Noir y al Petit Verdot. Esos dos extremos escapan del gusto del Malbec, como tampoco se parece mucho al Cabernet Franc, sobre todo cuando este último es más vegetal que frutado.
En la góndola actual es posible encontrar un Malbec 2018 a 140 pesos como base y, a la vez, otro a techo en los 20.400 pesos. Es un salto grande para una sola variedad. Sin embargo, a la hora de las copas, es un buen índice moverse entre los 300 y los 500 pesos. Ahí hay diversidad y estilos posibles.
En la góndola actual es posible encontrar un Malbec 2018 a 140 pesos como base y, a la vez, otro a techo en los 20.400 pesos. Es un salto grande para una sola variedad. Sin embargo, a la hora de las copas, es un buen índice moverse entre los 300 y los 500 pesos. Ahí hay diversidad y estilos posibles.
La superficie cultivada. Argentina es el país que más hectáreas de Malbec tiene plantadas en el mundo. Actualmente alcanza las 44 mil, pero no siempre fue así. En la década de 1960 había cerca de 60 mil, mientras que en 1990 había descendido hasta unas 9 mil.
En plena recuperación hoy, el dato a recordar es que en el mundo nuestro viñedo representa el 77% del total plantado; nos sigue Francia con un 14%, luego Chile con 4% y USA con 3%; Australia y Sudáfrica, cada una con 1%, que es también lo que le queda al resto del mundo.
El día mundial. Ninguna variedad de uva tenía día declarado hasta la invención del Día Mundial del Malbec. Hoy hay varias, desde el Cabernet al Pinot Noir. Este hallazgo nacional consolidó aún más el vínculo con la cepa. Y se celebra el 17/4 porque en esa fecha, pero en 1853, se establecía la primera escuela normal, conocida como Quinta Agronómica. Desde allí se multiplicaron las vides, entre las que destacó por lejos el Malbec.
3111 Es la altura en metros en la cual se ha cultivado el malbec en la Argentina.
Dato extra: todo el Malbec multiplicado en argentina es un material masal, es decir, son poblaciones de plantas con un patrimonio genético diverso y a la vez único, ya que desapareció de Francia con la crisis de la filoxera hacia fines del siglo XIX. Eso es precisamente un patrimonio.
Plasticidad de terroir. Si el Malbec se lo puede cultivar hoy desde la Quebrada de Humahuaca hasta el corazón de Chubut se debe pura y exclusivamente a que se trata de una variedad plástica y adaptable a muchas condiciones. Lo mismo sucede si se observa que el viñedo más bajo está plantado a 7 metros y el más alto a 3111 sobre el nivel del mar. En todos esas geografías el Malbec da un vino bien diferente y a la vez con identidad. Una proeza para una variedad en manos de una cultura del vino como la nuestra.
Diversidad de sabores. Esa diversidad de escenarios hace que en nuestro país haya vinos blancos de Malbec, tintos profundos como los norteños, o ligeros y frescos como los de zonas frías y altas, a tintos frutados y especiados, tintos herbales y florales. Esa gran cantidad de sabores, además, gana profundidad en la interpretación de los productores, quiénes pueden elaborarlo con madera o sin y así, cambiando protocolos, conseguir expresar muchas singularidades. Por todo eso, en nuestro medio decir Malbec es decir poco. Siempre hace falta la aclaración del terroir, el estilo y el productor, por lo menos.
¿A qué se parece? Lo difícil del Malbec es que comparte aromas con variedades como Cabernet Sauvignon, Syrah y Merlot, por mencionar tres tintas importantes. También comparte en cierta medida el cuerpo y la frescura con ellas. Pero consigue singularidad en los taninos, sobre todo cuando se trata de esos mullidos y gorditos que lo hacen tan amable en la mayoría de los casos.
¿A qué no se parece? En materia de tintos, no se le parece en nada al Pinot Noir y al Petit Verdot. Esos dos extremos escapan del gusto del Malbec, como tampoco se parece mucho al Cabernet Franc, sobre todo cuando este último es más vegetal que frutado.
En la góndola actual es posible encontrar un Malbec 2018 a 140 pesos como base y, a la vez, otro a techo en los 20.400 pesos. Es un salto grande para una sola variedad. Sin embargo, a la hora de las copas, es un buen índice moverse entre los 300 y los 500 pesos. Ahí hay diversidad y estilos posibles.
Una guía antes de pagar la botella
En la góndola actual es posible encontrar un Malbec 2018 a 140 pesos como base y, a la vez, otro a techo en los 20.400 pesos. Es un salto grande para una sola variedad. Sin embargo, a la hora de las copas, es un buen índice moverse entre los 300 y los 500 pesos. Ahí hay diversidad y estilos posibles.
Fuente: LM Neuquen
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