Las lechugas 'vivas' se cultivan con un sistema recirculante de agua con nutrientes. / DM
Las lechugas flotantes se han hecho un hueco en importantes cocinas gracias al control de todos los parámetros vitales que garantizan su frescura
Según datos de la FAO, en 2050 habrá 9.000 millones de personas viviendo en el planeta, la demanda de alimentos habrá aumentado en un 60%, el 33% del suelo estará degradado por la erosión y como consecuencia se habrá perdido un 10% del rendimiento agrícola.
En este contexto, la hidroponía debería defenderse como la gran alternativa al suelo, utilizando sustratos irrigados, pero la realidad es que pese a ser una técnica sencilla capaz de combatir los efectos del cambio climático -entre otras ventajas-, el coste económico de la tecnología que requieren este tipo de instalaciones flotantes es altísimo, como asegura Aurelio Gómez, productor de lechugas y microgreens en Anero, donde hace algo más de 10 años comenzó a cultivar de forma pionera en España, sirviéndose de este sistema sostenible, capaz de conseguir grandes rendimientos de cosecha a partir de una huella física muy pequeña.
En la ultima década, la superficie de hidropónico ha ido aumentando de forma progresiva, especialmente en el sur de la península, donde a los grandes consorcios hortofrutícolas que abogan por la agricultura 3.0, han dado el salto para compensar el impacto de la actividad agrícola sobre el terreno con un menor consumo de agua.
Esta forma de cultivar se puede poner en marcha en cualquier zona del planeta, llueva o no, haga sol o no, hecho que recientemente ha quedado demostrado cuando el chef del mar, Ángel León, de Aponiente, visitó durante su participación en un programa de televisión, la primera granja vertical de lechugas en el desierto de Dubai. Todo un desafío para la agricultura en medio de un clima verdaderamente hostil.
La agricultura atraviesa un momento crucial porque a la escasez de agua, agravada por las sequías cada vez más frecuentes y prolongadas, se suma la creciente demanda de alimentos frescos cultivados, y con ello la necesidad de mantener las producciones y cuotas de mercado.
Sirviéndose de circuitos de agua y riego eficientes, se hace frente al ahorro del preciado líquido, y a otros muchos problemas medioambientales como el vertido de residuos por el uso de pesticidas o herbicidas. Así todo, Aurelio sostiene que aún teniendo Cantabria un clima perfecto para este tipo de plantaciones, «la hidroponía requiere de importantes inversiones, dedicación total y experimentación constante, pero la baja rentabilidad, aunque solo sea en los primeros años, no atrae a inversionistas. A esto añadimos las circunstancias políticas, sociales, culturales y económicas actuales, que no son nada favorables para emprender en este campo».
Misma calidad, mismo precio
Las características climáticas de esta región les permiten disponer los doce meses del año de un producto con la misma calidad y al mismo precio. «Durante estos doce años, nunca hemos tenido que recurrir al agua del sondeo que disponemos, tan solo el agua de lluvia, pero la mayor rentabilidad económica y medioambiental de estos cultivos están en la proximidad al cliente final».
Las llamadas 'lechugas vivas' se han hecho un hueco en la despensa de importantes cocinas, dentro y fuera de la región. ¿Qué las hace tan atractivas? Principalmente que son un cultivo «mimado, en el que se tratan de controlar todos los parámetros vitales para que la planta no sufra. Algo así como el bienestar vegetal».
Pese a ser alimentos limpios, libres de pesticidas y con un ahorro de más del 90% en agua sobre la agricultura de campo, todavía hay quienes piensan que estos cultivos solo ofrecen soluciones limitadas, principalmente a las microhortalizas y verduras de ensalada. La realidad es que aunque el cultivo de otras frutas y verduras aún es meramente testimonial, Aurelio aclara que en estos sistemas, «con pequeñas modificaciones se puede cultivar casi de todo. La tecnología nos permite hacer cosas increíbles que estamos experimentando, pero el costo económico, insisto, es muy alto».
Legislación europea
Los expertos advierten que la hidroponía podría ser una herramienta fundamental para combatir la inseguridad alimentaria pero aún siendo la hidroponía un cultivo respetuoso con el medio ambiente, en Europa no es posible, por el momento, comercializar como ecológico un alimento cultivado en agua -uno de los requisitos fundamentales de la agricultura ecológica es el mantenimiento de la vida en el suelo-.
Sobre esta cuestión, Aurelio menciona que en EEUU los cultivos hidropónicos si se consideran ecológicos y por tanto pueden disponer de su correspondiente certificación. «Cuando se redactaron las leyes que controlaban la producción ecológica, en Europa prácticamente se desconocían los cultivos hidropónicos. Pero lamentablemente las legislaciones cambian en función de los grandes intereses económicos. Ahí tenemos el ejemplo de la energía nuclear. Después de años de lucha contra ella, ahora resulta que, de la noche a la mañana, ya es una energía verde y nadie protesta por ello».
EN QUÉ CONSISTE UN JARDÍN HIDROPÓNICO
- Hidroponia. Hidroponia significa cultivo en agua, es decir, que las raíces no se hunden en la tierra, sino en agua, de la que cogen directamente los nutrientes.
- Semilla y vainas. Las semillas, a veces germinadas (como en el caso de las lechugas), y otras sin germinar (como en el caso de las fresas), se compran en cápsulas o vainas que suelen estar hechas a base de lana de roca. En el caso de las lechugas, en unos 15-20 días está lista para comer.
- Sin contaminantes. El hecho de que no intervenga la tierra ni el abono, como en el cultivo tradicional, elimina el riesgo de contaminantes que puedan dañar la planta. También de parásitos.
- En interior. Una planta de tomate cherry en el balcón es difícil de mantener si el clima no acompaña. La hidroponia permite cultivar en el interior de las casas cuando las macetas incluyen lámparas led que procuran muchas horas de claridad al día. Que la luz sea artificial no le quita propiedades nutricionales a la cosecha de vegetales.
- Digitales y conectados. Existen jardines hidropónicos conectados a internet para ser controlados a través de aplicaciones móviles o de un monitor incorporado. Incluso hay soluciones como la de Niwa, que vende solo el 'software' para prescindir de la propia maceta y que sea el cliente el que elija dónde llevar a cabo su cultivo, que puede ser en un cubo.
¿Qué se cultiva? Depende de los modelos; los más caros y completos permiten cultivar hasta una docena de tipos de lechugas (canónigos, rúcula, escarolas, trocadero...), berenjenas, pimientos, tomates, chiles, cebollas, ajetes... todo ello en su variedad más pequeña. También frutas como fresas y legumbres como los guisantes baby... Además, valen para tener a mano todo tipo de especias e hierbas aromáticas.
ALICIA DEL CASTILLO
Fuente: El Diario Montañés
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