Para cerrar con broche de oro esta serie de postres con el mismo protagonista, les presento hoy un Quesillo de coco, un delicioso postre en donde la suavidad del quesillo se ve agradablemente interrumpida con la aparición de las hebras de coco rallado.
Esta receta es cortesía de mi amiga Gabriela Soteldo, que siempre compartía en la oficina este rico manjar, y que, sin dudarlo ni un segundo, adopté como propio al continuar elaborándolo en mi hogar.
Para su preparación necesitamos:
- 1 coco pequeño.
- 5 huevos.
- 1 lata de leche condensada.
- 1 taza de leche líquida.
- Toque de vainilla o de licor fuerte.
- 1 taza de azúcar.
- 3 cucharadas de agua.
Preparamos el molde con un almíbar que elaboramos con la taza de azúcar y las 3 cucharadas de agua, agregamos también unas goticas de jugo de limón para evitar que se caramelice; sin mover, dejamos que el azúcar se torne de un agradable color ámbar, posteriormente nos aseguramos que cubra completamente todo el molde.
Por otra parte, partimos y pelamos el coco para proceder a rallarlo.
En la licuadora colocamos todos los ingredientes (coco rallado, huevos, leche condensada, leche líquida y aromatizante) y mezclamos hasta homogeneizar y asegurarnos que estén completamente unidos todos los ingredientes.
Una vez lista la mezcla, la vertemos en el molde acaramelado y horneamos a 180º durante una hora, o hasta que al introducir un palillo, éste salga limpio. Es importante destacar que se hornea “directo” sin uso de baño de maría.
Pasado este tiempo, lo dejamos reposar, lo guardamos en la nevera hasta que enfríe y procedemos a voltearlo, ya que si lo desmoldamos antes se puede partir.
Luego de esto, ¡a disfrutar de esta delicia!
¡Feliz horneado!
Susana Rivas
Maestra Pastelera
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