Hoy tengo el honor de presentarles el primer capítulo de la vida de un emprendedor en el mundo de la chocolatería de la mano de Sandra Boesi. todos los domingos nos contará sus experiencias en el mundo del cacao y el chocolate, desde sus inicios hasta el presente; sus motivaciones, inquietudes, anhelos y realidades para cumplir sus sueños. Leela, porque si estás en el camino de emprender en un negocio gastronómico, encontrarás en sus escritos una invaluable guiatura. Comienza junto a Sandra la aventura de hacer chocolates artesanales en Venezuela.Luis Enrique BlancoEl Gourmet Urbano
Mi vida por el chocolate: El comienzo de una maravillosa experiencia en el mundo del chocolate
Hace aproximadamente 20 años, un amigo al cual aprecio mucho que está metido en ese mundo (Andrés Maduro), nos invitó a mi y a mi esposo a pasar un fin de semana en su finca en Barlovento, Hacienda El Rosario en Caucagua, Araguita.
Aunque sí había visto secar cacao a orillas de la carretera, (en otro post hablaremos de esto) nunca lo había tocado ni había caminado a través de una plantación de este bendecido fruto. No era época de cacao, y aun así las plantas cargaban con uno que otro fruto pero sus tallos y ramas principales estaban llenos de florecitas blancas lo que pronosticaba una buena cosecha en unos tres meses.
Debo confesar que hubo amor a primera vista, el fruto, las florecitas blancas y los *chirelitos (es un cacao chiquitico en crecimiento), me parecieron verdaderamente hermosos y únicos, sus colores y su forma particular, para mi encerraban un gran misterio, ya que no cabía en mi imaginación como de allí, de ese fruto cítrico y baboso, pudiera salir un alimento tan sabroso y lleno de energía como lo es un chocolate, menos me imaginé lo largo y laborioso de su proceso que conocería 20 años después ni el trabajo tan importante que estaba en manos de esos humildes productores de cacao tan poco conocidos y valorados en el mundo en aquellos momentos.
Para llegar a la Hacienda de Andrés, tuvimos que caminar un buen rato, luego atravesar el río Tuy en una balsa con nuestras pertenencias, con el temor de que se volteara, ya que no se veía muy estable. Luego de unos minutos de susto, llegamos al sitio previsto. Lo primero que vimos fue un gran patio de secado, muy bien cuidado, luego, el área de fermentación, y una casa muy acogedora. Hoy en día hablo con propiedad de todos estos elementos, pero en aquel momento no entendí absolutamente nada.
Andrés nos contó que esa finca era de su abuelo Vicente Lecuna y que él tomó las riendas desde el año 1990 sin saber nada del proceso del cacao, pero que le gustó tanto el lugar y toda esa labor tan minuciosa que allí se hacía, que se puso a estudiar, encontró en la casa de la finca el libro “Cocoa, de Wood and Lass” que el llama la Biblia del cacao, así aprendió lo que necesitaba para poder hacerse cargo de la finca con gran responsabilidad, una finca de tradición familiar donde se recogía cacao desde la época colonial.
Lo primero que hizo fue identificar las mejores plantas de cacao, las más fuertes y productivas, de allí sacó las semillas y con apoyo de ingenieros agrónomos del fondo nacional del cacao, resembró casi toda la finca. Hoy en día tiene aproximadamente 600.000 plantas en 230 hectáreas.
El cacao de esa finca, es 100% criollo y muy bien controlado ya que es endémico y no se encuentra cerca de otras plantaciones.
Hoy, 20 años después, quisiera volver a esa hacienda, con los conocimientos que tengo sobre el cacao y vivir de cerca todo aquel proceso que en ese momento era desconocido y misterioso para mi. Ahora las cosas han cambiado mucho, ya es casi imposible llegar a ese recóndito lugar que para el mismo Andrés se ha convertido en un gran riesgo, tiene que comprar su propio cacao y aunque los trabajadores extrañan su trato amable y generoso, ya no es lo mismo.
Yo espero que esta situación cambie y que los dueños de muchas haciendas puedan recuperar sus espacios perdidos, actualmente en manos de desconocidos que se benefician comercializando un cacao que siendo reconocido como el mejor del mundo, está en manos de inexpertos, que no valoran el trabajo ancestral y sacan provecho del trabajo que tomó décadas en perfeccionarse, para llegar a exportar el mejor cacao del mundo y ser lo que muchos venezolanos anhelamos. No sólo tener ese cacao, sino poder hacer el mejor chocolate que siempre dependerá de un buen proceso de fermentado y secado que es donde se da el primer paso para obtenerlo.
Como está escrito aquí, fue mi primer contacto con el cacao para la próxima semana les contaré como pesé a ser hacedora de chocolate y como he combinado estos dos artes.
Sandra Boesi
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