NYT: Según la tradición, la fórmula de Chartreuse se basa en una receta dada a la orden de monjes cartujos en 1605. FOTO: Leor Miller. The New York Times |
Se ha vuelto escaso, los monjes se niegan a incrementar la producción para satisfacer la demanda.
Hace cinco meses, Joshua Lutz comenzó a buscar en todo Estados Unidos el Chartreuse, un licor de hierbas color verde brillante basado en una receta secreta de 130 ingredientes botánicos y producido en los Alpes franceses por la orden de monjes cartujos durante más de dos siglos.
Lutz, un profesional de tecnología de la salud en Huntington Woods, Michigan, tiene más de 20 años de amar al licor —mucho antes de que se convirtiera en elemento infaltable en las listas de cocteles. Pero ha estado agotado durante el último año en la licorería local de Lutz. Ahora, cuando viaja por trabajo, lleva consigo una caja de envío.
“Las últimas épocas me han obligado a acumular un poco”, dijo.
El desabasto no se limita a la licorería de Lutz. Si bien el abasto de algunos licores ha disminuido debido a una escasez de vidrio y retrasos en los embarques, Chartreuse —tanto la variedad verde como su hermano amarillo más suave— se ha vuelto escaso porque los cartujos se han negado a incrementar la producción para satisfacer la creciente demanda.
Considerado durante mucho tiempo como el licor de elección de una generación mayor, Chartreuse se convirtió en el favorito de los cantineros conocedores durante el movimiento de los cocteles artesanales de principios de la década del 2000, preferido tanto por el romance de su historia de origen —la receta, confiada a los monjes en 1605, proviene de un antiguo manuscrito sobre el “Elixir de Larga Vida”— como por su perfil agridulce y notas de anís, estragón e hinojo. De acuerdo con Chartreuse Diffusion, el brazo comercial de la operación de los monjes, los cartujos tardaron más de 150 años en “dilucidar el secreto del manuscrito”.
En el 2020, cuando la pandemia convirtió a muchas personas en mixólogos caseros, las ventas de Chartreuse en Estados Unidos se duplicaron, un patrón visto a nivel mundial, reporta Chartreuse Diffusion. Las ventas globales superaron los 30 millones de dólares en el 2022.
Este aumento en popularidad entró directamente en conflicto con una decisión colectiva que los monjes tomaron calladamente en el 2019 de limitar la producción de su licor intensivo en ingredientes para limitar el impacto ambiental y centrarse en su “objetivo principal” de soledad y oración, como se explica en una carta publicada en enero.
La producción actualmente se ubica en 1.6 millones de botellas por año —el nivel más alto desde finales del siglo 19, cuando el Vaticano recordó incisivamente a los cartujos que eran monjes, no hombres de negocios.
“Hay un límite al Chartreuse que puedes producir sin arruinar el equilibrio de la vida monástica”, dijo el reverendo Michael K. Holleran, un ex monje que supervisó la producción de Chartreuse de 1986 a 1990.
BECKY COOPER
THE NEW YORK TIMES
Fuente: El Tiempo
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