Un estudio científico revela que el consumo moderado de cañas protege la salud cardiovascular, no aumenta el peso a las personas obesas y disminuye el riesgo de diabetes y osteoporosis
La cerveza ya es como el vino. Desde el punto de vista nutricional, se entiende. ¡Qué digo como el vino! Es muchísimo más. Es el aceite de ricino al cubo, la madre de todas las mandrágoras y el auténtico bálsamo de Fierabrás. Un estudio publicado en la revista electrónica 'Nutrients', un estudio serio, no una majarada, atribuye al consumo moderado de cerveza la capacidad de proteger frente a la enfermedad cardiovascular, evitar que las personas obesas ganen peso con su consumo y la disminución del riesgo de padecer diabetes y osteoporosis. Da gusto encontrarse con este tipo de noticias, a las puertas de las vacaciones de verano, la verdad. ¡Y encima con el calor que hace!
La sed no le va a quitar, porque lo mejor para apagarla –y de eso ya hemos hablado en este rincón de Jantour– es un vaso de agua. Pero ahora puede usted refrescar el gaznate tranquilamente con una cervecita y decir que no es vicio, sino medicina. El artículo de 'Nutrients' en el que se avala el consumo preventivo de cañas lo firma el grupo de Inmunonutrición del Departamento del Departamento de Metabolismo y Nutrición del Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos y Nutrición, perteneciente a la red de laboratorios del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). ¿Qué dice en concreto ese informe?
Con el debido respeto
La investigación concluye que el consumo moderado de alcohol de 196 gramos por semana, que vienen a ser como 28 gramos al día o lo que es lo mismo 700 mililitros de cerveza se asocia en los hombres a determinados beneficios para la salud. En las mujeres, cuyo metabolismo es diferente y procesa peor el consumo de alcohol, se obtienen sin embargo los mismos resultados con 16 gramos al día o 400 mililitros de cerveza. ¿Cuánto es esto en realidad? Lo explica en román paladino, para que no quepa ninguna duda, la responsable del equipo investigador, Ascensión Marcos. «Dos cervezas al día para los varones y una en las mujeres».
El secreto de la dieta cervecera es que no vale hacer trampas. En buena lógica, no se permiten los atracones. Beberse todas las cervezas de una sentada el fin de semana no solo le puede turrar a uno, sino que se pierden los beneficios y se ganan muchos perjuicios. La cerveza, como el vino, para que resulte saludable, o eso dice la ciencia, hay que consumirla con moderación y, por supuesto, el debido respeto.
El trabajo se ha realizado teniendo en cuenta que la mayoría de las cervezas españolas tienen 5 grados de alcohol de media, así que si la que tiene en sus manos contiene una proporción mayor de espirituosidad, olvídese. Esto no le vale. Pero si cumple con la norma, tome nota, que el refresco viene fantástico, aunque no sin condiciones. Son las que siguen:
Las claves
Riesgo cardiovascular. La toma de una o dos cervecitas al día, según sea hombre o mujer, protege contra enfermedades como el infarto, la trombosis y el ictus.
Obesidad. Si tiene usted exceso de peso, evite toda cerveza con alcohol, por poco que tenga, pero sepa que si consume producto sin graduación, su volumen corporal no aumentará por ello.
Otras enfermedades metabólicas. «El consumo moderado de cerveza –dice el informe– se ha asociado con una disminución del riesgo de diabetes en hombres y con un aumento de la densidad de masa ósea, lo que reduce el riesgo de fractura de huesos en ancianos.
No es la primera vez que la ciencia concede a la cerveza su merecido reconocimiento. La Sociedad Española de Nutrición Comunitaria la recoge en su pirámide alimentaria siempre que su consumo sea ocasional, opcional y moderado. Lo ideal, según detalla Ascensión Marcos, es introducir su consumo dentro de una dieta mediterránea y asociado al momento de la comida o la cena.
Ya puede tomarse una cerveza sin remordimiento de conciencia, que además ya estamos en verano. ¡Pero ojo, sólo una!
FERMÍN APEZTEGUIA
Fuente: El Correo
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