Decantador Josephine, diseñado por Kurt Josef Zalto. |
Disfrutar de un buen vino no sólo implica acertar en la elección del propio vino. También es preciso encontrar el momento indicado para descorchar la botella escogida, en el contexto social -y gastronómico- adecuado. En otras palabras: con la mejor compañía y en una buena mesa. Por último, para garantizar una degustación plena y placentera, que exalte los sentidos y no frustre las expectativas, es necesario contar con los accesorios óptimos para resaltar la excelencia de esta noble bebida. Disponer de un sacacorchos eficaz, que facilite la operación de extraer el tapón sin contratiempos es imprescindible. Así como copas de cristal de diseño acorde al vino que se va a consumir (la oferta de cristalería enológica es hoy inmensa y se adapta a cada tipología y variedad de uva). Aunque también un decantador puede resultar necesario. Si bien este último artilugio no siempre tiene un empleo correcto en el servicio del vino.
Botella decantadora realizada en cristal y plata. Europa, 1875-1900. Museo Vivanco de la Cultura del Vino. |
Qué es el decantador y para qué sirve
Aunque el decantador sea muy probablemente uno de los accesorios más antiguos y tradicionales de los múltiples gadgets que ofrece la industria relacionada con el servicio del vino, no todos los aficionados a esta bebida tienen claro cuál es su función. Y aún son menos los que le otorgan un uso correcto.
Si bien el amplio desarrollo que ha experimentado el sector de la cristalería enológica en los últimos años ha diversificado la oferta de este accesorio y estilizado su diseño -en algunos casos las piezas resultan tan sofisticadas y extravagantes que semejan modernos objetos de arte-, los decantadores no son más que vasijas de cristal transparente concebidos para una finalidad precisa: su amplia base, más ancha que la boca, permite separar el vino de los posos que contiene, cuando se vierte el liquido cuidadosamente en él.
Este proceso también favorece la aireación de la bebida, lo que en muchos casos contribuye a mejorar la expresión del vino.
El decantador en la historia del vino
A veces tan sencillo como una jarra y en ocasiones tan esbelto como una escultura de cristal soplado a mano, el decantador de uno de los primeros accesorios de los que el hombre sacó provecho para el disfrute del vino.
Su origen se remonta a tiempos del Imperio Romano, donde ya se empleaban ánforas de barro para contener y servir el vino en el ámbito cotidiano. Los mismos romanos introdujeron más tarde el vidrio y la técnica del soplado, que ha dado lugar a los decantadores contemporáneos. Aunque fue durante el Renacimiento cuando se extendió el empleo de jarras de cristal como continente de esta bebida, hoy universal.
Desde entonces, el diseño de los decantadores ha evolucionado en sintonía con las tendencias estéticas del arte de la buena mesa y la artesanía de los mejores expertos en el soplado de cristal. Hasta la eclosión que vive en nuestros días el sector especializado en copas para el servicio del vino, que también provee de decantadores específicos a restaurantes, wine bars y los enómanos más exigentes, con modelos precisos para necesidades muy concretas.
Decantador Mamba de Riedel. |
Un decantador para cada necesidad
Así, por ejemplo, actualmente existen decantadores de máxima oxigenación, considerados también como "aireadores" del vino y diseñados con el propósito se oxigene durante el proceso de caer en el amplio recipiente de cristal, recorriendo toda estructura de la vasija de tal modo que se eliminen los aromas desagradables que puedan proceder de un largo proceso de embotellado. Estos modelos resultan idóneos para adecuar al consumo vinos añejos, grandes Reservas y de prolongada crianza.
Frente a esta variante, el mercado ofrece también decantadores de mínima oxigenación, provistos de una boca más estrecha y paredes que favorecen a una caída del líquido menos pronunciada. Este diseño los hace adecuados para decantar vinos que presentan posos o precipitados. Aunque también resultan adecuados para oxigenar vinos jóvenes que requieren una oxigenación breve porque se han embotellado prescindiendo del tradicional filtrado.
Decantador Cuello de Cisne, de Smaier. |
¿Cuándo es preciso decantar un vino?
En cualquier caso, como no todos los vinos exigen ser decantados, lo que el amantes de esta bebida debe saber, es cuáles son los casos en los que la decantación resulta imprescindible. O al menos, recomendable.
1. Cuando el vino presenta posos. No es raro descorchar un vino y encontrar sedimentos o posos en su contenido. Especialmente si se trata de un vino que ha sido sometido a un proceso de maduración prolongado. Esto no desmerece al vino, es algo normal: se trata de partículas sólidas y formaciones cristalinas que se precipitan hacia el fondo de la botella. En estos casos, si no se quiere pasar por la desagradable experiencia de toparse con uno de estos fragmentos en la boca, lo conveniente es verter el vino en la copa desde la botella con mucho cuidado, sin llegar hasta el final. O bien decantarlo, suavemente, aprovechando alguna fuente de luz, para comprobar que ningún poso se vierte en el decantador.
2. Para oxigenar el vino. En ocasiones, algunos vinos presentan aromas extraños procedentes de su proceso de maduración en botella: humedad, azufre, agua estancada... Son aromas de reducción que - ¡afortunadamente!- desaparecen en contacto de la bebida con el aire. Para acelerar el proceso de aireación, lo más recomendable es decantar el vino, que pronto habrá perdido esos aromas extraños y ofrecerá su mejor expresión.
FEDERICO OLDENBURG
Fuente: Expansión
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