Al parecer, luego de la invasión en el mercado de los vinos varietales hacia fines de los 90´, los blends resultaron ser claros ganadores. Pero no tanto por una cuestión de ventas, sino por muchos otros factores.
Entre las últimas tendencias está la combinación de la misma uva de distintos viñedos
Por un lado, la ley permite que un varietal sea de al menos el 85%; es decir que el resto del vino puede estar compuesto por otras variedades. Es decir que se vienen tomando muchos más blends de los que se cree.
Por otro lado, los enólogos aseguran crear mejor cuando pueden mezclar, porque así logran aportarle a un varietal todo lo que le falta con otros, obteniendo un mejor resultado final que la suma de las partes. Pero hay más, porque hace tiempo que los hacedores mezclan uvas de distintas zonas para lograr mantener, sobre todo en los vinos de mayor producción, un estilo a través de las añadas.
También, algunos cosechan en distintos momentos para luego hacer un blend, y en bodegas suelen vinificar el mismo vino con distintos métodos (tanques de inox, piletas de cemento o cubas de madera) pero al final terminan todos en la misma botella.
Otra metodología que data de siglos es la combinación de vinos de diferentes años; algo muy común en la región de Champagne, donde representan más del 90% de su producción anual. Aquí se utiliza desde siempre, con el objetivo de garantizar el volumen necesario. La gran diferencia es que surgieron vinos de alta gama en los que figuran las diferentes cosechas en sus etiquetas.
Entre las últimas tendencias está la combinación de la misma uva de distintos viñedos, pero dentro de un mismo terruño para dar vida a vinos de lugar, sin llegar a ser tan específicos como los single vineyards. Es decir que mientras algunos se preocupan por transmitir un paisaje específico en las copas, otros prefieren lograr un carácter del cepaje más representativo de la variedad.
Fuente: Totalnews
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