Una nota de rápida lectura en la que adquirís información para darte cuenta si el vino que estás tomando está óptimo o sufre de alguna falencia que comprometa su sabor.
Con los detallados controles de calidad que los proyectos vitivinícolas hoy, es bastante extraño encontrarse con productos en mal estado. Sin embargo, la mala fortuna puede darse, y por eso a continuación te enumeramos algunos indicios olfativos para darnos cuenta que un vino está malo.
DEFECTOS DEL VINO.
1. Oxidación
Un vino puede oxidarse si no se lo ha almacenado en forma adecuada y ha estado expuesto a altas temperaturas un tiempo considerable, o se lo ha expuesto al aire.
¿Cómo te das cuenta? Si tiene olor a rancio o, incluso, a nuez o a compota de frutas. El color también puede darte pistas: a un vino oxidado se le ve una sombra marrón, color similar al ladrillo en el caso de los tintos. Esa sombra en los vinos blancos es color dorado oscuro.
Si bien el azufre se usa moderadamente para la elaboración de vinos porque evita microbios y bacterias, el uso excesivo o inadecuado puede causar que se forme sulfuro de hidrógeno, que tiene un inconfundible olor a huevo podrido.
Este es un hongo que resiste el alcohol, y crece luego del comienzo de la fermentación. Para detectarlo, recordá los olores propios de un jarabe para la tos, de las curitas o de un establo. Sin embargo, hay algunos ejemplares que presentan una pequeña cantidad de “Brett” que algunos bebedores codician.
El vino puede contaminarse con una bacteria llamada TCA que puede vivir en el corcho. Lo vas a detectar si sentís olor a diario mojado, a perro lanudo o a un sótano húmedo y mohoso. Si bien no es peligroso tomar un vino con esta enfermedad, no será un trago agradable porque el sabor a corcho oculta las notas frutales. Mejor cambiar de botella, y también de vaso. El olor a corcho es muy penetrante y permanece aún una vez tirado el vino.
Una elevada acidez volátil hará que el vino se pique y huela a vinagre o a quitaesmalte.
Si bien el azufre se usa moderadamente para la elaboración de vinos porque evita microbios y bacterias, el uso excesivo o inadecuado puede causar que se forme sulfuro de hidrógeno, que tiene un inconfundible olor a huevo podrido.
3. Brettanomyces
Este es un hongo que resiste el alcohol, y crece luego del comienzo de la fermentación. Para detectarlo, recordá los olores propios de un jarabe para la tos, de las curitas o de un establo. Sin embargo, hay algunos ejemplares que presentan una pequeña cantidad de “Brett” que algunos bebedores codician.
4. Gusto a corcho
El vino puede contaminarse con una bacteria llamada TCA que puede vivir en el corcho. Lo vas a detectar si sentís olor a diario mojado, a perro lanudo o a un sótano húmedo y mohoso. Si bien no es peligroso tomar un vino con esta enfermedad, no será un trago agradable porque el sabor a corcho oculta las notas frutales. Mejor cambiar de botella, y también de vaso. El olor a corcho es muy penetrante y permanece aún una vez tirado el vino.
5. Acidez volátil
Una elevada acidez volátil hará que el vino se pique y huela a vinagre o a quitaesmalte.
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