El cocinero, al igual que el poeta, desarrolla una relación simbiótica donde sus manos descarnan los alimentos para olerlos, apretarlos, probarlos, cortarlos y transformarlos. Ellos se dejan y reaccionan de diversas maneras para sorprender, decepcionar, confundir, incitar y seducir a quien piensa que lo sabe todo de él.
Y así, hombre, palabra, alimento, olor y sabor, cuando se unen en la naturaleza, en aquella que se hace perfecta, sale el genio, sale la genialidad en un bocado que nos descubre, nos recuerda de dónde venimos, quiénes somos, hacia dónde vamos y por qué estamos. Lo comparten y dejan semilla en cada comensal para que se rebele, se busque y se encuentre en cada rito culinario.
Esa noche, cada invitado de la prensa y medios degustó platillos de alta cocina y de vanguardia que lo transportaron a esos caminos y sensaciones aún por descubrir en la cocina a través de mezclas inverosímiles para muchos, pero que John convierte en tatuajes fieles de un genio. Esa noche, John volvió a dejar en alto la grandeza que el hombre y los alimentos pueden llegar a conseguir cuando cada uno se vuelve el alquimista del otro.
El menú entregado fue una obra del Maestro Marcastillo, otro de los regalos que @mamazory obsequió a sus invitados, pintando la noche de arte en su total expresión.
El Menú
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Una imagen vale mil palabras, aquí les dejo a un artista plasmando su creación:Cremoso de Queso de Mano, Tubérculos y caviar de Moras.
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