Paramaconi Acosta, director de la Escuela Venezolana del Café explica que una pequeña parte de la población recuerda el famoso café de Caracas (Blue Caracas) de comienzos del siglo pasado, algunos han escuchado de él, pero la mayoría del pueblo venezolano no tiene idea sobre la historia de este café y los registros del mismo son casi nulos. Lo que sí está presente en el venezolano es esa memoria gustativa para reconocer un buen café, y ésta es la tarea que enfrenta la escuela: despertar y traer al presente esa memoria; ya que no podemos decir que nuestro café es el mejor del mundo cuando el 80% del café que se consume es importado.
Aclarado este punto, se dio inicio a la actividad explicando lo que significa un café especial a nivel internacional. De allí Paramaconi comenzó a hablar sobre el café guatemalteco. Nos hizo referencia que Guatemala, hacia los años 90, decidió organizarse para hacer un café marca país y de allí surgieron 8 regiones. Esta organización geográfica generó una política de producción que entre los años 2009 y 2010 alcanzó altos niveles para este país. La producción ha ido aumentando pero el país ha sido muy estricto en que este aumento no afecte la calidad del café. De las 8 regiones, 5 son zonas volcánicas, suelos muy ricos; además de esto hay muchos lagos y corrientes de aires que ayudan a un desarrollo de un grano de café con propiedad muy apreciadas en Europa, Estados Unidos y Japón. Los cafés que se utilizaron para la cata descriptiva fueron de las zonas de Antigua, Atitlan y Huehuetenango.
Antigua y Antitlan son zonas volcánicas, en la cata descriptiva, ambos cafés en fragancia y aroma tienen ciertas diferencias pero coincidieron en ser unos cafés fragantes, delicados, de acidez compleja y predominante, con notas a ciruela y melado, y con buen cuerpo. La región de Huehetenango no es una zona volcánica, pero el café que se produce allí tiene unas características particulares que en cata lo presentan como un café con una acidez refinada, notas a durazno que le aportan un dulzor a la taza. Acidez cítrica, cuerpo cremoso, delicado y con buena estructura, un café que a mi parecer se aproxima en sabor al café venezolano que se produce en la zona de la cordillera. Luego de la cata descriptiva se realizó la cata triangular, y quedó confirmado que el venezolano si tiene las condiciones para reconocer un buen café y diferenciarlos de aquellos que están mal tostado o poco maduros.
En la cata contamos con la presencia del Embajador de Guatemala en Venezuela, el Excelentísimo Señor Erick Molina. El embajador otorgó interesante información a los presentes sobre la importancia que la producción de café tiene en el comercio guatemalteco. El café, para él, representa entre un 30 a un 40% del comercio de Guatemala. Como país están orgullosos de tener un café de altura y que es exportado principalmente a Europa y Estados Unidos. Como pueblo ellos no consumen este café por ser un café especial para exportación, para el consumo diario tiene su café estándar. Guatemala logró hacer su marca de país con el café, razón por la que siguen trabajando en nuevas políticas para que la calidad del café se mantenga, y no se vea afectada ni por los cambios climáticos ni por la contaminación de suelos y aguas. El Embajador aprecia tanto venezolano como el guatemalteco. Para él el café de ellos es más aromático, más concentrado; el café venezolano es más suave, más dulzón, y con gran potencial para ser un café especial.
La Escuela de Café sigue en su tarea de despertar la memoria gustativa del venezolano; ahora enfrenta un nuevo reto: romper el paradigma de que café es café y que los amantes de esta bebida comiencen a entender que los detalles en la preparación de un café son fundamentales para obtener de este noble grano sus sublime sabor.
Nosotros, como blog gastronómico seguiremos apoyando y promocionando aquellas actividades enfocadas a resaltar nuestros talentos y productos venezolanos.
Walezca Barrios
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